En medio de su clase, cuando sus alumnos reproducían con tinta china las formas del bodegón que tenían delante, el artista plástico Pablo de Lillo se quedó ensimismado, mirando de lado a lado el espacio de la antigua Escuela de Artes y Oficios de la Fábrica de Armas de La Vega, como si trazara una media panorámica con una cámara. "Sería una maravilla que los artistas pudiésemos hacer estudios en alguna de estas naves", reflexionó, antes de devolver toda su atención a sus alumnos, a las personas que se habían apuntado al "Taller del pintor" que De Lillo impartió ayer en el complejo, dentro del programa de actividades de la Semana de los Premios. Una actividad enmarcada en una nutritiva mañana que culminó con un concierto vibrante y singular, "Rokhanroll Academy", en el que un grupo de excelentes músicos explicó a los asistentes, guitarra en mano, las claves de la evolución de la música popular.

La conjunción entre el atractivo programa de actividades organizado por la Fundación Princesa de Asturias y la oportunidad de penetrar en la Fábrica de Armas, ese gran activo cautivo que la ciudad de Oviedo trata de recuperar para el disfrute de la ciudadanía, llevó en la mañana de ayer a cientos de personas hasta el complejo. "Esto parece Berlín", repetían muchos visitantes, recogiendo una reflexión que ha hecho fortuna en los ambientes artísticos de la región, y que se refiere a la recuperación de espacios industriales para usos culturales, tal y como se hizo en la capital alemana con el complejo fabril en el que se localiza el Kulturbrauerei.

Tres actividades marcaron la mañana de ayer en La Vega. A la entrada, en el Almacén, María Castellanos y Alberto Valverde, los miembros del colectivo "uh513", guiaban a los visitantes por su instalación "Jardín sensorial" invitándoles a conectar electrodos a las plantas que ellos mismos traían de casa para comprobar cómo reaccionan a los estímulos externos. Por allí se dejaron ver las jovencísimas componentes de la coral "Malagasy Gospel" de Madagascar, que por la tarde actuaba junto al Coro de la Fundación Princesa de Asturias en el colegio Nazaret de Oviedo. Las niñas, invitadas por la Fundación, recorrieron las instalaciones y se mostraron entusiasmadas con las diferentes instalaciones.

Pintura

En paralelo a las visitas por el jardín sensorial, Pablo de Lillo realizaba en Artes y Oficios el doble "Taller del pintor". En la primera sesión, en la que los alumnos eran niños, el artista plástico les propuso desarrollar su creatividad sobre un tríptico que replicaba el fondo de "El jardín de las delicias", de El Bosco, pero sin las figuras. En la segunda, los alumnos eran adolescentes y adultos, a los que De Lillo invitaba a trabajar sobre un bodegón.

"Cada uno de los talleres te plantea un reto diferente. A los niños casi hay que pararles, refrenar su ímpetu; mientras que a los adultos tienes que empujarlos, trabajan con temor", reflexiona De Lillo. De algún modo, reconoce, el trabajar con unos y otros le ayuda a reflexionar sobre su propia condición de creador. "Los niños abren puertas a patadas", sostiene el artista plástico, que se siente agradecido por poder desarrollar una actividad en un entorno tan especial, con tanta plasticidad, como la Fábrica de Armas.

Para los participantes en el taller de pintura -del que hay hoy una segunda sesión-, la experiencia ha sido inolvidable. "Al principio me costó dominar la tinta china y tuve que volver a empezar, pero ha sido muy instructivo. Me ha encantado, porque además te dejan ser creativo", explica la ovetense Xana Alfonso, de 15 años y que participó en el taller con su hermana Inás, de 17. "Teníamos nociones de pintura, pero hemos aprendido mucho sobre cómo trabajar las sombras y el claroscuro, algo que te sirve no solo para la pintura, también para otras disciplinas como puede ser la fotografía", sostiene Inás Alfonso.

Instalaciones

Aparte de los talleres, los visitantes disfrutaron con las instalaciones permanentes que enriquecen el recorrido por La Vega. El "Jardín sensorial" y "Kyrie", la ingeniosa instalación que propone un recorrido por la iconografía de Cristo crucificado a través de diversas obras maestras del Museo del Prado, volvieron a ser de las más celebradas por los visitantes.

La muestra "Lindsey Vonn: Supergigante", en la que un montaje emula las calles de un eslalon en las que se reproducen los hitos de la carrera de la premio "Princesa de Asturias" de los Deportes, y la exposición "Integrantes: la nueva asturianía", de la Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos, crecieron a partir de su proximidad, que invita a los visitantes a recorrerlas de un tirón.

"Galería Fascinarte", la muestra de trabajos sobre las obras maestras del Museo del Prado de los alumnos del programa "Toma la palabra", llama la atención por eso mismo que celebraba De Lillo: la audacia de los niños al enfrentarse a obras que los adultos consideran poco menos que sagradas. Y la triple instalación de Artes y Oficios -"Naturaleza viva", de Federica Barbanelli; "Arte-Facto", de Federico Granell; y "Atelier del Prado", de Teresa Patiño"- es parada obligada para los amantes del arte.

Rokhanroll

Pero en La Vega no todo es contemplación pausada. La música tiene un peso específico en la instalación, y al mediodía de ayer una prodigiosa banda liderada por Igor Paskual y Mar Álvarez hizo vibrar a los visitantes con un concierto didáctico y muy divertido: "Rokhanroll Academy". Con el mismo espíritu didáctico que el matemático e ingeniero Salman Khan, premio de Cooperación Internacional, impregna en su Khan Academy, la formación recorrió la historia de la música popular desgranando algunas claves de su evolución.

Con Paskual y Ángel Miguel a la guitarra, Edgar Vero al teclado, Willón González a la batería, Antón Ceballos al bajo y las voces de Mar Álvarez, Silvia Huerga, Juanvi Stroup y Robbie Egocheaga, el grupo ofreció un ágil recorrido que partía de la mítica "Johnny B. Goode", de Chuck Berry, e incluía canciones de "The Beatles", "Queen", David Bowie, "Oasis", "U2", Miles Davis, "The Rolling Stones" o "AC/DC", entre otros, intercalando además piezas clásicas como el "Canon" de Pachelbel. Un despliegue formidable ante el cual el numeroso público reunido en la plaza de La Vega alternaba las palmas con los movimientos de cadera.

Fue el colofón ideal a una mañana de ensueño para los numerosos visitantes que se acercaron a la Fábrica de Armas de La Vega. Un Berlín cercano y efímero, que trae a la memoria aquella reflexión de Aquiles en la película "Troya": "Todo es más hermoso cuando hay un final".