Gijón, Á. C.

El Bosco ha sido uno de los artistas que ha representado a lo largo de su obra un mundo irreal y fantástico próximo al Antroxu. El holandés ha ejercido como una de las muchas referencias que ha tenido el pintor asturiano a lo largo de su dilatado trayecto creativo, uno de esos maestros que ha dejado la historia y que se torna como imprescindible para artistas de la talla del asturiano.

La inspiración del gijonés ha estado alimentada por los clásicos, pero también por sucesos inesperados. Uno de esos ejemplos está en sus largos paseos por la playa de San Lorenzo, en los que en ocasiones salían a su encuentro trozos de madera devueltos por la mar al arenal. Elementos casuales para algunos, y sin embargo productivos para Aurelio Suárez. De algunos de estas materiales surgieron piezas talladas en forma de máscara, que terminaron por no ser las únicas. El imaginario Aureliano se extendió por superficies como el caparazón de un centollo o la corteza de un coco.

Las máscaras también han sido protagonistas sobre el papel. Es el caso de la obra «Máscaras caseras». Una obra de «gouache» y tinta realizada en 1949 que recoge una escena doméstica. Esta creación, inédita hasta el momento, traslada a la celebración de un Antroxu que llena ahora las calles de color. El arte de Aurelio Suárez ha sido recíproco en todos y cada uno de sus recursos plásticos.

La técnica o la superficie sobre la que se emplee pueden incluso pasar como algo secundario cuando el color, dueño y señor del Carnaval, se convierte en protagonista. Son los casos de las obras «Tranquilidad» (1948) y «Mascarada» (1951), que se recogen sobre estas líneas. Ambas forman parte de las raíces surrealistas de Aurelio Suárez, de los trazos e ideas que terminan capturadas con «gouache» y tinta sobre papel. Una nueva dimensión en la que también se mezcla la perspectiva del Antroxu para buscar las mil caras que oculta esta celebración. El disfraz que ofrece todo el abanico de tonalidades que se encuentran en la paleta ha ejercido como otra de las herramientas de las que nunca se ha desprendido el artista asturiano, mucho menos cuando el multidisciplinar Carnaval figura como uno de los elementos, como esa especie de juego al que también da respuesta el «aurelianismo».