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"Sortear una matrícula es abofetear el esfuerzo", dicen los profesores de Luanco

El equipo docente de las cuatro gozoniegas que sacaron pleno de dieces en Bachillerato reclama más incentivos para lograr la excelencia

"Sortear una matrícula es abofetear el esfuerzo", dicen los profesores de Luanco

"Pasarnos seis años educando a los chavales en que si se trabaja duro hay resultados, y que llegue la burocracia y vean que al final todo se queda en un sorteo, es abofetear la cultura del esfuerzo". Lo dice Eloy Fernández, profesor de Filosofía de las cuatro alumnas del IES Cristo del Socorro, de Luanco, con un expediente de diez en el Bachillerato. La normativa de matrículas de honor impone que cada instituto puede dar una distinción por cada veinte alumnos y al de Luanco le corresponden solo dos. No hubo más remedio que echarlo a suertes. Dos de las alumnas se quedaron sin distinción. "Esta normativa, al final, lo que hace es perjudicar a los institutos pequeños", sentencia la directora del centro, María Antonia González, que reunió a varios de los profesores de las cuatro estudiantes para charlar con LA NUEVA ESPAÑA.

En Asturias una matrícula de honor es un título honorífico. No hay otra recompensa. "Es cada universidad la que decide si beca a los expedientes de matrícula de honor, y en la Universidad de Oviedo no hay ayudas para los alumnos con esta distinción", explica la directora.

De las cuatro estudiantes "perfectas" de Luanco Virginia Fernández y Carmen Vigil -a las que les tocaron las matrículas en el sorteo- tendrían que salir de Asturias para tener la oportunidad de que una universidad les de una ayuda económica. Una opción que no tienen Irene González-Pola y Carmen Ruiz, que perdieron en el sorteo de las matriculas. Las cuatro quieren quedarse en Asturias.

"Tanto la consejería de Educación como la Universidad de Oviedo deberían darse cuenta de que en Asturias hay alumnos brillantes, pero están en inferioridad de posibilidades. Después vienen las fugas de cerebros, bien en la Universidad o bien en los postgrados", sostiene Yolanda Fernández, profesora de francés de Irene González-Pola y Virginia Fernández.

Esta promoción del IES Cristo del Socorro ha rozado la excelencia. Otros siete alumnos de las dos clases que tenía el segundo curso de Bachillerato cumplían los requisitos para ser matrícula de honor (sacar más de un 9 de media en segundo), pero se fueron cayendo de la selección en los desempates con sus cuatro compañeras de "diez". "Las notas de estos alumnos van del 9,2 al 9,94. Casi tenemos una alumna más para el sorteo", señala la directora.

Héctor Fernández, otro de los profesores que se encuentra en la cita, no dio clase a ninguna de las cuatro más destacadas, pero sí a otros alumnos que superaron el nueve. Es profesor de Tecnología y afirma que los propios alumnos le apretaban a él: "Es muy curioso, porque te obligaban a estar al cien por cien. Yo llegaba con la clase preparada y ellos a través de sus dudas e inquietudes, acababan haciéndola siendo totalmente distinta".

En eso coinciden todos los profesores. "Llevamos varias promociones buenas o muy buenas y vienen otras por el estilo, pero ésta ha sido brillante", señala María Antonia Fernández. La clave es la retroalimentación: jóvenes muy motivados, un entorno con clases pequeñas que les acercan a los profesores y profesores que aceptan el reto. "Es cierto que cuando te encuentras con una generación como ésta, que ya venía de serie, es tocar el cielo para un profesor. Nos han hecho dar el máximo y es algo que seguiremos haciendo. Los vamos a echar mucho de menos", dice Yolanda Fernández.

El jefe de estudios, Ismael Piñera, lo extrapola a todo el centro. "Cuando llegué a Luanco, después de años llamándome 'profe', volví a llamarme Ismael. Es algo que sorprende incluso a los alumnos. Que se nos pueda llamar 'profe', les choca", explica. Y Cruz Rodil, tutora de los de las chicas, añade otro factor que ha hecho de esta generación una promoción brillante: "La implicación de las familias. Cuando los padres venían a hablar conmigo lo hacían con una actitud que pocas veces se ve y estaban ahí para cualquier cosa que hiciera falta".

"El secreto para tener una generación como ésta no es en realidad un secreto, es lógica, pero no siempre se da", sentencia la directora.

"Los compañeros más adelantados preparaban resúmenes para el resto", señalan los educadores

Si algo destacan los profesores de los alumnos que acaban de terminar segundo de Bachillerato en el IES Cristo del Socorro es su calidad humana, que ha ayudado a que el proceso educativo de estos años fuera aún más provechoso. "Hubo una cosa que me sorprendió mucho en mi clase. Los alumnos más adelantados preparaban resúmenes para sus compañeros, me los pasaban a mí para que les echara un vistazo y comprobar que estaba todo correcto y luego lo repartían entre el resto", dice el profesor de Filosofía de esta "brillante promoción", Eloy Fernández.

No es un caso aislado. El resto de profesores reunidos ayer comentaban situaciones parecidas. "No solo prestaban los apuntes, veías que se paraban a explicar lo que algunos no entendían con toda la paciencia del mundo", añadió Cruz Rodil, la tutora de dos alumnas con expediente de diez.

"Todos los alumnos del centro tienen las mismas oportunidades, preparamos actividades, programas educativos, talleres... Lo que hizo esta generación es aprovecharlo al máximo. Se apuntaban a todo e, incluso, nos proponían más", señala Eloy Fernández. Y ahí dieron con la clave, como explica la directora: "No estudiaban por la décima, por sacar el examen; aprendían porque lo disfrutaban y se sentían parte activa del instituto, un objetivo que siempre buscamos, que sientan esa implicación con el centro y con Luanco". También coinciden: "Lo que más orgullosos nos hace estar es ese espíritu de lucha y de plantar cara a las injusticias que han sacado".

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