Es probable que muchos de nosotros tengamos que ponernos en manos de un cirujano en algún momento de la vida. Patologías más o menos graves que nos van a obligar a pasar por un quirófano. 

Este tipo de procedimientos suponen una clara agresión al organismo, y por eso los especialistas de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), subrayan la importancia que ante un procedimiento quirúrgico tiene la alimentación. 

Los expertos en endocrinología explican que “es fundamental llegar a la cirugía con un estado nutricional óptimo para así poder disminuir las complicaciones, también infecciosas, facilitar la cicatrización de las heridas quirúrgicas y conseguir una recuperación más rápida”.

Qué y cuánto comer antes de una operación

Aunque no siempre es posible, porque a veces las operaciones se realizan de forma urgente, hay que prepararse nutricionalmente para entrar en el quirófano. Todos los grupos de alimentos son importantes, pero los especialistas de la SEEN señalan algunos alimentos esenciales para afrontar una cirugía.

El primero de ellos son las proteínas de origen animal, como las carnes magras (pollo, pavo, cerdo, jamón, etc.); el pescado y el marisco, los huevos y los lácteos.

La importancia de consumir este tipo de alimentos es porque, como explican los nutricionistas:

  • “Contienen aminoácidos esenciales que ayudarán a reparar los tejidos dañados y cicatrizar adecuadamente las heridas”.

Así, que lo mejor es incluir alguno de estos alimentos en cada plato que ingiramos. 

El segundo grupo de alimentos son las frutas y verduras, en toda su variación y colorido.

Los especialistas de la SEEN explican que estos productos “alivian y protegen al organismo del estrés oxidativo además de fortalecer el sistema inmune”. 

En cuanto a las cantidades, el mínimo está en tres piezas diarias, incluyendo siempre un cítrico, y dos platos de verdura. 

Por último, hay que incluir dos o tres veces a la semana una buena ración de omega-3.

¿Cómo? Consumiendo pescado azul (atún, caballa, salmón o sardinas, por ejemplo), semillas de lino y frutos secos, sobre todo nueces. 

¿Y por qué es importante el omega-3? Pues porque como explican los endocrinos “es un potente antiinflamatorio que aliviará la agresión de la cirugía”. 

Los endocrinos señalan que es fundamental llegar a la cirugía con un estado nutricional óptimo.

Durante la estancia hospitalaria

En el caso de que la intervención obligue a permanecer ingresado durante más o menos tiempo, los profesionales sanitarios determinarán la mejor dieta en función del tipo de operación y de la situación clínica del paciente. 

Lo más usual es que tras la cirugía la dieta sea a base de alimentos blandos y de fácil digestión. Y a veces, puede requerir tomar suplementos nutricionales. 

En cualquier caso, los expertos explican que “el objetivo principal de esta etapa es evitar el riesgo de desnutrición que pueden provocar que la recuperación sea más lenta, la estancia hospitalaria más larga y que aparezcan nuevas complicaciones”.

¿Y después del alta?

Con el alta llega el momento de descansar en casa y recuperarse. Y las recomendaciones de los endocrinos para este momento sigue la línea de comer de forma saludable y equilibrada. 

Se debe seguir tomando:

  • "Proteínas de diferentes fuentes para recuperar la masa muscular perdida y ayudar a cicatrizar las heridas
  • Frutas y verduras para aportar antioxidantes y fibra
  • Alimentos ricos en omega-3 para ayudar a modular la inflamación que haya padecido”. 

A esto hay que añadirle la hidratación. Debemos asegurarnos de ingerir una cantidad de agua y líquidos diarios suficientes para recuperar todo el líquido perdido durante la cirugía. 

Además, “en determinadas cirugías es necesario realizar recomendaciones nutricionales más individualizadas, que su médico le aconsejará”. 

Es importante llevar un registro del peso tras recibir el alta.

Objetivo: evitar la desnutrición

Tras algunos tipos de operaciones quirúrgicas el paciente puede sufrir problemas relacionados con la alimentación, como: 

  • Pérdida de apetito.
  • Problemas para tragar.
  • Saciedad precoz.
  • Estreñimiento o diarrea. 
  • Dolor. 

Todo ello puede llevar a que no comamos lo suficiente en un momento en que nuestro organismo necesita recuperarse, lo que incrementa el riesgo de desnutrición.

Para evitar esto y atajarlo lo antes posible, los especialistas de la SEEN recomiendan realizar:

  • "Un control de su peso corporal registrándolo regularmente cada 15-20 días. Si tiene pérdida de peso involuntaria debe avisar a su médico, ya que es posible que no esté cubriendo sus demandas energéticas o que esté perdiendo nutrientes lo que le llevará a un estado de desnutrición”.

Un último aspecto a tener en cuenta es la convalecencia.

Especialmente cuando son más largas, conllevan una pérdida de masa muscular. Y ante esto, los endocrinos y nutricionistas señalan la necesidad de realizar ejercicios regularmente y progresando en intensidad. 

“Puede comenzar por estiramientos y caminatas hasta llegar a realizar ejercicios de resistencia y fuerza. Consulte con su médico cual es el mejor ejercicio para usted”.