Opinión | canta y no llores

La opinión de Xuan Fernández sobre la actualidad del Oviedo: Una cuestión mental

Para dar un salto a Primera hay que ser y pensar a lo grande y el Oviedo tiene que creerse que es capaz de ascender

Una cuestión mental

Una cuestión mental / Miki López

Para creer: el Oviedo llega a la parte decisiva de la competición con las opciones intactas de poder ascender. Si hoy se acabase la Liga, los chicos de Carrión jugarían la promoción, el eterno objetivo.

Para dudar: la versión de las últimas semanas –Elche al margen– no ha sido la mejor. El equipo no está seguro del todo. Prueba de ello es el empate ante el Mirandés, un partido para borrar del recuerdo.

Pero que nadie se confunda: así está la Segunda. El más fuerte mentalmente gana. Y por ahí es donde tiene que hacer un esfuerzo el Oviedo, porque sin duda la fatiga es más de cerebro que de piernas. El partido ante el Mirandés fue la prueba. Un equipo nervioso, titubeante, que sabe que está cerca de algo grande, pero no se cree capaz de tocarlo con las manos. Un nerviosismo que se trasladó de lleno a la grada, más alterada de lo recomendado para citas de altura. Un mal de altura, en fin, que urge curar para todo lo que queda. Es necesario un reseteo. Disfrutar del camino.

Decirlo puede sonar a chiste, pero es la única solución. Los que mandan en el club están centrados en quitarle presión a los jugadores porque creen que es esencial tener frescura y atrevimiento. Que eso marcará la diferencia. Tiempo habrá en junio, cuando todo acabe, para poner notas, pero ahora no es el momento de fijarse para mal en este o en aquel. Como los que esperan con ganas –no se sabe muy bien por qué– a Borja Sánchez por tirar un balón fuera saliendo cinco minutos. O los que critican a Paulino por salir e intentar tener la pelota. Serenidad, eso necesita ahora mismo el Oviedo, tendente del blanco al negro en solo dos semanas.

Para dar un salto a Primera hay que ser y pensar a lo grande, en el campo y en los despachos, del primero al último. Lo de una parte se traslada a la otra. Es una cuestión, se ha dicho, de mentalidad. Por eso el reto es tan complicado, porque el Oviedo viene de donde viene. De la caída al barro y de la vuelta a la élite, pero sin un proyecto definido hasta ahora.

Cambiar mentalidades es complicado y bien lo está sufriendo Pachuca desde que aterrizó en la entidad, como lamentan constantemente en El Requexón. Hay departamentos de la entidad que han entendido los aires de cambio, pero hay otros que siguen funcionando como si el Oviedo fuese un club de Tercera División. Cuando ese engranaje funcione de forma coral, cuando el equipo se crea que puede estar en Primera, habrá posibilidades de ascender.

Luismi es un jugador insustituible en el Oviedo y sin él el equipo pierde músculo y presencia en el centro del campo. Esto no supone una crítica a Jimmy, un pivote que aporta en la plantilla, pero con unas características físicas muy diferentes. El recambio real de Luismi sería Homenchenko, que casi no está entrando.

Roberto Suárez, director deportivo, es tímido, reservado y huye de los focos. Nada protagonista. Recientemente se abrió en canal en una entrevista oficial de LaLiga, reproducida en estas páginas, en la que da cuenta de su profesionalidad. A menudo criticado de forma injusta, más en la redes que en la calle, Suárez aprueba con nota desde su nombramiento.

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