Se evoca estos días un anuncio en el que una voz divina se dirige al pueblo argentino. Le recuerda momentos de «casi gol» contra la albiceleste y desvela que intervino, con su divinidad, para que aquellos «casi goles» se quedaran en casi. En cambio, la voz superior insinúa que nada tuvo que ver con los buenos resultados de la selección, que eso ya fue cosa terrenal, del genio de los jugadores y su lucha. Los hay (anuncios) muy chulos de Nike, de Adidas, de canales de televisión... Falta un anuncio chulo de la selección (ahora la Roja). «La sonrisa de Villar» podría ser el eslogan. Pero, en fin, mejor no meneallo: sin anuncio chulo, y sin meter a Villar en la trama, nos fue bien y el mejor anuncio es comenzar hoy con buen pie. Aunque se me ocurre que si hubiera que ponerse a ello, un buen anuncio sería un gol español visto a cámara lenta y sin ningún tipo de ruido ante la imagen de fondo de miles de vuvuzelas deterioradas e incapaces de emitir sonido alguno. Sería el mejor gol de la historia de los Mundiales, «el gol que apagó las trompetas». Silencio: ¡golazo!