El Oviedo es una estampida: victoria redonda, 3-0 ante el Mirandés

Los azules, en una de sus actuaciones más convincentes, aplastan a su rival, suman su sexta victoria consecutiva y se sitúan momentáneamente quintos

Nacho Azparren

Nacho Azparren

¿Síntomas de relajación? ¿Autocomplacencia? Imposible. No ha dado pistas el Oviedo en toda la campaña de arrebujarse en los halagos y no parece que lo vaya a hacer ahora, inmerso como está el equipo en un último esfuerzo, un sprint final que le acerca paso a paso a la meta más ilusionante en muchos años. No, este Oviedo no baja el pistón y si alguien tenía alguna duda habrá quedado convencido cuando al minuto de juego Sangalli buscó la red con un derechazo que Lizoain mandó a córner. Fue el primer gesto de una tarde redonda, un brindis al optimismo. Fue un 3-0 ejecutado con el mayor de los convencimientos que deja al equipo quinto momentáneamente y eleva a seis el número de triunfos seguidos.

3
Real Oviedo
0
Mirandés
1-0, min. 12: Obeng. 2-0, min. 56: Bastón (penalti). 3-0. min. 76: Montiel
Real Oviedo
Femenías (2);
Isaac (2), Costas (2), Calvo (2), Cornud (1);
Sangalli (3), Luismi (2), Mier (2), Viti (1);
Bastón (2), Obeng (2).
Cambios

Borja (1) por Viti y Rama (1) por Obeng, min. 65.
Montiel (2) por Sangalli y Jimmy (1) por Mier, min. 73.
Matheus (1) por Bastón, min. 78.

Mirandés
Lizoain (1);
Carreira (1), Arroyo (1), Sáenz (1), Imanol (1);
Álex López (1), Messeguer (1);
Brugué (1), Riquelme (1), Hassan (1);
Camello (1).
Cambios

Agirre (1) por Hassan, min. 64.
Rey (1) por Álex López y Iago López (1) por Carreira, min. 74.

Árbitro: Caparrós Hernández (valenciano). Amonestó al local Jimmy y al visitante Saénz.
Carlos Tartiere, ante 15.108 espectadores.

Como ya se ha dicho, Sangalli abrió la veda cuando miles de espectadores aún se acomodaban en sus asientos. La hora del partido cortaba cualquier intento de sobremesa, prohibidos el café y el chupito. La entidad de la cita obligaba a llegar puntual. 

El Oviedo invitó a que la gente se adaptara a la trascendencia de la tarde con una potente puesta en escena. El equipo jugó el balón rápido, encontró espacios y, lo que es más importante, sometió al Mirandés en cada balón dividido. Los de Etxeberría, virtualmente salvados, salieron con ese punto de relajación que da avanzar alejado de la ladera. El Oviedo se lanzó a por el cebo y logró hacer sangre en cada error en la salida de la jugada rival.

Así llegó el gol. El zarpazo fue obra de Obeng. Y la acción tiene algo de resumen de la aportación del ghanés. Un minuto antes del delirio, el delantero se había encontrado con una pelota mansa en el área. En vez de rematar, Obeng se enredó con el balón. Tropezó con la alfombra y cayó de bruces. No se había recuperado de costalazo cuando Sangalli recuperó un balón en la salida rival y le sirvió otra oportunidad al espacio. En esta segunda acción, en clave de venganza, el africano mutó de delantero torpe a ágil atleta. Condujo, acomodó el cuerpo y definió con la zurda a la red. En 2 minutos, Obeng en estado puro. Desesperación y éxtasis para un atacante de difícil definición. Esencial en todo caso en los planes del Cuco en casa.

No es que el tanto despertara al Tartiere porque el estadio apretó desde que el speaker pronunciara los nombres de los protagonistas, ni tampoco activó al equipo porque ya estaba firmando una de las puestas en escena más convincentes del cursos. Pero el gol le dio poso al equipo, le confirmó que el guion era el acertado. Y mantuvo al Mirandés desnortado. 

El peligro de los visitantes se limitaba a cuando Camello y Riquelme encontraron espacios para correr. Y como eso sucedió muy pocas veces, Femenías vivía la tarde con sosiego.

Un derechazo de Mier que silbó junto al poste de Lizoain fue la última acción de peso en una primera parte que envejeció con el Mirandés tratando de ganar terreno por los costados y el Oviedo frenando cada intento enemigo.

No dio tampoco síntomas de relajación el equipo de Ziganda tras el receso por vestuarios. Porque reforzó incluso su actitud de ir a por el partido. Obeng cabeceó arriba de primeras y Costas se encontró con Lizoain en una jugada de laboratorio. A la tercera, premio. Fue una jugada embarullada en la que Sangalli fue el más listo. Tocó justo antes que Saénz y este le tocó en el intento de despeje. El detector del VAR lanzó un zumbido: penalti que confirmó el árbitro en la pantalla. Bastón ejecutó con decisión para poner el segundo. Un premio merecido.

Llegaron los movimientos desde el banquillo pero apenas se alteró el guion, con el Oviedo dueño de cada momento del choque. Aunque lo intentó el Mirandés en las pocas ocasiones en las que encaró con velocidad el campo rival. Ziganda intridujo a Rama y Borja con la misión esencial de anestesiar el partido, de quitarle la pelota al Mirandés y, de paso, las ganas de remontada.

Pudo el equipo de Etxeberría meterse en la pelea, pero apareció un protagonista que ha ganado peso según avanza el campeonato: Femenías. El meta sacó una mano enérgica al intento de Iago. La importancia del gesto aumentó cuando en el córner que siguió a la parada, el Oviedo exageró el mal balance del Mirandés con una contra sencilla. Borja lanzó a Montiel y esté encaró el área desde lejos. Optó por definir de zurda y el balón se coló entre las piernas de Lizoain.

Ahí sentenció el choque el Oviedo, por si quedaba alguna duda. Un ejercicio maestro de un equipo que no duda, que muestra una convicción que cada semana le añade registros al juego. El mejor Oviedo, en el mejor momento. Tres puntos más, una fecha menos. El play-off cada vez está más cerca.

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