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Segunda División

Talento, lesiones y tabaco

Robert Prosinecki, fumador compulsivo, vivió su mejor temporada en España con el Oviedo | Antic fue su protector y su integración en la ciudad fue total

Talento, lesiones y tabaco

Eugenio Prieto y Enrique Casas se encontraban en Yugoslavia, destino habitual en los 90, para estudiar un mercado que siempre les había ofrecido grandes oportunidades. De aquellas interesaba un centrocampista rubio, elegante en la conducción, clave en el Estrella Roja con solo 18 años. Los Balcanes, cuna de talento. Los dos emisarios del Oviedo se hospedaron en el mismo hotel que el equipo, para reunirse con el técnico Sekularak, que no les había permitido seguir el entrenamiento. Querían obtener información sobre aquel centrocampista. Lo que vieron en el hall del hotel les sirvió de primera aproximación. Robert Prosinecki paseaba con el cigarro en la boca y la cajetilla en la mano. "No se me olvidará: era una cajetilla de Gitanes", cuenta Eugenio Prieto. Gitanes era una conocida marca francesa de tabaco negro, similar a Ducados. Prosinecki fue un talento incontenible, que acompaña sus actuaciones de lesiones y tabaco.

Radomir Antic, como sucedía con cada balcánico que aterrizaba en Oviedo, ejerció de algo más que de entrenador para Prosinecki. El centrocampista, amigo de su hijo Dusan, vivía solo en la calle Independencia y acudía a casa de los Antic (Gil de Jaz) para pasar algunas tardes en compañía. Cuando se le pregunta por aquellas visitas, Antic responde con ingenio. "La verdad que no le veía mucho. Yo estaba en el salón y él se iba a la cocina con mi mujer a fumar. No quería que yo le viera", comenta entre risas.

Aquella primera cita en un hotel de Belgrado no culminó en el fichaje inmediato del centrocampista. Para verlo de azul hubo que esperar otros tres años. Tras liderar a Yugoslavia a proclamarse campeón en el campeonato del mundo juvenil de Chile, la fama de Prosi se expandió. Entró en escena el Madrid y al Oviedo se le negó cualquier tipo de negociación. Firmó por los blancos, pero ahí, en el Bernabeu, apareció el rival más temible en su carrera: las lesiones.

Futbolista de cristal, a la falta de continuidad se le sumó la presión de un club como el Madrid para impedir ver su mejor versión durante las temporadas 1991-92, 1992-93 y 1993-94. 55 partidos en tres campañas fue un saldo insuficiente en comparación con las esperanzas puestas en él. El balcánico entendió entonces que debía buscar su sitio en otra plaza. El Oviedo de Prieto y Antic apareció en escena.

Prosinecki aceptó irse a Oviedo en una especie de rehabilitación futbolística. Sabía que con Antic en el banquillo tendría confianza en el campo. Su integración en el equipo y en la ciudad no fue difícil. "Teníamos un buen grupo humano, había mucha unión. Y Robert era un chaval abierto. No le costó adaptarse", relata el que era su entrenador. Prieto abunda en su personalidad: "Era muy cariñoso, y atento. Recuerdo que había un niño del Oviedo al que siempre le regalaba ropa que compraba. Tenía muchos detalles". Y añade: "En las camillas, con los fisios, siempre coincidían con los chavales y él se interesaba por los del filial o los juveniles. Les preguntaba que de qué jugaban, que cómo les iba. Ellos alucinaban".

En un entorno tan favorable, a Prosi no le costó destacar. Jugaba de pivote, pero con libertad para llegar al área rival. Le guardaba las espaldas Jokanovic, el perfecto escudero. Berto también le hacía parte del trabajo sucio. El balcánico disputó 30 partidos con los azules, 29 como titular, y anotó cinco goles. "Fue su mejor año en España, sin dudas. Aportó calidad al Oviedo y fue decisivo para que lucháramos por algo más que salvarnos del descenso. Nunca olvidaré el partido que hizo ante el Valencia", dice Antic.

El año fue rodado, en lo deportivo y en lo humano. Prosi fue feliz en Oviedo. "Le llamaban 'el feo', pero él se reía. 'Tú sí que eres feo', decía. Era muy querido en el vestuario", revela Prieto. "Siempre tuve una gran relación con él. Lo quise después para el Atlético, pero prefirió el Barça. Lo entendí", interviene el entrenador.

¿Y el tabaco? "Nosotros no nos metíamos, eso era cosa del entrenador", responde Eugenio Prieto. Cuando se le pregunta a Antic, este responde, simplemente, con una carcajada.

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