La Nueva España de Siero

La Nueva España de Siero

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Leocadio Redondo Espina

Adiós, Quintina, adiós

Recuerdo de una mujer educada y discreta, figura clave en la sociedad coral de Nava

Lo sabíamos bien; Manolo nos había informado puntualmente. Pero cuesta creer diagnósticos tan crueles y solapados, sobre todo cuando, en los primeros tiempos, Quintina Llano acudía con alegría y normalidad al menos aparente a los ensayos del coro de Nava, como componente de la cuerda de sopranos que era.

Luego, cuando terminaban, ya por la noche, volvíamos juntos, charlando hasta nuestros domicilios. Y de esos cientos de ensayos, así como de las actuaciones correspondientes, que compartimos, tengo vivo el recuerdo de la mujer educada, discreta y amable que fue siempre Quintina, una excelente compañera que contaba con mi aprecio más sincero.

Digo que lo sabíamos y, por ello, durante todo el tiempo transcurrido desde entonces, la preocupación por su estado y la evolución de su enfermedad ocupaba un lugar permanente en nuestra cabeza y nuestro corazón. Pero lo reflejó mejor Manolo, su marido, que expresó lo que sentía de esta manera;

"Su cuerpo se debilita por momentos, pero sigue mirando al frente, tiene la mirada limpia de la gente decente. Jamás hizo mal a nadie".

Y es duro decirlo, pero quizá ahora, después de tanto sufrimiento, haya podido alcanzar, al fin, el descanso y la paz.

Amiga Quintina, las mujeres y los hombres de la coral naveta nunca te olvidaremos, y ten por seguro que nuestras canciones te acompañarán siempre, llevando nuestro eterno cariño, hasta el lugar en el que estés.

Y para Manolo, su amante esposo, y para María, su queridísima hija, que la han acompañado hasta el final en el doloroso y prolongado viacrucis, mi abrazo más entrañable.

Compartir el artículo

stats