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TOÑO Y CARLOS BARRAL | Promotores musicales, responsables de El Cohete

"En la música no hay casos de acoso sexual como en el cine: aquí prima el talento"

"Van Morrison fue insufrible las dos veces que trabajamos con él, un dolor de cabeza, pero luego sus conciertos son extraordinarios"

Toño Barral, a la izquierda, abraza a su hermano Carlos, que sujeta el libro "Carteles 1987-2018". JUAN PLAZA

"No diga éxito. Diga haber conseguido llegar hasta aquí". Toño Barral aparta el cáliz de la vanidad a la hora de hacer balance de tres décadas de la promotora musical El Cohete. La fundó en 1988 en Oviedo y en 1994 subió a la nave su hermano Carlos. Desde entonces han desarrollado una "pasión" que no se agota de representación artística y organización de conciertos y giras. Gracias a ellos, Asturias ha visto y escuchado a leyendas como Van Morrison, The Chieftains o Green Day, una mínima parte de la inagotable nómina de voces que han fichado para conciertos en muchos casos inolvidables. Testimonio de su carrera es el libro "Carteles 1987-2018", 66 imágenes de música para la historia. Toño Barral le lleva once años a Carlos. Lo vio nacer. No necesitan hablar para entenderse. Les basta con mirarse.

- ¿Aún tienen nervios antes de un concierto?

- TOÑO BARRAL (TB): Los nervios siguen existiendo por la preocupación de que todo salga bien. La tensión que debe haber en un concierto no desaparece con el tiempo. Es como la salsa en una comida. Si no fuese así no habría esa electricidad, esa pasión, esa emoción que te impulsa a dar lo mejor de ti mismo. Mucha gente depende de eso.

- ¿Han cambiado mucho los tiempos?

- TB: Ha habido una gran evolución en nuestra pequeña industria de producción musical desde los años 80 hasta ahora. Al principio había dos compañías de sonido profesional, no había técnicos ni empresas especializadas ni road managers ni furgonetas de alquiler, los hoteles muchas veces no dejaban entrar a los músicos. Todo estaba muy comenzando. Ahora en cambio estamos a un nivel mundial aceptable. En Asturias ya podía haber ido todo como en esta pequeña industria en crecimiento.

- ¿Se reparten los papeles de poli bueno y poli malo?

- TB: Más bien somos como los Reyes Católicos, tanto monta monta tanto. Y capacidad de veto: si no lo vemos los dos, no se hace.

- CARLOS BARRAL (CB): Hay una entente cordiale. Cada uno tiene su personalidad pero en el día a día el manejo de tareas lo compartimos y consensuamos lo que hacemos. No suele haber decisiones unilaterales. Podemos tener divergencias, y es muy sano.

- ¿Hay artistas que desafinan fuera del escenario?

- TB: Los artistas con los que trabajamos casi en su generalidad ya vienen precedidos por su prestigio artístico y en eso nos fijamos. Solemos rehuir los caracteres complicados. También es cierto que trabajamos géneros como el folk o el jazz, menos complicados en ese aspecto que el pop o el rock donde pueden darse personalidades más difíciles. Siempre ponemos lo mejor profesionalmente para que las condiciones que piden los artistas estén como las quieren.

- Pongamos que les digo Van Morrison?

- TB: Conseguir una foto suya sonriendo es complicado. Es muy especial porque tiene rencor y un odio hacia la industria, no solo discográfica sino la de los conciertos, lo lleva en el ADN. Le debieron engañar mucho en su momento y se centra en la música. Incluso con los músicos con lo que trabaja es bastante insoportable. Fue un serio dolor de cabeza, pero luego los conciertos son extraordinarios.

- CB: A veces la calidad humana y la artística no van unidas. Morrison fue insufrible las dos veces con las que trabajamos juntos. En Gijón quería prohibir que hubiera prensa en la acera, había que decirle que no éramos Fraga, que no podíamos prohibir a las personas que estuvieran en lugar público. Pero son excepcionales.

- TB: Cuando vino "Green Day" era una pandilla de veinteañeros que venían a divertirse. No sé cómo serán ahora, si se llevan bien o mal entre ellos. Hay bandas cuyos miembros no pueden cruzarse en el escenario, ni se hablan ni se miran. Nosotros no trabajamos con ese tipo de artistas porque no nos gusta sufrir. Preferimos perfiles de gente que haga el trabajo más llevadero.

- ¿Y los vicios adictivos qué?

- TB: Con las drogas no hemos tenido gente como muy yonqui, tiene que ser un martirio. Quizás el alcohol, eso hay que tenerlo controlado para que no lleguen catatónicos al escenario, y en algún casos cuando les llega el aplauso del público y empiezan a actuar se les quita todo lo que tenían y vuelven a ser normales para hacer su trabajo.

- CB: Es entendible, haces una actuación a las dos de la madrugada y tuviste las pruebas de sonido a las seis de la tarde, tienes que mantener un pulso de excitación, estar despierto pero tampoco apalancado, no es tan sencillo de manejar tanta responsabilidad y tantos nervios. Gobernar eso no es fácil. Pero quitando alguna excepción, la gente realmente profesional da lo mejor de sí.

- ¿Vacunados contra la mitomanía?

- CB: Si alguien es un capullo no dejo de admirar su arte pero no tengo ningún interés en nada más. Hay gente que admiras en los dos casos, te tomas una cervezas con ella y es estupendo pero cuando no, no tengo por qué soportarla por muy crack que sea si falla lo personal.

- TB: Hay gente execrable con la que trabajar es un dolor de cabeza. Es así.

- ¿Hay motivos para el #Metoo en la música?

- CB: Dentro de la industria no conozco casos como los del cine, al menos no ha trascendido ninguno. Sí que empieza a haber más participación de mujeres en el sector, en la parte técnica, más representantes, managers y artistas. No hay paridad para nada, pero las cosas están cambiando e incluso hay una asociación de managers y representantes. Es muy sano, las mujeres darán una visión distinta hacer las cosas.

- TB: Es distinto al cine donde el productor tiene la llave que abre o cierra la puerta, da papeles o os quita, promociona o no. En la música lo primero es el talento, la capacidad de desarrollo artístico.

- El público de ahora ya no es el mismo?

- TB: Es un cambio de paradigma absoluto. En los años 50, 60, 70 y 80 no grababa cualquiera. Ahora la tecnología te da la oportunidad con un poco de software y talento. Luego depende de la suerte y del gusto del público que salgas adelante o no.

- CB: Las nuevas herramientas de trabajo han facilitado la labor, y también la capacidad de creación y el paradigma del consumo. Ahora existe menos la devoción de antes de comprar un disco y machacarlo, porque era una liturgia distinta.

- TB: Un dato: el "Despacito" famoso no ha salido en formato físico. No está en ningún soporte, solo en algún recopilatorio y en las redes. Punto final. Y es la canción más escuchada de 2017 y parte de 2018. Ya no se necesita un soporte físico para ser el número uno.

- ¿Espinas clavadas?

- TB: Nunca hemos tenido una codicia profesional en el sentido de crecer mucho, ser grandes, ir como Gay Mercader con una pistola para amenazar a otro para que no hiciese un concierto de un grupo que le interesaba hacer él. Nos mueve la emoción, el placer, la satisfacción del trabajo bien hecho. Sin ser modelo tiburón.

- ¿Cómo andan de sueños?

- TB: El más bonito es seguir haciendo lo que hacemos, vivir de ello en nuestros parámetros. Claro que hay cientos de artistas con los que nos gustaría trabajar pero hay tanto talento en el mundo que si no puedes con uno, lo dejas y a por otro.

- CB: ¿Trabajar con Prince? Sí, vale, me hubiera encantado, pero me da un poco igual, lo vi y es suficiente. A nadie le amarga un dulce pero no estamos en ese plan de, joder, daría lo que fuera por... Pero la motivación no es el dinero ni el poder, para qué vas a aguantar a un capullo que te hace la vida imposible. Trabajamos como gente que nos corresponde en lo artístico y en todo lo demás, como Rodrigo Cuevas ahora mismo.

- ¿Otras pasiones?

- CB: He publicado mi primer poemario, "Oxidación". Poemas desde el año 2000 al 2010. ¿Qué me inspira? Estar vivo. La poesía brota en estados de necesidad, cuando ha algo que necesita salir porque te perturba o vives algo a nivel emocional que necesita articularse.

- Crisis, qué crisis.

- TB: Nos preguntan mucho por la crisis. Es la cuarta que vivimos. Cualquiera que se dedique a la cultura sabe que es una profesión de alta inestabilidad, no es todo tan bonito como se ve desde fuera.

- CB: Alguna gente tiene esa idea banal y romanticona de que estamos viajando siempre en hoteles de lujo. Y a menudo llegas a la habitación y no sales de la cama porque estás destrozado. Y unas veces estás en un hotel de puta madre, y otras en uno que no lo es.

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