La Nueva España de Siero

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El chef Borja Alcázar logra un “Solete” de la guía Repsol para su restaurante de la Pola

El cocinero celebra el reconocimiento y avanza sus nuevos proyectos de futuro: “Estamos encantados, ya pienso en montar otro local en Sariego”

Borja Alcázar, con su madre, en su restaurante poleso.

Un chaval de Sariego, que soñó un día con montar un restaurante en la Pola, acaba de conseguir otro reconocimiento de primer nivel gastronómico para el concejo sierense. El chef es Borja Alcázar, que con la inestimable ayuda a los fogones de su madre, Mariluz Cifuentes, creó hace doce años el restaurante Abrelatas, que acaba de ser premiado con un “Solete” de la prestigiosa Guía Repsol. De esta manera se suma al Asador de Abel, de Argüelles, que tiene un “Sol” –reconocimiento de mayor categoría–, en la cima de la restauración del municipio.

Esta distinción ha sido un motivo de alegría para Borja Alcázar, que afirma “estar encantado” y revela sus próximos planes: “Quiero montar un restaurante en Sariego en los próximos años”.

La noticia de su inclusión en esta nueva categoría creada por la publicación gastronómica pilló a Alcázar y familia “por sorpresa y confinados”. Un contacto estrecho le tenía recluido en casa en la jornada de ayer, lastrando la posibilidad de celebrar el logro en el exterior. “Venía tomando una botella de vino al día, así que la celebración ya la llevaba iniciada”, bromea el cocinero.

Sabe que poner la pegatina del “Solete” será un aliciente para poder “vender algo más”. Muy necesario en los tiempos que corren, aunque para él las cosas no hayan ido mal en la última década: “Nuestro concepto ha encajado bien en la Pola. Al final yo soy de Sariego, paraba mucho por aquí y creía que podía funcionar”. Empezó como pudo, después de años de trabajar “en Gijón y Oviedo”. Su madre le acompañó en la cocina desde el principio, “de primeras para echar una mano” y al final, como un elemento esencial en el éxito del Abrelatas: “No hubo forma de echarla”, ríe el chef.

Explica que su madre “se adapta muy bien” y ha adoptado encantada el estilo rompedor de su vástago. “Hacemos cocina asturiana tradicional, pero le damos una vuelta de tuerca y un golpe macarra”, detalla. Valga como ejemplo su bombón de chocolate relleno de carrillera, un sabor para no perderse.

Ahora le queda seguir explotando su idea polesa, recuperarse del golpe que supuso la pandemia y comenzar a pensar en un futuro para el que ya tiene proyectos prometedores, como el de abrir en Sariego.

Muy ligado a su tierra, Sariego, donde cultiva uva y otras frutas o idea sus cervezas artesanas, prepara la creación de un restaurante allí. Su idea es “montar algo más serio centrado en la cocina tradicional, donde podamos potenciar lo que estamos haciendo en la zona”.

Los plazos aún no los tiene muy claros, pero entiende que no se demorará “más de cinco años” y que incluso podría estar listo “en dos o tres”. Todavía está tramitando “permisos y licencias que faltan”, pero el nuevo establecimiento será una realidad.

No le preocupa en exceso la gestión de dos negocios y pone como ejemplo, con su tono alegre habitual, algunos imperios empresariales nacionales: “Si Amancio Ortega puede encargarse de tantas tiendas, malo será que no consiga apañarme con dos restaurantes”.

Un universo nuevo de posibilidades y reconocimientos se abrirá entonces para el cocinero, pero, por el momento, su inclusión en la Guía Repsol sitúa a la Pola en el mapa gastronómico nacional. “Creo que será algo positivo no solo para el negocio, sino también para la localidad, a la que seguro revertirá”, concluye Alcázar.

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