El comunicado inevitable, y que se escuchó a duras penas por culpa de una megafonía de andar por casa, denunciaba la discriminación de los trabajadores de la enseñanza concertada «que no podemos admitir por más tiempo» y reclamaba «la inmediata dimisión del Consejero, a no ser que rectifique». La polémica sobre el frustrado acuerdo de plantillas centró buena parte de los comentarios en los corrillos: «Riopedre, dónde están les perres», se coreaba. Se referían a esos 1,3 millones de euros que estaban destinados el pasado año para el acuerdo de plantillas y que, por culpa de cortocircuitos diversos, no se concretaron. Y Riopedre alegó que el dinero que existía en verano se había esfumado en otoño. Sobre este asunto, y tras el comunicado de USO y OTECAS, un tercer sindicato, FSIE, montó ayer en cólera: «¿Alguien se puede creer que la Consejería de Educación tiene distinto «momento presupuestario» el 28 de julio y el 1 de septiembre? ¿Por qué si la Consejería sólo estaba dispuesta a firmar el acuerdo en julio se comprometió a convocarnos de nuevo en septiembre?».

Lo que pasó tras la concentración rozó lo absurdo. Cuando los portavoces de los sindicatos comenzaron a dar lectura al comunicado, varias decenas de profesores, con símbolos de todas las fuerzas convocantes, abandonaron la zona y, por su cuenta, cortaron el tráfico en la calle Santa Cruz. No estaba en el guión. Diez minutos. Después la mayoría de los asistentes siguieron por La Escandalera y volvieron a cortar frente al teatro Campoamor. Atasco monumental, y los organizadores desgañitándose tratando de convencer a sus compañeros que para aquello no había autorización. No hubo derramamiento de sangre.