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Juan Carlos se reivindica

El portero, en el foco el último tramo, muestra su mejor versión con tres paradas providenciales que amarraron la victoria azul

Juan Carlos, al final del partido de ayer en el Carlos Tartiere. JULIÁN RUS

A mitad de la conversación, ayer tras el partido, la alarma de incendios del Tartiere saltó de forma inesperada y el pitido era tal que Juan Carlos tuvo que dejar de hablar. Fueron nada, 30 segundos, pero el meta, delante de todos los periodistas, se apoyó en la pared y bajó la mirada, tímido, como queriendo evitar el contacto visual, concentrado, pensando qué decir.

Luego dijo que no, que no se tomaba su buen partido como una reivindicación personal, pero lo cierto es que, de alguna forma, sí lo fue. El meta fue ayer, con Verdés, el mejor futbolista del Oviedo sobre el campo. Tuvo tres intervenciones providenciales. Dos remates de Jordán y uno de Villar perfectamente resueltos, necesarios para certificar la victoria azul. El portero apareció dos veces al final de la primera parte, cuando más sufrió el Oviedo, y una casi al término del partido. Los tres puntos del Oviedo ayer llevan bien visible su nombre.

"Intento ayudar al máximo, sumar para el equipo, aquí somos 25 y todos tenemos que aportar", se inició el meta a modo de tópico, para después reivindicar su forma de trabajar, recordar que ni es peor en las goleadas ni mejor en las victorias. "Sé dónde estoy, sé la demarcación. Sé que cuando te meten cinco siempre miran para atrás. Soy de los que pienso que hay que pasar página para lo bueno y para lo malo", señaló.

Juan Carlos es un tipo sencillo, atento y cercano que vive con su mujer y su hijo cerca de El Requexón, fuera de la ciudad. Muchos días, al finalizar el entrenamiento, entra en la caseta, coge el teléfono móvil, se pone los playeros y sale a correr muy lentamente alrededor del campo, como para relajar los músculos, con el teléfono en la mano. Da varias vueltas, se recoge y se va a la ducha. Es un ritual que repite con asiduidad, su momento solitario de la jornada, como si los porteros no tuvieran ya de por sí momentos solitarios. "He trabajado como siempre, manteniendo la tranquilidad y la calma. Seguiré siendo el mismo me metan cinco, me metan diez o no me metan ninguno", señaló ayer en tono suave, con ese deje característico de su Calvia (Islas Baleares) natal, desde donde le siguen (y sufren) sus padres y su familia.

Allí nació hace 28 años un portero criado en la cantera del Villarreal y que tiene en Jonathan Pereira a su mejor amigo en el vestuario azul. Los dos coincidieron en dos etapas distintas en el Villarreal y los dos, paradojas de la vida, fueron presentados el mismo día con el Oviedo, el pasado ocho de julio. Inmediatamente después, ambos se fueron a pasar unos días juntos a Vigo, ciudad natal del delantero, a la espera del inicio de los entrenamientos.

Tras un breve paso por el Elche, la pasada temporada, el portero jugó en el Albacete en Segunda División. Fue titular, disputó 34 partidos pero el equipo consumó el descenso a Segunda B. No fue una temporada especialmente buena para Juan Carlos, que llegó allí como una apuesta fuerte y salió sin haber convencido del todo en un equipo, eso sí, que fue un polvorín durante buena parte de la Liga. Allí se criticó que le afectaban en excesos los propios fallos, su dificultad para reponerse a ellos.

Así que, este verano, le llegó la oportunidad de jugar en el Oviedo. Él se enteró mientras estaba de luna de miel y no lo dudó. Dio el sí, consciente de que recalaba en una plaza complicada y que le tocaría lo más difícil: competir con Esteban, uno de los símbolos del oviedismo.

Desde entonces, la historia es conocida. Fernando Hierro le dio la titularidad y, 22 jornadas después, es el único futbolista del equipo azul que ha jugado todos los minutos. La semana que viene, si nada cambia, será el único en haber intervenido en todos los partidos, porque Fernández, el otro en jugarlo casi todo, será baja por acumulación de tarjetas.

Sus inicios en el Oviedo fueron buenos hasta que llegó Huesca, se despistó en una barrera, como él mismo reconoció, y la cosa fue a peor. Alcorcón o Sevilla contribuyeron al runrún sobre el equipo y también con intensidad sobre su figura. "No han sido momentos fáciles para nadie, lo hemos pasado muy mal", afirmó ayer, el día en que se recompuso con una gran actuación y mereció un aplauso público hasta de su propio entrenador: "Lleva muchos puntos. Es un portero extraordinario. Un profesional magnífico", dijo Hierro. Fue, también, una forma de reivindicar su apuesta. "Me alegro por él", concluyó el técnico.

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