Dos horas de buena música y buen humor ofrecieron ayer tarde en Oviedo el violinista Daniel Hope y su ensamble en Oviedo, dentro del ciclo Los Conciertos del Auditorio, con un programa enteramente centrado en la música barroca para violín. El éxito fue tal, que el público se puso en pie al término del concierto, ovacionando a los artistas, que demostraron un enorme carisma.

La propuesta de Hope y su equipo era la de realizar un viaje musical por la Europa de los siglos XVI y XVII, y a juzgar por la calurosa respuesta del público lo lograron.

El concierto estuvo compuesto por una sucesión de obras cortas, que Hope iba introduciendo en inglés, y que Christoph Sommer, el laudista, se encargaba de traducir con cierta comicidad, con la que se ganó al público ovetense. Sería injusto hablar de un concierto al uso, porque también tuvo parte de "performance" y la actuación de los integrantes del grupo cautivó a los asistentes.

La altísima calidad musical fue sin lugar a dudas la tónica del concierto de Hope, que los amantes del violín asistente al concierto de ayer tardarán en olvidar.

El violinista británico respetó su máxima de que lo más importante no es ofrecer música exacta a la que se escuchaba en el Barroco, sino emocionar a los oyentes del siglo XXI. Sí recrearon el sonido de las interpretaciones historicistas demorándose en la disonancia para hacer su interpretación más expresiva y atractiva al público. También eliminaron el "vibrato" en los instrumentos lo que produjo un sonido más limpio y claro, especialmente en el violín solista. Para aproximarse a la estética barroca utilizaron instrumentos como el clave, el laúd o la guitarra barroca. Todo ello dio lugar a una interpretación única.

Mientras salían a escena, la "Ricercata segunda" de Diego Ortiz fue la primera obra que interpretaron "los amigos de Daniel Hope", como ellos mismos se hacen llamar. Fue el cumplimiento de una promesa -incluir una pieza de un autor español- que le habían hecho a los programadores del ciclo ovetense. La siguió una delicada Sarabanda de Haendel, en la que Hope pudo mostrar un sonido muy íntimo.

La música de Vivaldi fue la gran protagonista del concierto, en el que interpretaron la Sonata en re menor para dos violines "La Follia", con la que concluyó la primera parte.

Vivaldi es un compositor muy querido para Hope, y que le ha reportado enormes éxitos en su carrera, y ayer quedó demostrado el por qué. Su interpretación fue brillante, con una ejecución muy limpia que pone de manifiesto la enorme técnica y musicalidad del violinista. Fue un juego constante en el que ofreció una auténtica exhibición de virtuosismo.

El percusionista Michael Metzler fue otro gran protagonista, por el carácter tan personal que aportaba en sus interpretaciones y la conexión que desde el primer momento estableció con el auditorio. Como "un músico muy peligroso" le describió Hope entre risas. Su momento más destacado vino con "La sonata de la guerra" de Westhoff en la que tuvo un papel transcendental.

"Greensleves" fue una de las obras más conocidas de las ofrecidas anoche, en la que la sonoridad profunda del Guarneri del Gesù, el valiosísimo violín con el que toca Hope, llenó la sala.

Las dos propinas ofrecidas ayer ante la gran ovación del público hicieron aún más las delicias de los asistentes. El tercer movimiento del concierto para dos violines de Vivaldi op. 3 originó algún que otro bravo en la sala, pero la interpretación tan emotiva que a continuación realizaron del Aria de la Suite nº 3 de Bach consiguió emocionar al auditorio al completo.