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ARNAUD BERNARD | Director de escena de "Capuletos y Montescos"

"No comparto que el director de escena se convierta casi en el autor de la ópera"

"En 'Capuletos y Montescos' quiero un espectáculo que tenga una gran interpretación pero que sea muy respetuoso con las intenciones de Bellini"

Arnaud Bernard, ayer en el escenario del teatro Campoamor de Oviedo. IRMA COLLÍN

Arnaud Bernard es el director de escena de "I Capuleti e i Montecchi" ("Capuletos y Montescos", de Bellini, el cuarto título de la actual temporada de Ópera Oviedo, que se estrenará el día 11 de diciembre en el Teatro Campoamor. Es una producción del Teatro de La Fenice de Venecia, en coproducción con la Fundación Arena de Verona y la Ópera Nacional Griega.

Durante la entrevista, Bernard confiesa sentirse muy relajado con el trabajo que está realizando por la buena respuesta que solistas y el coro. Comenzó sus estudios musicales como violinista, y posteriormente decidió abandonarlos por la dirección escénica. Entre sus trabajos destaca la producción que llevó a cabo en Chicago de "Roméo et Juliette", de Gounod, con Roberto Alagna y Angela Gheorghiu en los papeles principales. También ha trabajado en el Covent Garden de Londres, el Metropolitan de Nueva York, La Scala de Milán y el Teatro Colón de Buenos Aires.

-¿Cuál fue el motivo por el que decidió dejar el violín y convertirse en director de escena?

-Mi interés por la dirección escénica siempre ha estado ahí, ya incluso cuando tocaba el violín en la orquesta en Estrasburgo. La música siempre ha sido mi vida, y desde muy temprano quise convertirme en director de escena, pero en aquel momento tenía sólo 16 años y era demasiado temprano todavía para empezar a ser el asistente de otro director. La ópera y el teatro me resultaban cada vez más atractivos, y me di cuenta de que la única forma que yo tenía para acercarme a ese mundo de la dirección era a través de la música. Precisamente comencé a descubrir qué era realmente la ópera desde el foso de la orquesta, pero no perdía de vista lo que sucedía sobre el escenario. Siempre he pensado que la música y la escena deben ir juntas en toda ópera, no se puede planear ningún movimiento en el escenario que no tenga en cuenta la partitura, y esto determina la labor que llevo a cabo con los solistas, con el coro? Es en este punto en el que mis trabajos se diferencian de los de otros directores.

-¿Cuáles son las claves de esta producción de "I capuleti e i Montecchi" que podrá verse en Oviedo?

-Es un espectáculo que yo concebí hace algunos años, y que se ha programado en Verona, en La Fenice de Venecia y en Omán. Quiero un espectáculo que tenga una gran interpretación, pero al mismo tiempo que sea muy respetuoso con las intenciones de Bellini. No me gustaría hacer una ópera en la que mi punto de vista predomine sobre la visión del compositor. Considero que los directores de escena se han convertido desde hace bastantes años en una especie de autores de estas óperas, pero yo no comparto esta visión. Otra cosa que he tenido en cuenta para esta producción es que la música es maravillosa, pero el libreto deja bastante que desear, y yo como director de escena debo arreglármelas para hacerlo interesante y no sólo pretender que sea bello visualmente. Lo más difícil en mi trabajo es encontrar una idea que funcione desde el principio hasta el final y que pueda vertebrar la ópera. La que he tenido para "I Capuleti e i Montecchi" es ambientarla en un museo, no porque sea bello, sino porque cuando estudié el libreto me di cuenta que no tenía nada que ver con la tragedia de Shakespeare. Los personajes están ahí, pero la trama es distinta. El argumento de esta ópera es débil, como he dicho, y por eso he prestado especial atención en crear tensión dramática y convertirlo en un espectáculo interesante. Los personajes son poco expresivos, como si estuvieran muertos o impasibles dentro de un cuadro, y ahí se me ocurrió la idea de ambientar la ópera en un museo.

-¿Qué acogida ha tenido esta producción en otras partes del mundo?

-Siempre ha sido bien recibida porque es muy elegante. No hay ninguna escena comprometida, ni tampoco genera alarma entre el público porque de repente se encuentra con "I Capuleti" en la Luna o en un garaje, por ejemplo. No está ambientado como el libretista lo planteó, en un castillo, pero un museo también es atractivo desde el punto de vista visual.

-¿Cómo se enfrenta a una nueva ópera?

-Siempre tengo en cuenta la historia y la cultura del sitio en el que voy a estrenarla, y lo llevo a la escena. Por ejemplo, ahora estoy trabajando en una "Tosca"; la he hecho en Roma y también en Praga. El pasado de esta última está marcado por el comunismo; no he hecho una "Tosca" comunista, pero sí una obra que hace recordar a los espectadores de aquella ciudad el horror pasado; la opresión, el sistema policial? Scarpia representa perfectamente todo eso. Creo sinceramente que hoy en día la verdadera innovación en la dirección escénica pasa por plasmar las cosas que están escritas en la propia obra.

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