Profesor de Derecho de la Universidad de Bolonia

Oviedo,

Elena FERNÁNDEZ-PELLO

El profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Bolonia Luciano Vandelli (Bolonia, 1946) afrontó una ardua travesía en medio del temporal que asolaba el continente para llegar a Oviedo y presidir, ayer por la mañana, el tribunal de la tesis de Alejandra Boto, titulada «La Administración instrumental en el proceso». Vandelli, de buen talante a pesar de los contratiempos, amable y ameno en su conversación, es una autoridad en muy distintos ámbitos: es hispanista y doctor honoris causa por la Complutense, forma parte del órgano de gobierno de los jueces italianos, preside el CUP2000 -la mayor sociedad pública italiana para la gestión de los servicios sanitarios-, es asesor de varias instituciones italianas y un experto en cuestiones de autonomía y gobierno local.

-¿Cómo mejorar los servicios sanitarios?

-Trabajo en una sociedad pública, el CUP2000, que vela por su calidad, atendiendo a su relación con los ciudadanos y a la innovación. Por ejemplo, hemos terminado una red que conecta a todos los médicos de la región de Emilia-Romagna con la Administración regional, de modo que automáticamente pueden acceder a los datos sanitarios de un paciente. Ahora estamos completando una especie de fascículo informático sanitario, una síntesis de la historia clínica del paciente a la que podrá acceder cualquier médico de la red pública.

-¿Conoce la sanidad española?

-Nunca la he usado, pero España tiene un buen sistema, una sanidad flexible para adaptarse a las exigencias concretas de la población.

-Europa se enfrenta a una situación generalizada de envejecimiento.

-En Emilia-Romagna, con cuatro millones de habitantes, tenemos los niveles más altos de envejecimiento de Italia. De manera optimista podemos decir que estamos orgullosos de tener una vida tan larga, pero eso trae problemas y para atajarlos estamos organizando un sistema que llamamos «e-care». Actualmente, las personas se quedan muy poco tiempo en los hospitales, si alguien tiene una fractura en una pierna permanece en el hospital dos o tres días, no más, y vuelve a casa con cierta fragilidad. Para ellos estamos desarrollando una red de garantía y protección recurriendo a la tecnología, colocando en su domicilio aparatos de control de humo, del gas... Al otro lado del teléfono siempre hay alguien que conoce la patología de la persona atendida, que le llama tres o cuatro veces al día. El ciudadano está conectado permanentemente con los servicios sanitarios y sociales.

-Hay quien es partidario de integrar en un solo sistema los servicios sanitarios y la atención a la dependencia.

-Hay que conectar los servicios sociales que ofrece el Ayuntamiento, los sanitarios que dependen de cada región, el voluntariado y la tecnología y hay que hacerlo desde una perspectiva personalizada. Como en España con el sistema de dependencia, en Italia tenemos un fondo para atender a quienes no son autosuficientes, que gestionan las regiones. La perspectiva tiene que ser sociosanitaria y las dos vertientes han de estar muy bien integradas porque la persona no distingue de aparatos ni de competencias.

-El primer ministro italiano se incorpora al trabajo.

-Italia necesita reformas importantes y tiene más problemas que de los que todo el mundo habla, que no son más que los problemas personales del primer ministro. Los intereses de Berlusconi son enormes e impiden trabajar en favor de los intereses de Italia. Tenemos necesidad de acelerar los procesos penales, que son demasiado largos y por los que Italia ha recibido condenas del Tribunal de Derechos Humanos en varias ocasiones, pero cada vez que se habla de este tema resulta un proceso tan rápido que prescriben todos los delitos que se le imputan al primer ministro.

-Violencia contra los inmigrantes en Calabria. ¿Xenofobia o intereses económicos?

-Hay aspectos generales y la experiencia de Inglaterra y Francia nos dice que hay que intentar nuevas vías de integración y coexistencia, y hay peculiaridades italianas, más problemáticas. En Calabria, la situación normal de inmigración se mezcla con los intereses de una organización que controla la mano de obra, verdadero comercio de esclavos. Italia sólo podrá dejar atrás su dependencia de las mafias con un nuevo compromiso nacional, que implique a las fuerzas del Estado y a la sociedad. Empiezan a darse pasos: por primera vez la asociación de empresas nacional ha excluido a los empresarios que pagan a la mafia.

«España tiene una sanidad flexible para adaptarse a las exigencias concretas de la población»

«El problema de Calabria reside en el control de la mano de obra, un verdadero comercio de esclavos»