Barcelona

La escritora barcelonesa Ana María Matute manifestó ayer tras conocer la concesión del premio «Cervantes» que su obra está marcada por un deseo de expresar la pérdida, porque «vivir es perder cosas», dijo.

La veterana narradora, de 85 años, una de las cinco académicas de la Lengua, contó en una improvisada rueda de prensa en Barcelona que está «contentísima» con un premio que reconoce que le «encanta» y cuya concesión, por los rumores que corrían desde hacía días, no la dejó dormir anoche.

«He dado toda mi vida a esto que es escribir, a ser parte de la literatura», subrayó la autora de «Los Abel», para quien el «Cervantes» le llega como un reconocimiento, «si no a la calidad, sí al esfuerzo, a la entrega total de una vida», afirmó modesta, para, a continuación, intentar gritar con tenue voz: «He conocido poca gente que diga que es enormemente feliz. Yo lo soy, y ya está». «Uno no escribe para ganar premios, habrá quien lo haga, pero no entro en esas ferias; aunque, si te lo dan..., maravilloso», insistió la autora de «Olvidado rey Gudú», quizá su libro favorito, aunque, cuando se le pregunta cuál de sus obras recomienda a las nuevas generaciones, afirma rauda: «Todas».

Matute cree que su galardón y la reciente entrada de Soledad Puértolas en la Academia de la Lengua hacen de estos días un momento dulce para la literatura en castellano hecha por mujeres. «El machismo está quedando lejos, se están dando pasos importantes, sobre todo en la Academia, y está muy bien».

Elegante como siempre, con su media melena blanca impecablemente moldeada, la escritora, a la que la edad le juega una mala pasada de vez en cuando con su oído, explica que no conoció a las otras dos galardonadas del «Cervantes». Sin rencor, la escritora apunta que los críticos, «un poquito malignos», no supieron dónde ubicarla cuando desembarcó en la literatura en los años cuarenta.