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ALFREDO MORÁN | Guitarrista y compositor de jazz

"Conozco a mucha gente con talento en cualquier profesión que no puede ejercer aquí"

"Con 10 años me soltaron con 5.000 personas iguales que yo y tuve que buscarme la vida, crear mi estatus y darme a respetar"

Alfredo Morán, a la entrada de la sede de LA NUEVA ESPAÑA en Oviedo.

Alfredo Morán (Urbiés, Turón, 1961), compositor y guitarrista de jazz, profesor de guitarra desde hace treinta años.

- ¿Qué tienen en común Urbiés y Nueva Orleans?

-Las ganas de hacer. Influye mucho dónde naces, pero también la dirección en la que quieras ir y que estés preparado; cuando pasa el tren tienes que tener el equipaje en la mano, no puedes decir "espera, que estoy en pijama". Con vida larga, cualquiera puede cumplir sus objetivos.

- ¿Dónde halló la música?

-Mi padre, minero, tocaba la batería junto a su hermano acordeonista. "Los hermanos Morán" tocaban bailables en bodas y romerías por Moreda y Mieres. Los veía ensayar en casa y tocar en Casa Nando, en Urbiés.

- ¿Cómo llegó a la guitarra?

-Tocaba clásica y acústica en la Universidad Laboral de Cheste, pero con 13 años escuchaba a "Deep Purple", "Led Zeppelin", "The Beatles", "Cream" y, sobre todo, "Pink Floyd", porque Gilmour me hizo apasionarme por la guitarra eléctrica. Aún es un ídolo.

- ¿Y el jazz?

-Escuchando un programa en Radio Andorra. Era totalmente desconocido para mí.

- ¿Cómo llegó a Cheste?

-Con beca, a los 10 años.

- ¿Cómo fue dejar el valle y la casa para ir a un internado?

-Muy mal. Salimos cuatro autocares de la plaza de España de Oviedo. Tardamos veinte horas. No conocía a nadie. Al llegar, mi compañero de autobús, que era de La Camocha, me dijo: "Estamos en el extranjero". No sabíamos que se hablaba valenciano.

- ¿Y luego?

-Poco a poco te haces fuerte. Hoy sobreprotegemos a los hijos. A mí me pasó lo contrario, me soltaron con 5.000 personas iguales que yo y tuve que buscarme la vida, crear mi estatus, saber darme a respetar.

- Un cambio muy grande.

-Al que estoy muy agradecido. El sistema educativo era muy bueno, con gimnasios, piscinas, talleres y todo gratis. Conocí muchas cosas y empecé con la disciplina del estudio del instrumento con clases particulares de profesores especializados.

- ¿Qué quería ser?

-Músico, pero para estudiar guitarra había que ir a Madrid.

- ¿Y qué hizo?

-Me gusta mucho la historia y entré en la Facultad. Llegué a cuarto, pero la vida me separó...

- El jazz era raro, de gente mayor y con dinero.

-Encontrar discos era muy difícil y de guitarristas más. Eran de importación. Cuando me casé, otro músico me regaló veinte elepés que trajo de Madrid. En 1989 en Londres quedé asustado en una tienda de música como una Fnac y una sección de jazz enorme.

- ¿Tuvo cómplices?

-Con 18 años, cuatro amigos formamos "Katarsis". Pensábamos que sabíamos tocar. Disfrutamos. Actuábamos en el Nero, en Oviedo; El Compás, en Moreda; La Cristalera, en Avilés; El Café Diario y el Don Pedro, en Gijón. Ahora, una ley única en el mundo prohíbe tocar en los bares. Cuando era joven recuerdo carteles en el bar de "Se prohíbe cantar a partir de las once". Respeto mucho a los vecinos, pero con los locales preparados no es problema un concierto a las nueve de la noche.

- ¿Cómo logró vivir regularmente de la música?

-Con 20 años empecé a trabajar en orquestas profesionales, "Cáñamo", "Nevada", "Expresión" y "La Orquestina", y a dar clases particulares de guitarra. Fue un trabajo duro y un periodo de aprendizaje muy importante.

- ¿Y el aprendizaje del jazz?

-Con 25 años empecé a asistir al Taller de Músicos de Madrid porque había profesionales dando clases. Los cursos eran trimestrales y fui cuatro o cinco años. Venían músicos de Estados Unidos, como Barry Harris y Joey Tafolla. Ahí conocí, en 1994, a Rick Peckham, catedrático de la Berklee de Boston, donde amplié mis estudios en 2008. A los 35 años dejé las orquestas para tratar de desarrollar mi música y mis discos.

- Lleva 35 años casado.

-Más cinco de noviazgo. Somos del mismo pueblo. Predi es funcionaria del Estado. Es difícil convivir con un músico y siempre me entendió y apoyó. Estoy haciendo un trabajo de nueve temas para nuestra nieta de seis meses Clara, y Predi entiende cuando estamos comiendo, quedo sin hablar, no la escucho y, de repente, marcho a escribir lo que me está pasando por la cabeza.

- Tienen un hijo de 34 años.

-Daniel, contrabajista. Estudió en Oviedo, Salamanca, Madrid, estuvo cuatro años en Ginebra haciendo dos másteres y está con la Orquesta Sinfónica de Pamplona. Hice con él "Contrastes/sintrastes", en 2014. De mis ocho trabajos editados es el más emocionante para mí.

- ¿Influyó en Daniel?

-Bastante, pero nunca lo forcé a venir a clase conmigo. Entraba, tocábamos juntos, grabábamos y con 10 años decidió que sería músico profesional. Marcelino, director de la Escuela de Música, gran guitarrista, pianista y persona, nos dijo que había muy pocos contrabajistas y que tienen un ámbito de trabajo muy amplio, porque pueden tocar jazz, rock y en una orquesta sinfónica. Se lo comentamos a él y le gustó. Hace sustituciones en Pamplona. Su mujer trabaja en Zaragoza en una UVI móvil y, como hace guardias, ya sabemos cómo están los chavales hoy. Conozco muchísimos casos de gente con mucho talento en cualquier profesión que no puede ejercer en Asturias.

- ¿Se planteó salir?

-No, cuando me hubiese gustado tenía la vida hecha. En Asturias y en España se vive muy bien. Soy muy familiar, me gusta tener mi círculo de amigos y doy mucha importancia a esa estabilidad emocional. Estoy plenamente satisfecho con el equilibrio que conseguí.

- ¿Cómo está?

-Fantástico, sobre tres proyectos a la vez. "El sueño de Clara", "El valle de Turón", siete composiciones híbridas de jazz y clásica con vídeos, y "Escándalo lírico", con Elena Pérez-Herrero, arias de ópera y música clásica con arreglos de jazz para guitarra.

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