Ignacio García Fernández, uno de los socios fundadores del popular Hotel Samoa, de El Berrón (Siero), ha fallecido este domingo a los 93 años de edad, en el Hospital Central de Asturias (HUCA).

García era un hombre muy conocido y apreciado en la localidad por su bonhomía y por la vinculación al negocio hostelero que puso de moda a El Berrón y le dio fama en Asturias a partir de los años 70 del siglo pasado.

El Samoa, con sus fiestas y bailes, fue una referencia regional de la movida cuyo auge también hizo que pasaran por su sala innumerables grupos y artistas de nivel de la época. El hotel y establecimiento hostelero fue también punto de celebración de banquetes y eventos de todo tipo para gentes llegadas de dentro y fuera de la región.

El tirón popular del Samoa

El tirón popular del Samoa empezó el 25 de septiembre de 1966, que fue cuando tuvo lugar el primer baile del Samoa. La iniciativa, tal como relataron hace años a LA NUEVA ESPAÑA algunos de los protagonistas, tuvo su origen en el éxito de una fiesta privada celebrada anteriormente en la que algunos vieron una oportunidad de negocio. Así nacía una sociedad de cuatro empresarios formada por José Ramón Sánchez Quince, Ignacio García, Joaquín García y los hermanos Mariano y Conchita Suárez. Ellos fueron los encargados de poner en marcha unas celebraciones que a partir de entonces animarían las tardes de los domingos y los festivos con una capacidad de convocatoria que en ocasiones desbordó todas las expectativas.

Fue la empresa de fiestas la que serviría de germen para el desarrollo, ya en los años 70, de un hotel y establecimiento hostelero que fue también referencia en cuanto a la celebración de banquetes y eventos de todo tipo para gentes llegadas de dentro y fuera de la región.

Exempleados del Samoa y vecinos de El Berrón recuerdan como gentes de toda Asturias llegaban tanto en tren como con sus coches en busca de una fiesta que solía ser de altura. "Casi todas las semanas había sobre 1.000 personas cuando por aquel entonces sólo había 1.500 vecinos", cuenta sobre unas celebraciones en las que en alguna ocasión se superaron incluso esas cifras, gracias en gran medida porque los bailes se iniciaban a las seis y media de la tarde finalizaban a las diez y media de la noche, horarios que tenían en cuenta la salida de los últimos trenes a los distintos destinos.