"Si Reinhold Messner quiere, subimos juntos a los Picos de Europa", ha asegurado esta mañana el montañero polaco Krzysztof Wielicki, el "guerrero de de hielo" de la generación de oro del alpinismo de su país, que ha ganado el premio "Princesa de Asturias" de los Deportes de 2018 junto al también alpinista Reinhold Messner. Sí conoce las montañas emblemáticas de Asturias, aunque se quedó, el año pasado, "al pie de ellas". Tiene 68 años, pero exhibe una forma física envidiable, y su mirada trasluce la fuerza indomable de los alpinistas de élite. Fue el primero en subir al Everest en invierno, junto a su amigo Leszek Cichy. Era el menos experimentado, pero aquel fue un éxito "de todo un equipo". Aquella generación, dice, "tenía hambre de éxito" y lo intentó con las invernales. Sencillo, humilde, Wielicki cree que la genética explica mucho del éxito en la alta montaña. Él, que se especializó en ascensiones relámpago y en solitario, cree que lo consiguió por "capacidad de concentración en la escalada".

Este invierno lideró la expedición al K2 en invierno, el último gran reto de la exploración. "Cometimos algunos errores", admite, pero si decidió suspenderla es porque prefirió que "tuviese un final feliz en vez de que fuese un éxito". Admite que cada vez es más difícil llevar un equipo por los personalismos. Pertenece a una era en la que el equipo era lo importante y el montañismo "una escuela de vida" con la que "resulta más fácil superar otros problemas que se pueda tener". Su visión de la montaña no puede ser más sugestiva: "Siempre hay que medirse, hay que ponerse un objetivo importante, aunque no se consiga; pero lo importante es medirse con ese objetivo, intentarlo".