Toxoplasmosis y gestación

El verdadero peligro del parásito radica en su repercusión sobre la madre y el feto

Carmen Pérez Novo

Carmen Pérez Novo

La toxoplasmosis es una enfermedad producida por un parásito, el "Toxoplasma Gondii", cuyo ciclo de vida tiene dos fases: sexual, que ocurre en los gatos domésticos y salvajes, ocasionando que sean estos animales los huéspedes primarios de dicho parásito, y la asexual, que puede ocurrir en cualquier animal de sangre caliente, tales como otros mamíferos y también las aves. Las principales fuentes de contagio son el consumo de carne cruda o semicruda de animales que puedan haber hospedado dicho parásito, la ingestión de alimentos que no estén debidamente limpios, una incorrecta limpieza de las manos, tras haber tocado tierra o sustancias potencialmente contaminadas, transfusiones de sangre o trasplante de órganos sólidos y el contacto con gatos, teniendo presente que la infección se produce por sus secreciones, no por su pelo.

En cuanto a la clínica, la mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas. En el caso de que noten molestias, son similares a la gripe: fiebre, cefaleas, dolores musculares, enrojecimientos en la piel... Se diagnostica mediante un análisis de sangre y, aunque no existe una medicación específica para ella, las gestantes deben tratarse lo más precozmente posible. Y es así porque la verdadera importancia de esta enfermedad radica en su repercusión sobre la gestante y el feto. De esta manera, cuando se contrae durante el periodo gestacional, puede ocasionar un aborto, un parto prematuro o una muerte fetal intraútero. En otras ocasiones, el bebé nace vivo, pero enfermo y afectado por una "toxoplasmosis congénita" con su tríada sintomática característica: hidrocefalia (exceso de líquido dentro o alrededor del cerebro), corioretinitis y calcificaciones intracraneales.

Ahora bien, mujeres gestantes, como tantas otras patologías se puede prevenir mediante la puesta en marcha de ciertos métodos protectores: limpieza cuidadosa de todas las verduras y frutas que se vayan a comer crudas; lavar bien los utensilios de cocina, después de que hayan estado en contacto con carne cruda o frutas o verduras sin lavar; no beber agua que no sea potable; evitar el consumo de carne cruda o poco hecha, ya que la cocción mata este protozoo; y evitar, en la medida de lo posible, el contacto con los gatos. También usar siempre guantes cuando trabajen con la tierra en el jardín y, posteriormente, lavarse las manos con agua y jabón. Y, para las amantes de estos felinos, que ya los tengan en su domicilio, hacer todo lo posibles para mantenerlo sano, dándole de comer alimento seco o enlatado para gatos y, por supuesto, nunca carne cruda o poco cocinada. También evitar los gatos callejeros, especialmente sus crías.

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