Opinión | In memoriam

Nos quedamos sin Rorro

La noticia nos llegó despiadada y fría: ha muerto Rorro. Se llamaba José Manuel Rodríguez Rodríguez, aunque familiarmente todos le llamábamos Rorro.

Hace un montón de años que vino a Oviedo formando parte de la comunidad de los Dominicos y, desde el primer momento, se integró fácilmente en la vida del barrio, siendo acogido con enorme cariño debido a su carácter afable, jovial, abierto y entregado, sin abandonar nunca el saludo y la sonrisa.

Se puede decir que conocía los nombres de todas las personas de la vecindad, preocupándose siempre de sus problemas, y conocemos también algunos de los muchos favores que hizo. Porque tenía un corazón que no le cabía en el pecho.

Durante una larga temporada realizó frecuentes visitas a la cárcel, llevando el ánimo, la ilusión y el consuelo, así como otras generosas ayudas y cuando no pudo continuar con tan humana labor, los reclusos quedaron desconsolados.

Siempre decimos que los designios de Dios son inescrutables, pero Señor, ¿por qué te lo llevaste tan pronto? Su presencia era muy necesaria; sus palabras, sus planes, sus consejos y su ejemplo nos servían de guía y de esperanza.

Entrañable amigo: en el camino hacia la eternidad te cruzaste con la primavera, que llega con vida nueva, pero ya se apagó tu sonrisa, tu buen humor y tu cariñoso saludo, de los que el barrio entero va a notar la falta porque siente gran pena por tu partida.

Yo no encuentro más palabras; solamente añadir que te recordaremos diariamente entre oraciones y lágrimas.

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