Madrid, J. C. GEA

Madrid, Juan Carlos GEA

Los Príncipes de Asturias se permitieron ayer una larga zambullida en el arte del momento y el arte del momento se olvidó, al menos durante la visita, de la plomiza letanía sobre la crisis -del mercado y de Arco- que ha precedido la apertura al público, hoy, de la vigésimo novena edición de la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid. En mitad de un clima más animado que el de la víspera y con una prometedora miríada de puntos rojos en muchas de las 218 galerías participantes en el certamen, don Felipe y doña Letizia se tomaron más de dos horas, a partir de las doce del mediodía, para hacer nada menos que 33 paradas -bastantes de ellas fuera de programa- ante todo tipo de manifestaciones del ecléctico panorama, si bien más conservador que otros años, que se distribuye en tres pabellones del recinto de Ifema.

Una de las piezas más admiradas y comentadas por los Príncipes tiene Gijón como fondo. En concreto, las espectaculares cocinas de la Universidad Laboral, en las que la reputada performer Marina Abramovic desarrolló el pasado año un magnífico proyecto relacionado con Santa Teresa de Jesús. Don Felipe y doña Letizia se detuvieron durante unos minutos ante una de las fotografías pertenecientes al proyecto, expuesta en la galería La Fábrica, y volvieron a cruzarse con Abramovic y su pieza gijonesa en la portuguesa Casa Triángulo Luciana Brito Leme. Aunque pasaron ante las dos galerías asturianas representadas en el certamen -ATM Contemporary y Espacio Líquido-, ninguna de las dos se benefició del plus de atención que siempre suscita la escala de los ilustres visitantes.

Entre su primera «estación», en la emblemática Juana de Aizpuru, hasta su despedida ante la obra de García-Alix en el «stand» de «El País», los Príncipes estuvieron acompañados por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y la directora de Arco, Lourdes Fernández, entre otras personalidades.

Galerías con solera, como las española Estiarte, Regen Project, Thomas Schulte, otras en el olimpo de la contemporaneidad más exclusiva, como la londinense Haunch of Venison, además de otras -algunas de ellas orientales- mostraron a don Felipe y doña Leticia obras de maestros contemporáneos como Gilbert & George o Stephan Balkenhol, que compitieron en atención con piezas tan llamativas como una elefantiásica masa hinchable de Judi Werthein o la bellísima instalación con madejas de lana de Chiharu Shiota, una de las piezas más seductoras de todo el certamen. También felicitaron a la coreana Hwan Kwon Yi, por su escultura hiperrealista, inspirada en las películas «Leon, el profesional» y «Mathilda».

La anécdota la protagonizó una señora que, a la salida del pabellón de Murcia y desde una silla de ruedas, llamó la atención de don Felipe para recomendarle que «cuidara de la Princesa y le diera bien de comer». «Si yo ya como mucho, lo que pasa es que no engordo», le replicó Letizia con una cálida sonrisa.

A la entrada del hermoso garaje transformado que ocupa un bajo de la calle Castelló 19 de Madrid, un cartel advertía ayer de que los marcapasos podían verse afectados por la proximidad de las piezas que se exponen en el interior. No solo por el electromagnetismo que las gobierna, y que puede alterar las cardiopatías; también podían verse perturbados los hipersensibles a las formas más delicadas, exquisitas y espirituales de la belleza: la misma que Herminio viene buscando desde hace años con una mezcla de ciencia y paciencia en una obra que ayer desembarcó a lo grande en Madrid.

La galería Cayón ha echado el resto para dar a conocer a la mayor escala posible en la capital de España el trabajo del escultor asturiano: obra en lugar destacado en su stand de Arco; monográfica en la sala de la calle Orfila, zona noble del arte en Madrid, y un espacio espectacular en el garaje de Castelló 19. Este último local fue escenario, en la tarde de ayer, de una concurrida inauguración en la que Herminio se vio arropado por numeroso público capitalino, pero también por ilustres nombres asturianos. Quizás uno de los más prominentes, por razones no solo artísticas, fue Francisco Álvarez-Cascos, que visitó la exposición acompañado de su esposa María Porto.

«Era necesario que se conociera fuera la obra de este asturiano genial», declaró Cascos a LA NUEVA ESPAÑA. Y añadió: «Hace un momento Rafael Canogar me decía que estaba asombrado de la calidad de Herminio. Yo le respondí que Asturias se escribe en plural, que hay muchas Asturias, y el Occidente da genios como éste».

Efectivamente, el reputado Rafael Canogar, se mostraba literalmente «anonadado» ante la obra del asturiano. También acompañaron a Herminio, entre otros, el colega y casi vecino Vicente Pastor; asturianos adoptivos como el pintor Mariano Matarranz; galeristas como Gema Llamazares y otro asturiano Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo.

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«Me puede más la responsabilidad que la euforia», admitía Herminio momentos antes de recibir la cascada de visitantes, también profundamente agradecido a su galerista madrileño por la energía con que ha apostado por su obra. Una obra que, a la vista del elenco de artistas que rodean al asturiano en el stand de Cayón en Arco, se encuentra como en familia en una galería claramente interesada por la vertiente más depurada y espiritual del arte de raíz geométrica.

Adolfo Cayón se interesó hace ya unos años por el trabajo del asturiano y quedó persuadido de su fuerza y calidad en la exposición que realizó en el Museo de Bellas Artes de Asturias hace dos años. Después de dos colectivas madrileñas en las que Herminio ya aportó obra, ambos consideraron que había llegado el momento de esta doble individual con estrambote en la mayor feria de arte contemporáneo de España; algunas de las obras más rotundas de las que pudieron verse en el Bellas Artes repiten en el espléndido espacio de Castelló. Junto a ellas se exhiben también una referencia a las piezas de inspiración marinera que, con Viavélez en el alma, el artista mostró en la galería Gema Llamazares de Gijón.

El grueso de las exposiciones está constituido por piezas recientes, incluso de este mismo año, algunas de ellas específicamente pensadas para los espacios, como la gran estructura de ángulo recto en torno a la cual gira todo el montaje de Castelló, 19.

Los fosos del antiguo garaje han sido ocupados, asimismo, por sendas superficies en las que Herminio ha instalado piezas de menor tamaño y alguna pared ha sido mínimamente intervenida con pintura, de manera que las estructuras aparecen integradas en el escenario, incluso con las tuberías del local.

La intervención ha sido más radical, aunque no más visible, en la galería de la calle Orfila, donde los imanes tensan el prodigio de ligereza de sus esculturas y se han integrado directamente en el interior de las paredes, permitiendo las piezas más exentas y etéreas -y también más atrevidas- de toda la colección. Aquellas, justamente, de las que Herminio se siente más orgulloso.