Entrevista | Ramón Rodríguez González Director de Atención Sanitaria y Salud Pública del Área VII (Mieres)

"Un directivo sanitario tiene que tener mente del día a día"

"Hacen falta más recursos humanos, pero reducir todo esto a números sería equivocarse: hay que ver cuál es el objetivo y adónde queremos llegar"

Ramón Rodríguez González, en Mieres.

Ramón Rodríguez González, en Mieres. / A. V.

Andrés Velasco

Andrés Velasco

Ramón Rodríguez González (Avilés, 1968) es hoy el director de Atención Sanitaria y Salud Pública del Área VII (Caudal). Anteriormente, fue jefe de Urgencias del hospital mierense. Un hombre afable, amable, médico vocacional... En cada palabra que pronuncia respira pasión por la medicina. Una medicina y un sector, el sanitario, que a su juicio, debe seguir mejorando y evolucionando conforme a los tiempos.

Vayamos unos años atrás. ¿Por qué medicina?

Tenía claro desde pequeño que lo mío eran las ciencias naturales. Me gustaban la naturaleza, los animales, las plantas... A medida que fui creciendo, en el colegio iba viendo Biología, Naturales... Veía los programas de Cousteau. De pequeño me encaminaba a veterinaria. Pero recuerdo que, con nueve años, tuve una conversación con mi madre. Me dijo: "Puestos a hablar de curar, ¿no te parece mejor curar a las personas?". Me quedé parado. Pensando. Y ahí dije: "Tienes razón". Y me enfoqué a la medicina y no cambié. Fue totalmente vocacional.

¿Dónde estudió y se formó?

Lo hice en la Universidad de Oviedo, y nunca me planteé marcharme. No me fui de Erasmus, no quise irme. Aquí hay un gran nivel, e hice lo que quería. Preparé el MIR en Asturias, en la Academia, y elegí el antiguo Hospital de Murias para hacer la residencia y formarme en medicina familiar y comunitaria. Fui de la segunda promoción que salió de ese hospital.

¿Qué le llevó a la medicina de familia?

La formación, por lo general, te lleva a querer superespecializarte en algún área. Pero después, cuando empiezas a ver las especialidades concretas, en mi caso, no quería quedarme viendo solo una parte de la medicina. Siempre me interesó un concepto médico integral: ver a la persona y todo lo que le pueda pasar. No solo quedarme con un órgano. Me gustaban digestivo y cardiología, pero con el tiempo me di cuenta de que quería saber sobre todo lo que le podía pasar a una persona.

Actualmente es director de Atención Sanitaria y Salud Pública, un trabajo más de despacho. ¿Deja uno de ser médico cuando se dedica a la gestión?

El trabajo es distinto, pero nunca se deja de ser médico. Lo mío es vocacional. Y, de hecho, ésta es una profesión en la que no estás de ocho a tres y luego dejas de ser médico. Lo eres siempre. También con tu familia, con tus amigos, con tus conocidos. A todo el mundo le interesa y tiene preguntas que hacerte. E incluso en la gestión tampoco dejas de serlo, porque hasta ciertos niveles directivos es necesario que tengas una mente de profesional sanitario del día a día para tomar decisiones. Tienes que conocer bien el mundo en el que te mueves, las características de las personas que trabajan contigo, de todos los grupos profesionales y de los pacientes. Esas decisiones para llegar al objetivo, que es mejorar la atención al paciente, tienen que estar basadas en todo ese conocimiento. Y hay que escuchar a todos los profesionales, que son los que aportan ideas para ver el camino que conduce a la mejora.

¿Consulta telefónica? La fórmula de valoración preferible es ver, hablar y explorar a un paciente

¿Le gusta más el estetoscopio o el bolígrafo?

Me gustan los dos. Y no creo que sean excluyentes. Para poder gestionar y sopesar mejor las decisiones que tomar, siempre tienes que ser médico. Disfruté muchísimo viendo pacientes, que es para lo que me formé toda la vida. Y también me gusta el trabajo que hago ahora, porque llegué a él queriendo mejorar lo que estás haciendo.

Acaba de decir que disfrutó viendo pacientes, pero que su trabajo actual le gusta...

Hombre, si me dices que tengo que elegir, y llega el momento en la vida en que lo tenga que hacer, siempre elegiré el estetoscopio.

Dirigió Urgencias en el nuevo Hospital Álvarez-Buylla ¿Qué recuerdo tiene?

Tengo recuerdos muy buenos. Yo me formé en el antiguo Álvarez-Buylla, en Murias, que se quedó pequeño. Hacíamos muchas cosas con aquellos recursos. Y de repente aparece el nuevo Álvarez-Buylla, tengo la opción de venir a dirigir Urgencias y poner en práctica todas aquellas ideas que tenías para mejorar la calidad de atención al paciente.

¿Cómo es la vida en Urgencias? ¿Se parece a las películas o series que vemos?

No tiene nada que ver, desde luego. La ficción tiene que meter cosas espectaculares, pero no es así. De hecho, a mi hija pequeña, que quiere trabajar en el ámbito sanitario, le gustan este tipo de series. Yo le digo "¿No pensarás que esto es así? No te metas en medicina por esto, porque no tiene nada que ver". Por suerte, ella sabe lo que es porque ve a su madre [Pía Giménez, directora de Admisiones en el hospital mierense], me ve a mí, y sabe que es algo vocacional, donde pasas muchas horas fuera de casa, que te llevas los problemas cuando llegas, de los casos que te dejan huella. Y aprovecho: hay algo que especialmente no me gusta de las series médicas, que es que todo gira en torno a una persona, y el trabajo sanitario es en equipo. No hay nada que se haga solo, hay muchísimos profesionales sanitarios y no sanitarios: aquí hay físicos, ingenieros, electricistas, informáticos, limpieza..._Y todo es una cadena que funciona. No hay una única figura.

Las consultas telefónicas o videollamadas deben ser una herramienta de apoyo, no sustituir a la presencial

¿Qué tiene que tener un buen médico en esta área que requiere de atención inminente?

Sobre todo, conocimientos. El trabajo en la urgencia afecta a todas las especialidades y tienes que tener un montón de conocimientos y estar actualizado, tienes que estar en continuo aprendizaje. Pero además, tienes que tener una serie de habilidades. Destacaría la capacidad de observación, que te permite saber rápidamente lo que está ocurriendo. Hay que sacar información de la cara de un paciente, de cómo te dice o cuenta las cosas, de cómo se mueve, de cómo respira... Y, aparte de eso, tienes que tener habilidades de comunicación para extraer la información que necesitas y para comunicar la tranquilidad que el paciente necesita hasta que lleguen los resultados. Y hay que tener claro que es un trabajo en equipo. Y luego una equilibro entre la calma y el autocontrol para ser reflexivo, con tomar decisiones rápidamente.

Ya ha pasado lo peor de la pandemia, aunque ahora haya un repunte de contagios. ¿Cómo les afectó emocionalmente aquello días?

Nos afectó doblemente. Primero como a todo el mundo: algo nuevo, desconocido, que no sabíamos cómo iba a evolucionar. Todo eso generaba ansiedad. A todos. Todos teníamos miedo, incertidumbre. Y en el caso ya del personal sanitario, había que sumar que, con todo eso encima, éramos los responsables de prestar atención a las personas. Con todo el desconocimiento que había, teníamos esa responsabilidad de tener que responder ante algo desconocido. Y eso emocionalmente era tremendamente duro.

Entiendo que, cuando uno es médico, se asume que perderá algún paciente. Pero la pandemia fue algo que segaba vidas en masa. ¿Cómo se lleva?

Todo el mundo que estuvo en primera línea sabe lo tremendamente duro que fue. Para los que estaban atendiendo directamente a los pacientes, para la gente que gestionaba para tener preparados protocolos para dar solución a todo eso. Fue un trabajo tremendo, y generó mucho estrés.

¿Se sigue notando en las listas de espera los efectos del covid?

Siempre que tienes algo que afecta a tu vida habitual, se tarda en recuperar. Date cuenta de que fue una pandemia mundial, que afectó a la vida diaria, a la posibilidad de salir a la calle, al trabajo, a las empresas, a gente que perdió el trabajo, al miedo que teníamos a llevar la enfermedad a la familia... Todo aquello que causa un impacto tan brutal tarda en volver a la normalidad. Mire, primero tienes que recibir el impacto. Luego tienes que adaptarte a eso y tomar soluciones. Luego tienes que empezar a recuperarte. Y, por último, hay que recuperar el músculo para ponerte donde estabas antes. Y eso lleva tiempo. No se hace de un día para otro. Y va a llevar un tiempo para volver a donde estábamos.

Tras la pandemia, se incrementó el 44 por ciento la matriculación en estudios sanitarios

¿Se aprendió algo de aquello?

Yo creo que sí que aprendimos. A nivel del sistema sanitario, lo que hizo la pandemia fue una prueba de estrés. La fortaleza, el aguante y su capacidad de adaptación. Aprendimos a nivel organizativo, de coordinación; los hospitales hablaban entre sí para poner en marcha diferentes acciones que a lo mejor no se habían hecho en otro lado, para compartir recursos... Y, para mí, una de los aprendizajes más importantes fue constatar la enorme riqueza de recursos humanos del sistema sanitario. La gente tuvo que trabajar con sus miedos y sus incertidumbres, y doblando turnos, sustituyendo a compañeros que caían enfermos... Todo ello sin saber al principio a qué nos enfrentábamos. Luego ya se sabía algo más, pero era difícil combatirlo. La respuesta del sistema sanitario y del personal fue increíble. Y, a nivel social, también se aprendieron cosas, pero lo cierto es que todos los cambios cuestan, y lo que queríamos era recuperar nuestra vida cotidiana cuanto antes sin pararnos a pensar. Mire, el covid lo que nos mostró es que en un par de meses apareció algo que nos cambió totalmente la vida.

En la pandemia se tiró mucho de consulta telefónica para evitar aglomeraciones en los espacios. Y aún se siguen realizando. ¿Se puede diagnosticar bien sin ver a un paciente?

La pandemia nos obligó a adaptarnos, y lo que se hizo fue adaptarse a las restricciones, a la situación. Y lo que tratamos fue de seguir prestando los servicios sanitarios minimizando riesgos. La consulta telefónica, la videollamada o la consulta virtual colaborativa son herramientas que ya se venían utilizando, pero de forma complementaria. La evaluación de los pacientes tiene que disponer de suficientes herramientas, pero no son sustitutivas de la consulta presencial. A nivel médico, está claro que la fórmula de valoración preferible es ver, hablar y explorar a un paciente.

¿Cómo valora la sanidad asturiana?

Para mí, muy buena, lo tengo claro. No sólo lo digo yo. También cuando ves las valoraciones que hacen los usuarios, la asturiana está entre las más valoradas de España. Es una realidad. Aunque da la sensación de que decir que tienes una valoración muy buena es que es perfecta. Pero no es así. Tenemos algo que sabemos que es muy bueno, pero que tenemos que mantener. Y, desde el punto de vista de un gestor, mantener algo muy bueno es mejorar e intentar mejorar siempre. Ahora mismo, mejorar el sistema sanitario pasa por adaptarlo: no tenemos la misma sociedad de hace veinte años. Tenemos expectativas diferentes, unas necesidades percibidas diferentes, una tecnología distinta, unos medios diferentes... Y todo eso tenemos que conjugarlo para prestar la mejor asistencia sanitaria posible.

¿Y la del área VII (cuenca del Caudal) en particular?

Exactamente igual. Pero eso no significa que hayamos caído en la complacencia. Nuestra meta es mejorar, siempre escuchando a los pacientes y a los usuarios de los servicios sanitarios, pero también a los profesionales que trabajan en ella. Trabajando en las cosas todo se puede mejorar, pero obtener el cien por cien de lo que todo el mundo quiere es imposible. Por eso la base de todo trabajo conjunto es llegar a un objetivo común, que va a implicar un esfuerzo por todo el mundo, desde los que deciden cuánto dinero se destina hasta los equipos directivos, los profesionales y también los propios pacientes.

¿Hacen falta más médicos?

Hacen falta más recursos humanos: eso lo tiene todo el mundo claro. No solo médicos. Insisto en que esto es un trabajo de equipo, y se necesita personal médico, de enfermería, personal no médico... Y eso está todo medido. Se sabe cuántos profesionales se van a jubilar de aquí a equis años, cual es la ratio ideal de pacientes por médico, cuanta enfermería... Eso todo está medido, y a nivel general está claro que en términos numéricos va a necesitarse un recambio muy importante. Pero, a su vez, creo que reducir todo esto a números sería equivocarse. No sólo es un problema de números, sino de replanteamiento. Hay que ver cual es el objetivo, adónde queremos llegar, qué necesitamos, qué cambios tenemos que hacer para llegar, y que los cambios que hagamos tengan la suficiente capacidad adaptativa para amoldarse al paso del tiempo.

¿Cómo animaría a los jóvenes a que estudien medicina?

A mí me encanta esto, y además la gente lo nota. A nivel personal, yo digo que si te gusta es una de las profesiones más bonitas del mundo. Puedes ayudar siempre: en el trabajo, en tu vida personal, en la playa, en la piscina, en cualquier momento que se necesite esa ayuda. Interés en la medicina hay. Tengo unos datos del 2022. En ese año, aprobaron la EBAU unos 200.000 alumnos en España, y pidieron como primera opción medicina 77.000. Eso es muchísima gente. Las notas para entrar en las profesiones sanitarias son las más altas. Se está quedando mucha gente fuera. Y después decimos que faltan profesionales. El análisis tiene que ser profundo. Pero creo que existe vocación. Mire, después de la pandemia, creció un 44 por ciento el interés por entrar en las carreras sanitarias. Aquí tenemos un programa de visitas con los institutos para que, cuando en primero o segundo de Bachillerato tienen que decidir a qué dedicarse, puedan conocer de primera mano las diferentes áreas de nuestro sector.

En Mieres se logró recuperar el plan MIR para medicina y enfermería. ¿Es vital para la sanidad tirar de estos residentes?

Es fundamental. Perder la formación fue una de las cosas más duras que nos pasó. Yo fui tutor de residentes en el antiguo Álvarez-Buylla, y siempre se ha entendido que la formación es algo vital para un área sanitaria. Para el residente, es la manera que el estudiante tiene de formarse y ser un especialista que será el recambio del que está ahora. Y, para el profesional, supone un acicate para mantenerte al día y estar actualizado, y fomentando ese interés para la formación continua, que para nosotros los médicos es fundamental. Recuperar esa formación MIR en medicina y enfermería es vital, también porque los profesionales que acaben su formación aquí conocen el área y pueden ser un recambio para el personal actual.

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