Carlos Granero fue el inquilino del banquillo cuando el Grupo Carso decidió dar un paso adelante y llevar la gestión del Oviedo. Antes, con Toni Fidalgo como presidente, el Oviedo había recibido el capital mexicano con Sarriugarte como entrenador y lo había relevado con Granero. Pero el punto de partida de la gestión de Carso se sitúa en enero de 2013, con el aterrizaje de Joaquín del Olmo en la capital de Asturias. A Del Olmo, Granero le dura algo más de un mes y es cuando Roberto Robles entra en escena. Sería el primer cambio de los siete ordenados por el máximo accionista en los últimos 7 años. A entrenador por año.
Tras Granero, Robles se hizo con el mando, pero los resultados no llegaron. Por eso, su ciclo en los banquillos del primer equipo se cerró al fin de esa campaña 2013/14, aunque siguió ligado al club en materia de cantera. Le sucedió Sergio Horacio Egea, la primera decisión directa de Arturo Elías, yerno de Slim, sobre los banquillos. La elección fue acertada y Egea comandó el equipo que hizo regresar al Oviedo al fútbol profesional.
Egea salió del Oviedo en marzo de 2016, cuando el equipo peleaba en puestos de play-off por el ascenso. No logró el equipo reponerse del golpe con Generelo, que solo aguantó hasta final de campaña. Fernando Hierro fue la segunda gran elección de Elías, y estuvo en el banquillo azul la campaña 2016/17. Le sucedió Juan Antonio Anquela, que aguantó casi dos temporadas, antes de ser sucedido por Egea, de nuevo Elías como garante, en su segunda etapa, mucho menos exitosa.
Rozada fue la última apuesta de Del Olmo antes de salir del club para darle un cambio de aire al Oviedo, pero la apuesta se esfumó ayer, cuando el club ha dado el último giro. Ziganda se convierte en el octavo entrenador que tiene el Grupo Carso en el Oviedo y llega con la misión de mantener a los azules en el fútbol profesional otro año más.
