Gijón, J. MORÁN

A comienzos de abril del año 2000, Dom Mauro Esteva, abad general de la Orden Cisterciense, recibía en Roma una carta con las siguientes palabras: «La impresión es la de que se quiere a toda costa terminar con la comunidad de Valdediós. Para ello, el mejor modo es dejarla que vaya asfixiándose en su reducido ambiente, y así poder justificar en un futuro quizá no lejano la necesidad de cerrar el monasterio. En lugar de ofrecer a la comunidad una ayuda para crecer y desarrollarse, se la pone bajo el señor arzobispo de Oviedo (Gabino Díaz Merchán».

Jorge Gibert Tarruell, monje cisterciense y prior hasta su supresión del monasterio de Valdediós, escribió este párrafo hace casi nueve años y constituye la primera alarma documentada acerca de que el cenobio de Villaviciosa podría desaparecer al cabo de unos años. Así ha sido, por decreto de la Santa Sede fechado el pasado día 26 de enero.

El texto citado forma parte de una colección de 34 documentos y cartas (82 páginas en total) que el propio Gibert ha hecho pública, y que puede ser consultada en la dirección de internet -todavía viva- del monasterio (www.valdedios.org). Los papeles de Valdediós, en castellano, francés, italiano y latín, arrojan luz sobre algunos períodos del monasterio cisterciense, como es el caso de la exclaustración de tres monjes en 1999, un episodio que, visto hoy en perspectiva, supondrá la herida de muerte del monasterio.

Varios de los documentos publicados ahora son elocuentes en sí mismos; otros precisan de contexto, y, en parte, lo proporciona el propio Gibert en una introducción de cuatro páginas. Figura también un curioso documento en el que el abad general del Císter, el citado Dom Mauro Esteva, relata en latín cómo sufrió una caída y rompió un brazo durante un viaje a España.

Se titula «Ecce sto ad ostium et pulso» -«Estoy a la puerta y llamo», frase del Apocalipsis- y narra que «die 26, hora 18.28, Abbas Generalis cecidit, dum nimis oneratis erat impedimentis ad tres menses itineris»; es decir, «el día 26, a las seis y 28, el abad general cayó a causa de la mucha carga de maletas que portaba para un viaje de tres meses». El religioso explica que con toda esa carga «currebat ut ne perdere vehiculum horae 18.30 ad iter pergendum in civitatem Vallisoletanam», esto es, «corría con el fin de no perder el vehículo de las seis y media para realizar el viaje a Valladolid». Tras la caída, «fractura in brachio sinistro inventa», «es encontrada un fractura en el brazo izquierdo».

El hecho de que Dom Mauro Esteva se dirigiera de este modo a toda la Orden Cisterciense, en 2006, para explicar en latín su caída, motivó la introducción del simpático escrito en la colección de los papeles de Valdediós. Pero son precisamente las cartas que Jorge Gibert dirige a Esteva -que fue novicio suyo en Poblet- las redactadas con un tono más duro y severo, como la citada al comienzo, reprochándole abiertamente que la Orden no ayude a Valdediós con monjes o actitud de cercanía y, con ello, persiga su cierre. «Las relaciones de Gibert con su orden han sido siempre muy complicadas», señala un eclesiástico que pide anonimato, pero buen conocedor del caso de Valdediós. «Gibert es una buenísima persona, pero, a veces, algo duro en el trato», agrega.

La compleja historia del Valdediós refundado en 1992 se puede rastrear entre las líneas de estos documentos. Sólo se les ha mutilado algún nombre y únicamente en un caso aparecen unos puntos suspensivos que sustituyen a un párrafo eliminado.

La supresión se halla en una carta-informe del 22 de diciembre de 2007, dirigida por Gibert al cardenal Franc Rodé -prefecto de la vaticana Congregación para los Institutos de Vida Consagrada-, que el prior inicia: «Últimamente, los acontecimientos se están precipitando y se hace necesario aclarar los diversos aspectos y actuaciones, antes de tomar una decisión concreta». A continuación, Gibert relata varios hechos, como visitas suyas a la citada Congregación, o varias reuniones mantenidas con el arzobispo Carlos Osoro, o la primera visita a Valdediós, en enero de 2007, de miembros de la Comunidad de San Juan, la congregación ahora establecida en el monasterio de Villaviciosa, tras la supresión del priorato conventual cisterciense.

A continuación, en dicha carta-informe, Gibert repasa la historia de Valdediós, desde 1992 hasta ese momento, y llega al punto titulado «la cuestión de los exclaustrados en 1999». En este apartado, tras recordar la actuación de cuatro visitadores designados por la Santa Sede -que determinaron la salida del monasterio de tres monjes-, aparecen los citados puntos suspensivos.

Al cotejar esta supresión, la citada fuente eclesiástica explicó a LA NUEVA ESPAÑA que «Gibert y otras personas consideran que, por prudencia, no debía difundirse que en torno a esas exclaustraciones hubo un hecho llamativo, y es que se desarrolló antes de aquello una atención pastoral a personas homosexuales en la hospedería del monasterio, y eso creó cierto escándalo entonces».

Dicha atención pastoral a homosexuales se desarrolló sin autorización de Gibert y fue una de las causas de la Visita Apostólica que determinó la Santa Sede para el monasterio, llevada a cabo por Bernard Nicolas Aubertin, obispo de Chartres, antes abad de Lérins (Francia) y entonces delegado de la Santa Sede para Valdediós; Luigi Ambrogio Rottini, abad presidente de la Congregación Cisterciense de San Bernardo de Italia; Josep María Soler, hoy abad de Monserrat y entonces visitador de la Provincia Benedictina Casinense de España, y Fernando Guimeráes, oficial de la vaticana Congregación del Clero.

Respecto al conjunto de los documentos ahora divulgados, pueden catalogarse en cuatro apartados: la fundación de Valdediós (1992), la primera crisis con el Principado (1994), las exclaustraciones y sus consecuencias (1999), y el proceso de supresión (2006-2009).

Mañana, segunda entrega de los documentos de Valdediós