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MÓNICA MÉNDEZ | Oviedo

Una "sorpresa" de regalo y "un beso con mascarilla" de paseo en patinete

Martín Rodríguez, de ocho años, tenía ayer por la mañana a su madre en ascuas porque quería darle el regalo del 3 de mayo por la tarde, después de comer. "Es una sorpresa, lo siento, mis labios están sellados, pero lo que sí puedo darle de momento es un beso con mascarilla", dijo el crío en mitad de la plaza de las Palomas, en el barrio de Pumarín de Oviedo. Su madre, Mónica Méndez, había salido con él a pasear a las 13.00 horas para que andase en patinete. Desde que empezó el estado de alarma es lo que el niño más había echado de menos.

"¡Una barra de labios y colonia! Me encanta, lo malo es que la barra no la voy a poder lucir mucho por la mascarilla, la guardaré para más adelante". Violeta Peñalosa, de 77 años, celebró un atípico día de la madre confinada con Beatriz, una de sus cuatro hijos, en su domicilio de la zona de Santo Domingo. La chica encargó telefónicamente los regalos en la Droguería Mestallón, una tienda del barrio adscrita a la plataforma de reparto Recadea que la Asociación Comercio Oviedo Antiguo ha puesto en marcha. El rojo labial y la esencia floral fueron parte de un 3 de mayo lleno de llamadas de sus otros hijos, cariño y amor. Eso sí, sin perder las buenas costumbres. Violeta cocinó para las dos un menú especial; centollo y picadillo de chorizo con huevos y patatas.

"Qué alegría. No me lo esperaba. Me daba pena no poder salir a comer con mi familia como hago siempre, pero estas flores me alegran". Josefa Armero, de 83 años, se extrañó ayer al oír su nombre por el telefonillo de casa a primera hora de la mañana, en la calle Pedro Masaveu. Un repartidor sostenía un enorme ramo de rosas y alhelíes que una de sus hijas y su yerno le regalaron. "Menudo detallazo, yo creía que era imposible comprar algo que no fuera comida. Espero que me duren mucho en el jarrón", explicó la homenajeada. Otra madre y abuela recibió una tarta de manzana y una botella de vermú en su domicilio de la calle Real Oviedo a eso de las once de la mañana. Orfelina Menéndez tiene 89 años y vive con una cuidadora. Tiene cuatro hijos, Mari Carmen, Isabel, Amparo y Osvaldo, pero únicamente esperaba llamadas telefónicas para felicitarla, así que cuando se encontró con regalos golosos, apenas podía creerlo: "Soy muy de dulce y estas cosas me encantan, se le ocurrió a mi hija Mari Carmen y se lo agradezco mucho". Orfelina aún no ha pisado la calle desde que comenzó el estado de alarma.

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