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JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ | Escritor

"El gobernante que llega después del populismo paga la fiesta y organiza su propio funeral"

"Con el alzhéimer, uno se despersonaliza y ya no es uno; entra en un término no previsto ni por la justicia ni por la ética"

El escritor argentino Jorge Fernández Díaz, en Madrid. FERNANDO GORENA

El escritor argentino Jorge Fernández Díaz (Buenos Aires, 1960) vive una paradoja.

-Vengo a España a relanzar una versión más completa de "Mamá", un libro que escribí hace dieciocho años, que contiene la memoria de mi madre, Carmina, emigrante asturiana, en el momento en que, por la edad, está perdiendo esa memoria. Más o menos me reconoce. Hasta hace poco recordaba Almurfe, su aldea de Belmonte de Miranda. Es una tristeza y una alegría.

- Explique la alegría.

-Es una alegría que su memoria haya quedado como testimonio y pueda ser recordada, porque es un paradigma de una emigración española -principalmente asturiana, gallega y vasca- que se fue en la hambruna de la posguerra, atravesó el océano, se hizo fuerte en el desarraigo y en el progreso y no tiene la literatura que merece, quizá porque no le conviene al nacionalismo argentino.

- ¿Por qué?

-En su ideología nunca naturalizaron que eran derechos adquiridos ni la prosperidad, ni el progreso, ni la libertad ni la República. Tuvieron que luchar por ellos y nos enseñaron a hacerlo. Este testimonio cobra un nuevo lugar en la agenda política del momento del mundo en el que estamos.

- Ahora explique la tristeza.

-Es individual, porque mi madre se apaga y ha sido la persona más importante a lo largo de toda mi vida, un referente inquebrantable con quien hablé de política, de periodismo, y, a la vez, colectiva porque se apaga una generación. El mundo en el que me crié es crepuscular en Argentina.

- ¿Cuánto le cambiaron las cincuenta horas de conversación periodística con su madre?

-Ella encontró momentos que había olvidado y querido olvidar, y pude componer un mosaico rico de lo que normalmente son sólo fragmentos de charlas de sobremesas. Para mí fue un momento bisagra, tenía 40 años y cambió mi vida. Fue muy importante para mi identidad, incluso periodística, porque me encontré con la feminidad, con la emocionalidad como escritor, y mis libros posteriores fueron muy diferentes, de mayor calado, humanidad y ternura.

- Volvió a nacer de "Mamá".

-Del acto tremendo de entrevistar a mi madre y a mi padre. La vida siguió y ahora he escrito un largo texto que muestra qué fue de cada personaje.

- ¿La vida tiene sentido a partir de una determinada fase del alzhéimer?

-Es una pregunta filosófica para la que ni la sociedad ni la ciencia tienen una respuesta unívoca. Uno se despersonaliza y ya no es uno; entra en un término no previsto por la justicia ni por la ética. Es una gran discusión en Occidente y no tengo una respuesta.

Fernández Díaz ha logrado dos best sellers en Argentina con su personaje Remil, un agente de Inteligencia, que protagoniza "El puñal" y "La herida", que presentó esta semana en Francia. Es columnista del diario "La Nación" y conductor del programa "Pensándolo bien", que emite Radio Mitre de 8 a 10 de noche y tiene un 40% de cuota de audiencia, casi 25 puntos más que el programa deportivo que le sigue.

-Leo un artículo o un cuento a la gente que vuelve a casa o que cocina. Repaso las frases del día en una gran polémica política y después hago distintas secciones del arte de la conversación, llevo a muchos escritores a hablar de la política y la sociedad, entre ellos Pérez-Reverte, Rosa Montero, Javier Cercas, Dolores Redondo, y no de sus libros.

- Usted trata mucho la vida y los sentimientos, ¿Argentina es un país sentimental?

-Uno tiene que evitar el sentimentalismo en la literatura, pero "Mamá" me ayudó a entender cómo narrar la emocionalidad, y a partir de ese laboratorio emocional mi novela negra va revestida de sentimientos.

Está de vacaciones en Argentina y ha venido a trabajar a Europa. Asistió como académico correspondiente a un pleno de la Española en el que coincidió con Mario Vargas Llosa y Javier Marías. Cuando hace dos años pasó a formar parte de la Academia de Letras Argentina su tesis fue sobre el articulismo como una de las bellas artes, partiendo de Montaigne y uniendo el columnismo argentino con el español.

-Hay escritores que creen que su obra mayor son las novelas, pero en el futuro serán recordados por sus libros de artículos.

- Se acerca a los 60 años.

-Lo llevo con perplejidad. Me parece increíble tener esta edad y seguir con las mismas pulsiones, escribir día y noche casi sin días libres. Firmo por veinte años más de vida buenos.

- Tiene dos hijos.

-Una hija de 33 años, productora musical de televisión, y un hijo de 28, periodista en la radio, que estudia Economía.

- Cuando Marcial, su padre, supo que usted quería ser escritor pensó que quería ser un vago. ¿Cómo fue usted con sus hijos?

-He tratado de no interferir en la vida de mis hijos, he sido quizá demasiado condescendiente, defendiéndome de la rigidez de mi padre conmigo. Me dio por perdido muchos años hasta que nos amnistió la literatura y eso fue un gran dolor formativo. Soy adicto al trabajo para demostrarle que estaba equivocado.

- ¿Acertó con sus hijos?

-Les dije "hagan lo que les haga felices, no quiero regir sus vidas". Los padres no tenemos manuales, hacemos lo que podemos y seguramente siempre nos equivocamos.

- Parece estar en plenitud.

-Sí, y con mi mujer (Verónica Chiaravalli), periodista, que comparte estas pasiones, pero siempre pendiente de si lograré escribir otra novela, si saldrá bien, y todo es un gran desafío. Me dijo Vargas Llosa "que la muerte te encuentre viviendo". Él está apasionado todo el tiempo. Fui muchos años sufriente y ahora trato de ser gozante. Gano y pierdo todos los días esa batalla. El periodismo me ayudó durante los diez años en que fui cronista de sucesos, entrevisté a grandes policías y a grandes delincuentes, estuve amenazado de muerte y viví la política intensamente.

- ¿Cómo le va a Argentina con Mauricio Macri?

-Argentina vive el pospopulismo. Antes los populismos eran derribados por horrorosas dictaduras militares; el neopopulismo pierde poder, pero siguen teniendo un partido que no cree en los partidos políticos. El populismo regala cosas que no pueden ser sostenidas en el tiempo y cuando llega el nuevo paga la fiesta y organiza su propio funeral. Gracias a los subsidios, la luz llegó a costar en Argentina como un café con leche. Insostenible. No sabemos bien qué va a pasar en las elecciones porque mucha gente dice que vivía mejor antes.

- ¿Y qué tal lo ha hecho?

-Bien y mal. Tomó deuda externa para no hacer un gran ajuste y con la llegada de Trump la economía es muy vulnerable, como era en Argentina desde antes de Macri. Estamos acostumbrados a ser sufrientes porque hay un problema de base que es el sistema de partidos políticos y el peronismo, cuya hegemonía no permitió acuerdos básicos serios para hacer una transición como la de España.

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