Opinión | Crítica / Música

El idioma de la música

Extraordinaria velada de abono a cargo de la OSPA, Perianes y el "Cuarteto Quiroga"

Ficha del concierto

  • OSPA: Abono XI «Mozart y Perianes»
  • Intérpretes: Javier Perianes (piano y dirección), Cuarteto Quiroga: Cibrán Sierra y Aitor Hevia (violines), Josep Puchades (viola) y Helena Poggio (violonchelo). OSPA
  • Programa: Obras de W. A. Mozart.
  • Auditorio Príncipe Felipe, viernes 20.00 horas

La OSPA ha encontrado el camino del éxito durante las últimas semanas. Al acertado fichaje de Nuno Coelho como director titular se ha sumado la colaboración artística de nombres como Fleur Barron, Javier Perianes o el "Cuarteto Quiroga", todos ellos destacadísimos intérpretes que están ofreciendo excelentes resultados en la temporada. Es de suponer que, si se mantiene esta calidad, el público corresponda a la gestión hasta alcanzar los niveles de asistencia de hace varias temporadas.

Precisamente, la undécima cita de abono de la presente campaña estaba protagonizada por Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga, quienes habían diseñado una agradable velada musical en un monográfico de mozartianos conciertos para piano. Juntos ofrecieron una particular versión del número 12 en La mayor. El sonido cálido y esmaltado del cuarteto encajó a las mil maravillas con la dulzura y pulsación cristalina que Perianes explota con tanta delicadeza, en una exquisita gama de volumen e intensidad entre el pianísimo y el mezzoforte que resulta subyugante. En el "Andante", los músicos hicieron gala de unos fraseos ajustados convenientemente, cerrando la obra mediante el "allegretto": fluido, matizado y con el "quinteto" evidenciando una gran complicidad. No importa que nadie ejerza como director cuando los protagonistas hablan el mismo idioma musical.

Unidos a una reducida plantilla de la OSPA, los cinco intérpretes principales ejecutaron con brillantez el "Concierto para piano número 24" del genio de Salzburgo. La cuerda, muy homogénea, y la calidez insuflada por las maderas, aportaron los mimbres necesarios para que Perianes hiciera su magia, con unas intervenciones sutiles y repletas de lirismo donde el onubense parecía detener el tiempo. En el "Larghetto" los músicos estiraron cada compás, realizando incluso ligeros rubatos que aportaban mayor atractivo a la interpretación y facilitaban la concertación de un Perianes que no tuvo dificultad para manejar a la OSPA, muy precisa y maleable a sus órdenes.

Tras la pausa, llegaría el momento del "Concierto para piano número 21 en Do mayor", ejecutado y dirigido por Perianes de memoria. La orquesta, espoleada por el papel de los Quiroga (como principales de sus respectivas secciones) mantuvo una sonoridad sugerente y atractiva, culminando su gran actuación a lo largo de los tres movimientos. El "Allegro maestoso" estuvo equilibrado y bien balanceado, el "andante", muy expresivo, irradió una sensibilidad notable gracias a las contenidas melodías de las maderas y el extraordinario "Allegro vivace assai" final sería el ejemplo perfecto de comunión sobre las tablas del Auditorio Príncipe Felipe. Una noche mágica donde la música volvió a ser un idioma comprensible pero inefable.

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