Estocolmo (Suecia)

La ceremonia de los premios Nobel en Estocolmo se escribió ayer en sueco con la entrega del galardón de Literatura al poeta Tomas Tranströmer, saludado con una cerrada ovación, y al tiempo se abrió a grandes desafíos de la Humanidad como superar la crisis económica o combatir el cambio climático.

Desde su silla de ruedas, Tranströmer, aquejado de una apoplejía, fue el protagonista de la parte más emotiva de la ceremonia, cuando llegó al centro del escenario para recoger su Nobel, un honor que ningún sueco recibía desde hacía treinta y siete años. Según la tradición, la sala estaba adornada con flores de la localidad italiana de San Remo, donde tal día como ayer murió Alfred Nobel en 1896. En esta ocasión, los colores elegidos fueron blanco y amarillo, para lo que se emplearon más de 25.000 flores y hojas, entre ellas rosas de Navidad blancas, lirios gloriosos y amaryllis.

El rey Carlos Gustavo de Suecia saludó cariñosamente al poeta, de 80 años, en el momento de hacerle entrega de la medalla y el diploma que lo acreditan como premio Nobel de Literatura 2011. Los 1.570 invitados dedicaron una cerrada ovación al poeta, a la que se sumaron la reina Silvia;, la princesa heredera, Victoria; su esposo, el príncipe Daniel, y el príncipe Carlos Felipe.

Tranströmer, mientras sonaba un fragmento de «Rosamunde», de Franz Schubert, sintió curiosidad por ver la medalla y el diploma y pidió a sus colegas que lo ayudaran a abrir el estuche y la carpeta para poder contemplarlos.

Unos pequeños momentos que se escaparon al protocolo en el Konserthuset -en la sala de conciertos- donde la sobriedad fue la nota dominante. Los galardonados no pronuncian palabra y en cada categoría fueron presentados por un representante de la Academia.

En el caso de Tranströmer el encargado de la presentación fue el profesor Kjell Espmark, que destacó que se trata de «uno de los muy pocos escritores suecos con influencia en la literatura mundial» y citó pasajes de algunos poemas, como «Carrillón» o «Schubertiana», cuajados de las «brillantes metáforas» e imágenes que le caracterizan y con referencias a su otra gran pasión: la música.

El rey Carlos Gustavo hizo entrega también de los galardones de Física, Química, Medicina y Economía. Durante el discurso inaugural, el presidente del Consejo de la Fundación Nobel, Marcus Storch, destacó que para hacer frente a desafíos que vive la Humanidad, como la crisis financiera o el cambio climático, son necesarias la ciencia y la creatividad, que dependen, entre otros factores, de la educación.

Sus primeras palabras fueron para mostrar el «gran pesar» por la noticia de la muerte de uno de los Nobel de Medicina de este año, Ralph M. Steinman. Es la primera vez que se da un galardón a título póstumo, y ha sido posible porque el fallecimiento del médico canadiense no se conoció hasta después de anunciarse el premio. Storch agradeció a la esposa de Steinman, Claudia, su presencia en la ceremonia para «honrar la memoria de su marido».

Tras la introducción de Storch fueron entregados los premios. Primero, el de Física, para Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess por descubrir que el Universo se expande cada vez más deprisa; el de Química. A Dan Shechtman por el descubrimiento de los cuasicristales. El profesor Sven Lidn destacó de él su tenacidad para enfrentarse a la «verdad establecida», pues en un primer momento la comunidad científica creyó que estaba equivocado.

En el área de la Medicina los premiados fueron Steinamn, Bruce Beutler y Jules Hoffmann por sus descubrimientos sobre el sistema inmunitario humano. Y Thomas Sargent y Christopher Sims recibieron el Nobel de Economía por «sus investigaciones empíricas sobre las causas y efectos en la macroeconomía».