Oviedo, M. S. M.

Cuando se van a cumplir dos años del fallecimiento de Ángel González su viuda, Susana Rivera, no oculta su decepción por la falta de empuje y claridad para sacar adelante la Fundación que lleva el nombre del poeta. «Han pasado dos años y no se ha hecho nada. Se firmó un papel para constituirla y después los patronos que ahora abandonan empezaron a hablar de centro de estudios, y eso no es una Fundación», afirma.

Rivera explicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA los motivos del desencuentro por su rechazo a aceptar «que el activo principal de la Fundación sea la biblioteca de poesía hispánica de Manuel Lombardero, tal como proponía Antonio Masip». Sostiene que de ninguna manera puede estar de acuerdo con ese planteamiento. No rechaza la donación de la biblioteca, aunque no la vea como activo principal, pero se pregunta «cómo se puede donar algo a una Fundación que no existe».

También subraya que la referencia para desarrollarla es la de Caballero Bonald, pero «no se ha hecho nada en ese sentido», dice. «Ya no hablan de Fundación, todo gira en torno a la biblioteca». Susana Rivera, que habla desde Albuquerque (Nuevo México), donde imparte clases de Literatura Española, no considera cerrada la decisión de ubicar la sede en el edificio del nuevo archivo. El lugar le parece «una auténtica maravilla», pero cree necesario estudiar bien si es adecuado.

Tampoco hubo acuerdo entre patronos y presidenta para la celebración de un congreso sobre el poeta. Su viuda considera la propuesta «empezar la casa por el tejado», e insiste en que lo primero es levantar la Fundación.