La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los nueve de Carso

Robles, extécnico del Oviedo: “Cuando llegué al primer equipo se creó revuelo nacional por mi juventud”

“La llegada de Ziganda impulsó al equipo, hay apuesta por la cantera y creo que el equipo jugará el play-off”

Roberto Robles, extécnico del Real Oviedo, en la capital asturiana MIKI LOPEZ

 Roberto Robles (Gijón, 1987) se convirtió en febrero del año 2014 en el entrenador más joven de la historia del Real Oviedo, un récord que mantiene en la actualidad. Tenía 26 años y llegó al primer equipo directamente del juvenil. Dirigió doce partidos en Segunda B en la campaña 2013/2014: cinco victorias, tres empates y cuatro derrotas. Después regresó a la cantera y salió del club azul en 2017. Desde entonces, estuvo en las canteras del Alavés, Deportivo de la Coruña y Hércules. En la actualidad escucha ofertas.

–¿De dónde le viene la pasión por el fútbol?

–Me viene de casa. Lo viví desde crío por mi padre (Roberto Robles). Mi hermano también es entrenador, un primo mío jugó al fútbol… Somos una familia de balón. Empecé a jugar donde estudiaba, en el colegio Julián Gómez Elisburu (actual colegio Pumarín). Luego estuve en el Llano 2000, en el Revillagigedo… Lo dejé a los 16 años. Iba ir a un club, pero no me gustó el ambiente.

–¿De qué jugaba?

–Era mediocentro, pero con 16 años ya empecé a entrenar. Coincidió que el párroco de San Miguel, donde estudiaba, quiso organizar la sección de fútbol y buscaba a alguien interesado. Empecé entrenando a prebenjamines, de cinco o seis años. La visión de entrenador siempre la tuve.

–¿Su padre estaba muy encima de usted?

–No. Todo lo contrario. Nunca se metió en nada y no era habitual que fuese a los partidos o los entrenamientos. No era de los padres obsesivos y muchas veces mis partidos coincidían con los suyos. Luego estuve en la Quinta San Eutiquio, Llano 2000, Veriña, Astur y Oviedo.

–Un gijonés en el Oviedo, ¿escuchó comentarios?

–Hasta que llegué al primer equipo nunca se comentó nada.

–¿Cómo entró en el club?

–En el Astur coincidí con Juan Carlos López, “Herrera”, que entrenaba a los cadetes y firmó por el juvenil B del Oviedo, y buscaba un segundo entrenador. A su vez, Miguel León, que había entrenado al División de Honor, tenía relación con Fermín, director de la cantera, y me llamaron a mí para ir de segundo con Herrera.

–Era una época mala para el Oviedo.

–Mala, muy mala. El valor fundamental del club, para mí, era Fermín. Fue una pieza angular que salvó la cantera. Si él no hubiese hecho muchas cosas, hoy en día la base tendría mucha dificultad. Otra pieza clave fue Silva, que también fue esencial para el Oviedo.

Cuando yo era el entrenador hablamos varias veces con Arturo. Y al año siguiente, el del ascenso, lo conocí en persona. Siempre mostró mucha cercanía con la gente del club y con la primera plantilla. Recuerdo cuando él y su familia estuvieron en el hotel de concentración antes del partido de play-off. La llegada de Arturo al club fue muy importante. Si no, a saber dónde estaría el Oviedo.

–¿Estuvo mucho como segundo entrenador?

–Estuve un año con el juvenil B. Al año siguiente, Fermín cogió el juvenil A y se consiguió el ascenso. Luego pasé a División de Honor, todavía como segundo. Fermín me pidió que echase un cable en la metodología, Fidalgo se fue al Caudal y entonces me pasaron al juvenil A, de División de Honor, como primer entrenador. Coincidió con el cambio de El Requexón a Tensi. Se cambiaron rutinas y confeccionamos un juvenil distinto. Recuerdo que firmamos a Jimmy. También estaba Lucas.

–¿Cómo era Jimmy?

–Era importante dentro del equipo. Luego salió cedido y más adelante lo repescamos otra vez. Teníamos un buen juvenil. Guardo un gran recuerdo del equipo.

–¿Cómo consiguió llegar al primer equipo?

–Joaquín (Del Olmo), que había llegado hace muy poco al Oviedo, me comentó que podría haber cambios. Él empezó a ver la dinámica de la cantera y estaba muy contento con el juvenil. Me dijo que estuviese preparado, que en un futuro podría haber cambios y que no sabía en qué podía acabar la situación.

–¿Pensó que eso significaba que podría llegar al primer equipo?

–Ni me lo imaginé. Ni por asomo. Cuando despiden a Granero era domingo y mí me llamaron el martes. Me reuní con Joaquín y con Carmelo del Pozo en un hotel. Me preguntaron si me atrevía a coger el primer equipo y que en ese caso llegaría hasta el siguiente partido, ante el Avilés. Me avisaron de que estaban valorando más opciones para el banquillo, pero que si la dinámica del primer equipo que yo pudiera establecer era buena, no descartaban que me pudiese quedar.

–¿Le sorprendió?

–Me lo tomé con naturalidad. No me volví loco. Me di cuenta que en el club estaba valorado y que podía ayudar en esa situación. Era un reto personal para mí: probar si era o no capaz de gestionar ciertas cosas.

–Había jugadores más mayores que usted, ¿cómo lo gestionó?

–Con los jugadores no tenía trato, pero en la primera charla fue todo muy normal. A ellos les chocó mi llegada al principio, pero yo no percibí nada raro. Todo lo contrario. Fui claro con ellos y les dije lo que me había dicho el club. También les hice saber que teníamos recursos de sobra para competir los partidos.

–¿Qué tal fue esa semana?

–La dinámica de trabajo fue muy buena, como suele pasar cuando hay un cambio de entrenador. El partido ante el Avilés era un reto y el inicio fue caótico. Javi Hernández cae lesionado y entró Pardo. Lo hicimos bien la primera parte y fuimos superiores en la segunda. Sacamos el partido adelante.

–¿Tras esa victoria le dijeron que se quedaría como entrenador?

–Ese mismo día me dicen que de momento sigo de entrenador, pero que si hubiese cambios me lo dirían. El miércoles me comunican que ante el Guijuelo también dirigiría y que tiene pinta que me pueda quedar. Que si se hiciese un buen partido, podría ser. Ganamos al Guijuelo, me lo dijeron ese mismo día y ya se comunicó oficialmente.

–¿Le cambió la vida?

–Fue un cambio importante. Tenía 26 años, entrenaba el juvenil, estaba en las prácticas de la carrera de Magisterio… A nivel de afición no tuve nunca ningún problema y la gente era respetuosa, pero notaba que me conocían por la calle. La prensa me respetó. Era el entrenador más joven de la historia del Oviedo y eso se comentaba. En ese momento, también era el más joven de Segunda B, Segunda y Primera.

–¿Tenía mucha presión?

–Las oportunidades para alguien de la casa, sea entrenador o jugador, suelen llegar en momentos complicados y eso hay que tenerlo muy en cuenta. Sí que intentamos aislarnos un poco mediáticamente, con David Mata como jefe de prensa. Había muchas peticiones. Que si Movistar quería hacer no sé qué, que si un periódico quería hacer lo otro. Hubo revuelo a nivel nacional por mi juventud y lo intentamos parar. Ni el club ni yo queríamos tener mucha exposición. Hubo un momento en el que el foco se ponía demasiado en mí, y no era lo necesario para el grupo ni para el club, que estaba en plena reconversión tras la llegada de Joaquín, que ya tenía contacto con la plantilla, con la prensa… Todos queríamos jugar el play-off y nos concentramos en eso.

–¿Mantiene relación con Joaquín del Olmo?

–Tengo relación puntual. Si surge algún tema de fútbol o coincidimos, hablamos. La relación acabó bien, no hubo problema. Ni con él, ni con el club.

–Dirigió doce partidos, ¿con qué se queda?

–Hay muchas cosas positivas. Por ejemplo, la experiencia de estar en una competición que no tenía nada que ver con lo que conocía. También la magnitud del club. Para mí, fue un aprendizaje. Pero sobre todo me quedo con las relaciones que estableces con el jugador siendo entrenador. La gente piensa que un futbolista es alguien fuerte que no tiene preocupaciones. Eso no es así. Un futbolista es un trabajador, que juega para él y muchas veces para su familia. Y, además, en Segunda B no se cobran dinerales que vayan a cambiar la vida de nadie. Ver eso de cerca me cambió la mentalidad.

–Acabó la temporada y usted no siguió de entrenador, ¿lo entendió?

-Sí, sí, sí. Y creo que fue la decisión más lógica. Hay un momento en el que se valoró la opción de que yo me quedase de entrenador. Pero si hubiésemos empezado mal, podría ser sinónimo de un extra de presión increíble. Yo ya sabía los fichajes de esa temporada. Esteban, Borja Valle, Héctor Font…Ya los teníamos decididos.

–¿Qué hizo?

–Me quedé en el cuerpo técnico en el año del ascenso y también el curso siguiente, pero el club quiso estructurar toda la base de la cantera para dar un salto. Se crearon nuevos departamentos y se impulsó el de metodología. Por la mañana estoy con el primer equipo y por la tarde, con la cantera. En verano tuve ofertas para entrenar fuera, pero me gustaba el proyecto que quería montar el Oviedo y no consideraba que esas ofertas fueran lo mejor para mí. Después Juan Fidalgo coge el filial, pero yo ya no podía compatibilizarlo todo y me quedé solo en la cantera. A partir de ahí, me lo tomé como un reto nuevo para que la cantera del Oviedo regresase a donde le correspondía.

–¿Por qué salió del club en 2017?

–El club me hace llegar que quiere dar un cambio en la estructura. Y consideraron que la responsabilidad la tenían que tomar otras personas. Yo tenía apalabrada la renovación y cerré las plantillas de ese verano y todo el organigrama. En el último momento, el club decidió cambiar el camino y tomó la decisión que tomó.

–¿Le dolió?

–Veía que podía acabar ocurriendo, pero me dolió porque me lo comunicaron en tiempo y forma no adecuados. El verano anterior tuve la oportunidad de fichar por una cantera de Primera División y se lo notifiqué al club. Me dolió porque yo siempre fui de frente con el Oviedo, aunque es una situación del fútbol.

–¿Usted es oviedista?

–Claro. Siempre. Mantengo relación con gente del club, bajo a El Requexón a ver fútbol y le tengo mucho cariño.

–¿Y qué le parece el Oviedo actual?

–Todos queremos verlo en Primera, pero esas urgencias a veces marcan. La Segunda es muy larga. Las típicas frases que se repiten son ciertas. El club solventó una situación difícil hace dos años, con la salvación. La llegada de Ziganda impulsó todo de una manera transversal y hay una apuesta clara por la cantera. 

Compartir el artículo

stats