Gijón, Miriam SUÁREZ

«No podemos dar subvenciones a fundaciones privadas que no son de aquí». De las palabras del director general de Turismo y Patrimonio del Principado, José Luis Vega, se desprende que no hay solución inmediata para los esfuerzos económicos que viene soportando el Museo Evaristo Valle desde hace dos años, en que dejó de recibir ayudas del Gobierno regional.

Su director, Guillermo Basagoiti, ha intentado por activa y por pasiva que los Presupuestos Generales del Principado reconozcan con una asignación nominativa la labor que realiza la Fundación Evaristo Valle. Pero, según José Luis Vega, ese tipo de transferencias presupuestarias «sólo se realizan a las fundaciones que son públicas, y en cuyos órganos de gestión está representado el Principado».

Otra traba administrativa que complica la subsistencia del único museo de autor, de carácter privado, que existe actualmente en la región. La institución cultural mantiene en la parroquia gijonesa de Somió, con una contención del gasto absoluta, tres edificios y unos jardines de 16.000 metros cuadrados que están considerados entre los mejores de Europa. Su presupuesto es de 100.000 euros.

Desde hace dos años, la única ayuda pública que recibe el museo proviene del Ayuntamiento de Gijón. La Consejería de Cultura se ampara en la nueva ley de contratos y subvenciones, que entró en vigor en 2008, para explicar que «ahora los museos privados tienen que estar inscritos en el registro de fundaciones del Principado si quieren concurrir a las ayudas que damos para gastos de funcionamiento». Con las inversiones, ocurre lo mismo.

Pero el Evaristo Valle no cumple ese requisito. El patronato que lo gestiona se constituyó como Fundación Cultural en 1981, cuando en Asturias no había un registro específico para este tipo de entidades. De ahí que la institución aparezca inscrita en Madrid, y «no tenemos forma de explicar a organismos como la Sindicatura de Cuentas por qué damos dinero público a una Fundación privada de Madrid», subraya el director general de Patrimonio.

Por razones de orden interno, el patronato que vela por el legado del pintor gijonés no puede modificar su lugar de registro, al menos, de momento. «Necesitamos que estén inscritos aquí, para tener un control. Es como el registro mercantil para las empresas», apunta José Luis Vega. Y advierte: «Ahora resulta complicado hacer excepciones».

El nuevo marco legal ha repercutido muy negativamente en la economía del museo gijonés, ya que las subvenciones que antes recibía del Principado representaban un 25 por ciento de su presupuesto. El Evaristo Valle sale adelante gracias a la venta de entradas, a su programa educativo y a las donaciones de particulares. Gracias también a que «todos hacemos de todo», apuntan los responsables de una instalación que atesora más de cien obras de Valle.

El director del museo todavía espera una respuesta a la última petición de ayuda que envió a la Consejería de Cultura. Como fuente de ingresos, están pensando en sacar la colección de Somió y hacerla circular por galerías de Estados Unidos, Europa o Japón. Vega no tiene nada que objetar. Sólo recuerda que «esa colección es patrimonio de los asturianos y el Principado debe saber dónde va, en qué condiciones y cuándo vuelve».

¿Y si la situación se vuelve insostenible, como acaba de ocurrirle al Museo de Chillida? «Antes de llegar al cierre, nos sentaríamos a hablar y buscaríamos una solución», tranquiliza José Luis Vega. Por ahora, «deben resolver lo del registro».