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COVADONGA VALDÉS MORÉ | Pintora

"Lo digo sin rubor: poner un plátano en una pared, como se hizo en ARCO, es una estupidez"

"Mi padre aplicó sus conocimientos de actuario a los seguros y a las quinielas, lo que le dio dinero y felicidad cada domingo"

Covadonga Valdés Moré, delante de la casa familiar en la plazuela de San Miguel de Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Covadonga Valdés Moré (Gijón, 1966), licenciada en Bellas Artes en 1990 por Madrid, pintora, ha expuesto en Gijón, Oviedo, Avilés, Bilbao, San Sebastián, Madrid, Sevilla, Orense, México y Estrasburgo. Vive entre Gijón y Bilbao...

-...Y un poco en Piloña, donde tenemos una casa que adoro y es fuente de inspiración.

- Usted que pinta jardines de bolsillo, ahí sí tendrá un jardín.

-Después de ver los jardines del Museo Evaristo Valle digo que tengo un "matu", pero todo el bosque es mío y disfruto del Sueve y los montes de Sevares.

- Es nieta del pintor Mariano Moré. Tuvo el arte en casa.

-Y lo viví. Recuerdo un día de verano en que nos fuimos todos de excursión, menos el abuelo, y cuando volví había dibujado unos lienzos inmensos, llenos de gente y de cosas. La belleza siempre estuvo presente en mi vida. Mi tía Eloísa tenía un jardín y una casa en El Regueral (Gozón) con una belleza que calaba. El arte en la vida es muy importante porque da serenidad, equilibrio, felicidad, alegría, lo compartes, lo preparas para los demás, lo disfrutas tú mismo...

- ¿Qué recuerda de su abuelo?

-Era tranquilo, cariñoso y sordo, lo que no facilitaba la conversación. Murió cuando yo tenía 6 años y me parecía un mago que hacía cosas que los demás no hacían. Posé una vez en el estudio y cuando fui a mirar el cuadro estaba en medio de unas olas de tormenta. En casa había pinturas y me dejaban manchar de verde. Digo a los padres que dejen a sus hijos manchar la casa. Yo era activa, me gustaba hacer punto, un jarrón con flores, un cuadro, y me estimularon.

- ¿A qué se dedicaban?

-Mi padre era actuario.

- Nunca supe qué era eso.

-El que se dedica a baremar lo que cuesta un seguro, a prever costos. Aplicó todos sus conocimientos de probabilidades a las quinielas, lo que le dio dinero e ilusión. Pasaba los domingos con el pinganillo de la radio y tres libretas, comentando que si ese futbolista estaba malo iba a fastidiar tal partido y cosas así. Era del Sporting y del Real Madrid. A mí me frustraba porque no podíamos ir de excursión. Se llamaba Ramón José porque su madrina fue novia de Ramón J. Sender.

- ¿Y su madre?

-Se llamaba Covadonga y por las condiciones de la época se volcó en la familia, pero hacía muchas cosas de porcelana y esmaltes.

- ¿Tiene hermanos?

-Mariana, que vive en la plazuela de San Miguel, donde está la casa familiar, custodia las obras del abuelo, baila, le gusta la danza y trabaja en la escuela de Música.

- ¿Qué tiene en Bilbao?

-Veinte años de vida, parte de mi trabajo, el rigor, la seriedad... a mi marido, Javier García Zubia, profesor de Electrónica en la Universidad de Deusto, y a nuestro hijo Antón, de 17 años.

- Mala edad.

-Es buen chaval. Es creativo, como yo, pero para los números y la física, como su padre y su abuelo.

- ¿Cómo conoció a su marido?

-En Luarca, en la playa, porque es primo de unas amigas. Su padre es asturiano. Llevamos treinta años juntos, toda la vida.

- ¿Qué quería estudiar?

-Bellas Artes o perito agrícola.

- Siempre un jardín.

-Me van gustando más cosas.

- ¿Cómo fue su Madrid?

-El de la movida. Agotador. En "Cachitos de hierro y cromo" veo la creatividad perdida. Mis cuatro abuelos vivían en Madrid y desde niña me fascinaban la Gran Vía de los carteles de cine, las tiendas gigantescas de muñecas, las exposiciones y los libros de arte de Espasa Calpe. El abuelo paterno vivía junto al Museo Sorolla. Viví con mi abuela materna, en el centro, con buenas librerías alrededor.

- ¿Cómo le fue en la Facultad de Bellas Artes?

-Había de todo. Yo quería hacer pintura, pero veía que muchos se decantaban por la instalación y un profesor, que era expresionista abstracto, quería que todos hiciéramos abstracción expresionista. Di muchas vueltas a lo que quería hacer. En casa había visto un arte "comme il faut", de sensibilidad, color, trabajo, dibujo, oficio. A mí, hacer el "hala, lo que te salga"...

- ¿Le produjo un "shock"?

-Antes que pintar lo que ellos querían pensé en aprender algo útil. Mi familia tenía una litografía e hice grabado. No tenía mentalidad de grabador, sino de color. Luego hice pintura, que no la acabé. Al final me dieron una beca de paisaje. Me costó llegar a una conclusión: uno es original porque es único y ha de hacer aquello en lo que cree y quiere transmitir. Hoy digo sin pudor que poner un plátano en una pared, como en ARCO, es una estupidez y que lo saque el Telediario es una falta de respeto a muchas personas que trabajan. Es una pena cómo hablan del arte y de los artistas los medios de comunicación, poniendo cosas que la gente no entiende y hablando de sus precios exorbitantes.

- ¿Vive del arte?

-Unas veces mejor y otras peor. Con la crisis tuve que diversificar: talleres para niños y para adultos, ilustración, libro infantil, regalos para congresos, un mapa de Bilbao que vendo en el Museo de Bellas Artes..., ahora hice uno de Gijón. Me abrió caminos, ideas y me puso en contacto con la gente.

- ¿Qué tiene en Gijón?

-La calidez de la familia y de los amigos y el paraíso natural.

- ¿Y en Madrid?

-Mucha familia y el reconocimiento a la ciudad que me dio libertad y amplitud de miras.

- Expectativa para 2020.

-Acabar todos los proyectos que tengo empezados. Un amigo me dijo que los proyectos al 90% no son nada si no se acaban. Quiero pintar en paz, porque vengo de un año de muchas exposiciones y montarlas consume mucha energía, no es colgar los cuadros, sino pensar una idea, y hay que acompañarlas, arroparlas, empujarlas.

- ¿Quiere acabar una etapa?

-Sí, hacer cosas un poco nuevas, algo más urbano, más humano, más azul. La creación tiene un tempo que no es para los tiempos modernos. Bilbao me recoge más en mi burbuja.

- ¿Guggenheim o Museo de Bellas Artes de Bilbao?

-Soy amiga del de Bilbao y me voy a hacer del de Asturias, al que invito a los lectores que se hagan.

- Tienen un aire de familia.

-Sí, es que tenemos un poco olvidados a estos pintores tipo mi abuelo, que hay muchísimos y buenísimos. Nos hemos ido con las vanguardias foráneas y, al final, todos los museos tienen lo mismo. Hay pintores muy buenos de esa época de preguerra que si fueran franceses estarían en las camisetas, las bolsas, las corbatas y la sopa.

- Hay "morés" en la tienda de Mango de Gijón.

-Sí, nos acercamos al marketing. Escribimos al dueño, Isak Andic, para que supiera lo que tenía. Deberían restaurarlos. Los ve más gente allí que en el museo.

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