Oviedo, P. RUBIERA

La Asturias del Antiguo Régimen (siglos XVI al XVIII) era una sociedad rural, poco desarrollada, básicamente de nobles y campesinos, escasamente urbanizada y con muy poca burguesía. La tierra y la ganadería eran el medio de vida y apenas había industria ni comercio.

María Ángeles Faya Díaz, profesora de Historia Moderna de la Universidad de Oviedo, y Lidia Anes Fernández, profesora de Historia Económica de la Universidad de Castilla-La Mancha, han estudiado esta época asturiana. El resultado es «Nobleza y poder en la Asturias del Antiguo Régimen», libro editado por KRK presentado ayer en el Club Prensa Asturiana por la profesora Faya y por Manuel Abol-Brason Álvarez Tamargo, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo. Abol-Brason calificó de «especialmente relevante» para la historiografía asturiana la obra y subrayó sus dos principales características: la aportación de datos, fruto de un acopio documental «excelente» y la «visión veraz» que muestra de la nobleza.

«Se trata de una aportación más al estudio de la sociedad asturiana de esa época que nos ayuda a conocer el entramado social y político de una clase dominante y grupo dirigente y nos da una buena perspectiva del conjunto de la sociedad. «La nobleza controlaba el poder local y regional», explica María Ángeles Faya.

La profesora Faya ganó, en 1991, el premio «Juan Uría» por la obra «Los señoríos eclesiásticos en la Asturias del siglo XVI» y, desde entonces, ha investigado más en profundidad distintos aspectos de la sociedad del Antiguo Régimen, tarea en la que ha recibido el apoyo de la Universidad de Oviedo, el Principado y el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC). En la actualidad dirige el proyecto «Patrimonio y poder de la nobleza en la Asturias del Antiguo Régimen».

La capa alta de la nobleza tenía la riqueza y el poder y su estrategia económica, social y política se dirigía a la consolidación de estos elementos y a la obtención de título, que en muchos casos lograrían con el apoyo de la Corona. Junto a la Iglesia, eran propietarios de la mayor parte de la tierra. Los documentos judiciales han sido la base de este estudio, ya que en esos siglos, sobre todo en el XVI y el XVIII, hubo mucha litigiosidad. Asturias, por otra parte, no tuvo Audiencia hasta principios del siglo XVIII y los litigios se resolvían en la Chancillería de Valladolid o en la capital del reino.

La afirmación del rango era una de las prioridades de la nobleza y, en ese camino, era muy importante conseguir hábito en alguna de las órdenes -Santiago, Calatrava, Alcántara y Carlos III- y las condiciones para el ingreso eran muy estrictas. Se exigía, por ejemplo, no haber ejercido «oficios viles». Y se consideraban tales, entre otros, los de cantero, marinero o mercader. «Había excepciones, yo he documentado algunas, como el sobrino de un inquisidor, de Llanes, cuyos padres eran canteros y aún así logró el hábito, o el de un descendiente de Pedro Menéndez de Avilés, el Adelantado de la Florida, que había sido mercader y, en este caso, también lo logró aunque con una dispensa del Papa», afirma María Ángeles Faya.

Hasta principios del siglo XIX Lidia Anes ha documentado 271 hábitos conseguidos por asturianos, de los que ha analizado su vida profesional. Ha trabajado sobre todo con documentos del Archivo Histórico Nacional y del Archivo de Indias.

A principios del siglo XVI no había ningún asturiano con título. A medida que el tiempo avanza la nobleza cobra fuerza y la clase campesina se va debilitando. «El campesinado, en el siglo XVI, era más potente, poseía tierras e incluso pleiteaba más, pero el proceso se va degradando. Por otra parte, los pleitos se decidían normalmente en la Chancillería de Valladolid y eran caros».

¿Por qué pleiteaba el campesinado? Normalmente por los montes comunales, los pastos, la madera y la pesca en los ríos. También por el poder. «La mayor parte de los nobles defiende sus intereses, compraba cargos incluso endeudándose y había bastante corrupción. En el XVIII ya se habla de caciques en documentos que justifican la necesidad de que Asturias cuente con una Audiencia», señala la autora.

Asturias en el siglo XVI era una tierra pobre. El campesinado vivía del cultivo de los cereales y de la ganadería. A finales de ese siglo hubo dos serias crisis y la situación mejoró algo con la introducción, en XVII, del cultivo de maíz. El crecimiento de la población y la descapitalización de las tierras volvió a crear una serie de condiciones desfavorables. «Las relaciones entre nobles y campesinos eran a veces paternalistas, pero teñidas de clientelismo, en ocasiones eran paraseñoriales, pero siempre de subordinación ligadas con esa falta de justicia», explica la autora.