Para el oviedismo, resultaba imposible no presenciar el choque ante el Nástic (rival liguero del domingo), junio de 2015, sin la sonrisa en la boca. Esa sonrisa propia de satisfacción cuando has cumplido tu trabajo. Había pasado una semana solo desde que David Fernández, de cabeza, enmudeciera el Carranza. ¿Y después? La fiesta desmedida. La más esperada en muchos años. De ahí que disputar un choque tan solo una semana después resulte un tanto extraño. Pero, cosas de la Federación, el Oviedo visitaba al Nàstic, en idéntico estado de euforia, para dirimir quién se proclamaba campeón de Segunda B. Fue un choque con claro carácter festivo.

Los 30 grados de aquel día y la humedad presente dificultaba las cosas para que se viera un buen espectáculo. Egea aprovechó aquel choque para darle protagonismo a los futbolistas que habían contado menos durante la promoción ante el Cádiz. El argentino eligió para el choque de ida un 4-1-4-1 con Gorka Magunazelaia; Diegui Johannesson, Charlie Dean, Sergio Sánchez, Redondo; Omgba; Sergio García, Dioni, Allyson, Borja Valle; y Diego Cervero. Solo Borja Valle repetía en el once respecto al duelo del Carranza. En la segunda mitad, ingresarían en el césped Christian Rivera, Bautista (titular también en Cádiz) y Emilio Morilla.

El Nàstic también hizo algunos relevos aunque mantuvo a ciertos titulares. David Rocha, que ficharía después por el Oviedo y que ha regresado este verano al Nàstic, comandaba el centro del campo. Los catalanes habían logrado el ascenso una semana antes ante el Huesca en su campo. Y el Oviedo dio la cara desde el primer momento, a pesar de su versión B, la alternativa al once tipo que había conquistado la gloria. Aunque la primera aproximación acabó en castigo severo para los azules. Lago Junior, ahora en el Mallorca, se internaba en el área pero Omgba, pivote único aquel día, llegaba en la ayuda. Del choque entre ambos salió un polémico penalti que Marc Martínez se encargó de transformar con tranquilidad.

El gol no alteró el guión, con el Oviedo mandando con la pelota. Omgba avisó con un disparo lejano y Sergio García hizo la igualada justo antes del descanso, con un disparo imparable que se coló por la escuadra de Tomeu.

En la segunda mitad apretó el Nàstic, que obtuvo el premio a los 65 minutos por medio de Marcos. El tramo final sirvió para ver el debut con el primer equipo de Emilio Morilla, centrocampista del Vetusta, que disputó los once últimos minutos del encuentro.

De los 14 futbolistas que intervinieron aquel día con la camiseta azul, solo quedan dos en el club: Johannesson, que por entonces tenía ficha del filial, y Dani Bautista, ahora delegado del primer equipo. Entre los restantes, hay dos futbolistas que militan en Segunda División este curso: Borja Valle, en el Deportivo, y Christian Rivera, que acaba de pasar de Las Palmas al Huesca. En Segunda B está el mayor contingente: Charlie Dean (Murcia), Sergio Sánchez (El Ejido). Omgba (Alcoyano), Allyson (Langreo) y Cervero (Burgos). Otros cuatro compiten en Tercera: Magunazelaia (Lorca), Redondo (Coria), Sergio García (Zamora) y Emilio Morilla (Marino). Por último, estaba Dioni, que este año juega en el Lech Poznan, de la Primera División de Polonia.

La continuación de aquel encuentro fue tres días después en el Carlos Tartiere. El Oviedo derrotó por 3-0 al Nàstic proclamándose campeón de la categoría. Fue el epílogo perfecto a un campaña que el oviedismo no olvida. Ahora, asentados en Segunda, el choque del domingo llega para Oviedo y Nàstic con unas condiciones muy diferentes. Los dos necesitan ganar para lograr sus metas: los azules escalar a la zona de promoción; los catalanes, huir del pozo que lleva a cuatro equipos a la Segunda B.