La Iglesia asturiana aplaude la decisión del Papa Francisco de modificar el Catecismo para luchar contra la pena de muerte al considerarla "inadmisible". "La pena de muerte es propia de otros tiempos; hoy se debe conceder siempre a alguien una segunda oportunidad para poder cambiar", destaca Javier Gómez Cuesta, párroco de la iglesia gijonesa de San Pedro. Se muestra conforme con estos cambios porque para él, "la vida es un don de Dios y el hombre nunca se la puede quitar".

Sobre cómo se tomará la Iglesia este cambio, el párroco de la iglesia de San Pedro lo tiene claro: "aunque existen corrientes más estrictas y conservadoras que puedan defender la pena de muerte, la mayoría de la Iglesia Católica es contraria". Recuerda como en la última modificación del Catecismo, en tiempos de Benedicto XVI, el capítulo de la pena de muerte ya fue muy controvertido. Tras un arduo debate, se decidió dejar, explica Gómez Cuesta, para casos "muy específicos" o "por alguna razón extrema; por si fuese el único camino para defenderse de un agresor". Aún así, el párroco gijonés tiene claro que es una práctica que, de ninguna manera, puede apoyar la Iglesia. Cita entonces varios párrafos del Catecismo que se centran en la defensa de la vida. Por ejemplo: "causar la muerte a un ser humano es contraria a la dignidad de la persona y la santidad del Creador" o "la vida humana ha de ser tenida como sagrada". Partiendo de estas afirmaciones, asegura, la pena de muerte resulta incompatible.

Celebra la decisión de Papa Francisco, muy contrario a este tipo de prácticas, pero no le pilla por sorpresa. "Este Papa ve la realidad del mundo con sus propios ojos y luego ya piensa cómo adaptar el Evangelio a nuestros días", asegura Gómez Cuesta. Las medidas que ha venido llevando a cabo el Papa en los últimos tiempos son para este párroco una muestra del "modus operandi" de la Francisco: "primero ve las cosas y después busca la iluminación del Evangelio".