Güevos Pintos de paz y buenos alimentos: la Pola bendice al campo, que nos da de comer, y pide por los que sufren el azote de la guerra

Fermín Riaño, que recitó en asturiano, destaca la labor de agricultores y ganaderos y pide el "alto al fuego en Gaza"

VIDEO: La Pola consolida la tradición de la bendición de los Güevos Pintos en bable, este año con dedicatoria al campo asturiano

VÍDEO: Lucía Rodríguez / FOTO: Miki López

Lucía Rodríguez

Puntualmente, y como manda la tradición, a las doce del mediodía de ayer comenzaba la bendición de los Güevos Pintos de la Pola. El párroco Fermín Riaño tomó la palabra a esa hora en una jornada en la que, pese a que el tiempo no acompañó demasiado, la gente se echó a la calle para disfrutar de las fiestas. El sacerdote agradeció la presencia a todos los que se congregaron, «que dais vida a esta plaza», y también a todos los que, «sin poder estar hoy aquí físicamente, compartís esta bendición a través de los medios de comunicación». El sacerdote, al igual que se lleva haciendo durante el último medio siglo, recitó en asturiano los tradicionales versos de este acto. Hubo una mención especial para ganaderos y agricultores, «ya que a pesar de las trabas burocráticas, consiguen que no falte alimento en cada casa, a pesar de que en las suyas abundan los problemas». Con la rama de olivo y una llamada al «alto al fuego en Gaza y todos aquellos pueblos que sufren la violencia de la guerra y la opresión», procedió a bendecir los güevos, portados en una cesta de mimbre por el embajador de las fiestas, el atleta Alejandro Onís.

El Desfile Tradicional de Güevos Pintos pone color a la Pola

Lucía Rodríguez

Tras este acto, uno de los más emblemáticos de este festejo poleso, se entregaron los premios del concurso de pintura convocado por la Sociedad de Festejos de Pola de Siero, y El Ventolín ofreció, como cada año, una muestra de baile tradicional asturiano. 

Al acto acudieron el alcalde de Siero, Ángel García, acompañado de miembros del gobierno local y de ediles de otros grupos de la Corporación, el regidor de Sariego, Saúl Bastián, y la alcaldesa de Noreña, Amparo Antuña. Media hora antes del inicio de la bendición, la gente se agolpaba en los alrededores de la plaza del Ayuntamiento, bajo cuyo balcón, Lucía Noval, presidenta de la sociedad de festejos, daba comienzo a los actos con un pregón en el que no faltó la ya habitual crítica «a la falta de apoyo por parte de la Administración y de aquellos a los que les gusta más salir en las fotos que tendernos una mano».

La fiesta polesa de los Güevos Pintos volvió a congregar ayer a una multitud que aguantó el orbayu de la mañana y la temperatura no demasiado agradable de la tarde para celebrar como se merece la que es una de las grandes citas anuales de la capital de Siero. Vecinos y visitantes disfrutaron de una jornada en la que la que la tradición local es protagonista junto a las novedades que cada año lucen en los puestos de los artesanos que realizan verdaderas obras de arte para acudir al mercáu y hacer realidad un evento que sin ellos no existiría. En esta edición triunfaron el «pitufo Gruñón» de Lugones –homenaje a la figura de grandes dimensiones colocada este año en la glorieta de Puente Nora– y hubo incluso elaboraciones de última hora que hicieron referencia a la polémica en torno a la cafetera adquirida por el Ayuntamiento por valor de más de mil doscientos euros y que tanto ha dado que hablar estos últimos días. La autora de un güevu pintado con una cafetera, italiana eso sí, no automática, fue Nancy Velásquez. «Como no podía dormir, por los nervios de pensar en el día que me esperaba, cogí mis pinceles y me decidí a pintar el güevu cafetera», explica sobre uno de los diseños con éxito de la jornada. 

El público fue numeroso a lo largo de todo el día para visitar el mercáu de güevos pintos y por momentos se hacía imposible caminar por el entorno de la plaza del Ayuntamiento. A las artesanas que llevaban exponiendo sus obras durante la Semana Santa, se sumaron ayer nuevos puestos, tanto de veteranas, como María del Pilar García Sandianes con sus sobrinas Cloe Casquero y Daniela García, como de aquellos que recaudaban fondos para una buena causa. Era el caso de la Asociación Centro Trama, que gestiona el Centro de Día Sol de Pola de Siero, para menores con familias desestructuradas y en riesgo de exclusión. «Venimos todos los años desde el 2015 para recaudar fondos para material escolar, excursiones y actividades que hacemos a lo largo del año con los chicos de la asociación», explicó Silvia González, una de las monitoras encargadas del puesto.

La hora del vermú transformó la Plaza de Las Campas en un auténtico hervidero de gente que, además, aprovechó los claros de la jornada, «aunque esté fresco», para disfrutar de las terrazas en compañía de amigos y familiares. Las seis de la tarde era la hora fijada para que diera comienzo el Desfile Tradicional. La gente se agolpó en las aceras para no perderse ni un detalle de un pasacalles que, a pesar de verse amenazado por un cielo que anunciaba lluvia, finalmente discurrió por las calles Celleruelo y Florencio González sin incidencia y sin que los paraguas tuvieran que hacer acto de presencia. 

Los sidros de Valdesoto fueron los encargados de abrir el desfile, haciendo, como siempre, de las suyas, desde robar sombreros hasta despeinar a las mujeres o hacerles monerías a los más pequeños. 

Les seguían el Grupo Folclórico y de Investigación El Ventolín, Xiranda Brass Band, los grupos folclóricos Principado, El Cuélebre, El Piñote de Argüelles y La Sidrina, además de la Banda de Gaites Conceyu Siero, los Cabezudos de la Sociedad de Festejos y varias estampas tradicionales escenificadas sobre carrozas de la mano del grupo San Félix de Valdesoto. 

A lo largo del recorrido, exceptuando la zona acotada reservada para personas con necesidades especiales, grupos y bandas amenizaron la jornada con su música y sus bailes. Gaitas, tambores, panderetas o castañuelas hicieron vibrar las calles y los corazones de los polesos que ayer, como cada año, celebraron una de sus fiestas más populares.