Curar la herida del Calatrava

La necesidad de recuperar una infraestructura relevante para la ciudad

Gaspar Llamazares

Gaspar Llamazares

El equipo de gobierno viene anunciando, un día sí y otro día también, un acuerdo inminente sobre la compra del edificio del arquitecto Calatrava. El edificio se ha convertido en un llamativo contenedor, cada día más vacío, donde han ido apareciendo usos distintos, en algunos casos contradictorios, que han ido declinando con la crisis de los grandes centros comerciales. Hoy es un mero símbolo de un Oviedo decadente y de la política cuando fracasa.

Al margen de nuestra posición crítica sobre el origen, el diseño, la ubicación, las vicisitudes y de la desmesurada factura para el erario público, no cabe duda de que ahora se trata de salir al paso del deterioro y la acelerada perdida de actividad de una infraestructura importante, y de hacerlo además en una zona tan sensible como el degradado barrio de El Cristo-Buenavista. Un barrio que necesita esperanza y que es clave en la configuración de la Asturias central. Es uno de los polos del conocimiento de la ciudad y de la región.

Por eso estamos de acuerdo en buscar una solución económica y política. La cuestión es cómo, para qué usos y a qué coste para las arcas municipales. Siendo un edificio muy mal concebido, tiene todavía un margen suficiente para ser reutilizado más allá de sus actuales usos como palacio de congresos, hotel y sede de la administración autonómica. Debemos cambiar.

Sin embargo, la negociación con los nuevos propietarios se continúa prolongando sin que se concrete una próxima fecha para la firma de un acuerdo. Entretanto, se precipita la pérdida de actividad que ha culminado con el reciente cierre del parking por parte de su propietario.

Después de un año de dimes y diretes, desde el equipo de gobierno del Ayuntamiento se sigue asegurando que su adquisición es inminente y que esta supondrá disponer de una gran superficie municipal y además a un mínimo coste. Más recientemente todo apunta a su reorientación como equipamiento público cubierto para ferias y congresos. Pero podría haber más.

Un destino al que el equipo de gobierno parece apuntar es que, además de la actual sede del Palacio de Congresos, hotel y consejerías de la administración autonómica, más que a albergar al conjunto de la administración municipal, se destine a complementar su uso actual para el turismo de congresos con la realización de ferias y exposiciones. Y por qué no, el Calatrava podría ser entendido como el gran centro social y administrativo integral público de la ciudad. Porque si se rescata el equipamiento a la iniciativa privada, este debe servir a todos los ovetenses. Hace tiempo que el gobierno debería estar buscando el apoyo político y social. Es cierto que todo ello requiere de un estudio analítico muy serio, incluidos los límites estructurales del propio edificio, en un diálogo con el barrio y con la ciudad. Incluso requiere un Pleno monográfico abierto, es decir con la palabra de la sociedad civil. Una oportunidad para mover Oviedo y recuperar la política.

A partir de la posición crítica que hemos tenido en las sucesivas polémicas sobre el Calatrava y precisamente por ello, creemos que hay que darle solución cuanto antes, para así dotarlo de contenido y de uso público útil para los ovetenses. Ahora, ante la posibilidad del acuerdo, creemos que es necesario que el gobierno dé a conocer los siguientes extremos para saber a qué atenerse:

La situación de la propiedad y de las cargas para el comprador asociadas a la misma; la previsión del coste futuro del conjunto en el caso de su adquisición; y el plan de usos públicos y de viabilidad que tiene el equipo de gobierno que justifique la adquisición del edificio, aparte de los actuales. Es imprescindible la realización de un plan director del conjunto.

En resumen, proponemos que se culmine, incluyendo una discusión pública, la negociación en marcha. Que, en todo caso, el acuerdo final con sus actuales propietarios se dé de forma transparente. Y que cuente también con garantías de una buena relación coste beneficio para los ovetenses, habida cuenta la importante aportación económica que ya ha supuesto el edificio de Calatrava hasta ahora.

Porque, en definitiva: el despilfarro inmobiliario conlleva mayor contaminación, desorden y burocracia.

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