Oviedo, Elena FDEZ.-PELLO

El Fiscal de Menores del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, Jorge Fernández Caldevilla, reniega de «una visión excesivamente catastrofista» al encarar el problema de los hijos que maltratan a sus padres. Son casos excepcionales, dice, aunque ayer, en el transcurso de su intervención en las V Jornadas de formación sobre convivencia familiar que se celebran en Oviedo y que organiza el centro de orientación familiar Defamilia, admitió que «es un fenómeno que va en aumento». Fernández Caldevilla avaló sus consideraciones con algunos datos, por ejemplo, los 43 casos de hijos maltratadores registrados por la fiscalía asturiana el año pasado. En 2008 fueron 38 y en 2007 el fiscal intervino en 35.

En España las cifras son más gruesas, informó. Más de 2.200 casos en 2007, el doble en 2008 -unas 4.200- y un 25 por ciento más aún en 2009, hasta llegar a los 5.200. Y también aumentan las consultas de padres alarmados ante la conducta violenta de sus hijos.

«No existe un perfil único de maltratador, pero no se dan únicamente en familias marginales o en riesgo de exclusión, la mayoría se produce en familias de nivel económico medio-alto», indicó el fiscal. Es frecuente, continuó, que los maltratadores sean varones -aunque ya no extraña que sean chicas- y que la víctima sea una mujer, generalmente la madre o la abuela. «El menor reproduce conductas machistas» de las que ha sido testigo en el propio hogar o en el contexto de una separación matrimonial, puntualizó.

Fernández Caldevilla hizo hincapié en una circunstancia que «siempre se aprecia», son las «deficiencias graves en la educación», bien porque los padres «son demasiado tolerantes o permisivos» o porque «ambos progenitores tienen criterios educativos distintos». Y en el fondo de todo ello, añadió, subyacen valores «materialistas y consumistas, basados en la tenencia de bienes sin esfuerzo alguno».

«Educar no es consentir en exceso, educar es formar personas adultas y libres», subrayó el fiscal asturiano. Y en ese mismo sentido se manifestó el juez de familia Ángel Campo, titular del Juzgado n.º 8 de Gijón. «Los niños necesitan límites, sin límites son infelices. Son los que los van haciendo madurar, sin ellos se desbocan», afirmó. Campo, que sostiene que «los hijos son un reflejo de la frustración de los padres» y que «en la familia ha habido una discriminación del hombre: el era el que se iba de casa, el que pagaba», reivindica la autoridad como instrumento educativo.

Ambos intercambiaron impresiones en el debate que se abrió tras sus intervenciones, en el que también intervino el orientador familiar y terapeuta Damián Cubillo. Las jornadas continúan hoy, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo.