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Encierro doble en la frontera con Galicia

Asturianos y gallegos del Eo, molestos por la limitación de movimiento interprovincial, que separa a familias repartidas entre las dos orillas

"Menuda están liando", apunta Fina García, que regenta en Abres (Vegadeo) la tienda-bar Casa Barbeiro, al respecto de la decisión del Gobierno central de prohibir el tránsito de población entre provincias mientras se prolongue la situación de "desescalada". El anuncio tiene preocupados a los vecinos que viven a la orilla del Eo, donde las fronteras se diluyen y asturianos y gallegos conviven sin atender a la raya del mapa.

Si la medida se aplica a rajatabla la vida en la parroquia de Abres se verá gravemente alterada. No en vano, está integrada por el pueblo veigueño de Abres y el lucense de Ría de Abres, unidos por el puente del Fornacho que atraviesa el río Eo. "Nunca nos planteamos frontera ninguna, es el pueblo de todos, tenemos una iglesia, una escuela y la mía es la única tienda que hay", resume García, que lógicamente tiene clientes de ambas márgenes. "Ya no te arriesgas a ir a Vegadeo o Ribadeo (Lugo) y lo haces todo aquí tratando de hacerlo bien, pero al plantearse esta polémica todo el mundo le está dando vueltas al tema y ya es lo que nos faltaba", sentencia la veigueña.

El camino más corto para llegar desde Abres a la capital veigueña es a través de la N-640, que discurre varios kilómetros por suelo gallego. Lo mismo les pasa a los vecinos de San Tirso de Abres, que ahora mismo están obligados a desplazarse a Vegadeo para acudir al médico o para comprar productos como el pescado, pues carecen de pescaderías. La asociación cultural San Tirso del Eo constata la inquietud del vecindario por el asunto del límite provincial, y el alcalde santirseño, Clemente Martínez, transmitió ayer un mensaje de calma: "Si impera el sentido común no tiene por qué haber ningún problema con ir a Vegadeo. Si lo pudimos hacer en el periodo duro del confinamiento, entiendo que ahora no debe haber problema. Sería ridículo que lo hubiera y si alguna autoridad pone pegas tomaremos cartas en el asunto".

También se da la situación a la inversa. Por ejemplo, el pueblo lucense de Porto (Ribadeo) queda a menos de un kilómetro de la capital veigueña, pero si tienen que respetar la medida de no salir de su provincia, los vecinos tendrán que desplazarse diez kilómetros hasta la capital ribadense para, por ejemplo, hacer las compras. Otro punto caliente en este asunto es el puente de los Santos, que une Asturias y Galicia sobre la ría del Eo y es que cruzado a diario por decenas de asturianos y gallegos de esta zona fronteriza. "Para los pueblos que vivimos en el límite este asunto de cierre por provincias dificulta un poco nuestro desarrollo", señala el alcalde de Castropol, Francisco Javier Vinjoy. Cree el regidor que en esta zona sería más oportuno un cierre por radio de acción para que la gente pudiera recuperar su día a día habitual. "La relación entre Ribadeo y Castropol es muy estrecha, las familias están con un pie aquí y otro allí. Es una situación especial", añade.

Un caso que se repite tanto en Castropol como en Tapia y en Vegadeo es el de una familia de origen asturiano que elige Ribadeo para vivir pero mantiene, por ejemplo, el padrón o los servicios médicos en su pueblo de origen. Lo sabe bien la tapiega afincada en Ribadeo Sandra Rey, que se muestra muy molesta con esta decisión del Gobierno central. "Lo veo muy mal. Puedo recorrer toda la provincia de Lugo, pero no puedo ir a casa de mi madre a diez kilómetros. Hay cosas que no tienen sentido", precisa. También muestra su preocupación por la asistencia médica suya o de sus hijas, que están adscritas al centro de salud de Tapia. "Hay muchísima gente que vive aquí y mantiene el médico en Asturias", añade.

La decisión de acotar el movimiento a nivel provincial no solo es un asunto que preocupa a las familias, sino también a los comerciantes de enclaves como Ribadeo. El presidente de la Asociación de Comerciantes, Industriales, Servicios y Autónomos (ACISA) de Ribadeo es el figuerense Francisco Iriarte y tiene claro que para el comercio de esta villa lucense es vital la llegada de asturianos: "Según los datos de un estudio que hicimos el verano pasado, un sesenta por ciento de nuestra clientela viene de Asturias, por eso, si se mantienen estos límites regionales, podemos tener un problema muy grande. Estamos asustados". El miércoles tienen prevista una reunión con el delegado del Gobierno en Lugo, al que trasladarán esta cuestión como una de sus principales preocupaciones.

Tanto la zona de la mariña lucense como la del Occidente tienen condiciones sanitarias similares en lo que se refiere a la afectación del coronavirus, pues aquí la incidencia ha sido bastante baja. No obstante, apunta Iriarte, el límite provincial les obliga a depender de un territorio más amplio con condiciones diferentes. "Imagina que en Lugo haya un rebrote que le impida pasar de fase, pero que Asturias sí pueda hacerlo, o a la inversa. Entonces estaríamos hablando de más tiempo sin poder cruzar de un lado a otro. Esto no se está haciendo bien", añade. Considera que en zonas como esta la norma debería flexibilizarse. Es la opinión generalizada entre los habitantes de este territorio fronterizo acostumbrado a vivir de manera cohesionada, muy lejos de los estrictos límites administrativos.

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