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LUIS ANTUÑA MONTES | Director del servicio de Urgencias del HUCA

"En toda la pandemia no vi ni un paso atrás de un sanitario por miedo"

"Lo sucedido en las residencias de mayores demuestra que la integración de la sanidad y el soporte social es muy mejorable"

Luis Antuña Montes, anteayer, en el HUCA. IRMA COLLÍN

Luis Antuña Montes (Gijón, 1969) dirige el servicio de Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) desde 2012. En las semanas iniciales de la pandemia de covid-19, su equipo tuvo un protagonismo de primera línea en la detección de los infectados y la hospitalización de los más graves. Fueron momentos de nervios, tensión, incertidumbre, cambios continuos de protocolo... en las que el HUCA asumió el peso de los diagnósticos y los ingresos de todos los enfermos de Asturias. Más tarde, el dispositivo se descentralizó y las responsabilidades se distribuyeron. En esta entrevista, el doctor Antuña analiza desde su "observatorio" del complejo sanitario ovetense lo sucedido en la red sanitaria desde la llegada del coronavirus de origen chino.

- ¿Cómo valora la respuesta sanitaria a la pandemia de covid-19?

-Valorar un escenario en el que han muerto, y siguen muriendo, miles de pacientes nunca puede hacerse en términos de éxito. Desde el punto de vista sanitario sentimos que en algo hemos fracasado. Dicho esto, es evidente que en España el virus ha golpeado de forma asimétrica en los distintos territorios. En Asturias hemos tenido una incidencia menor y eso nos ha permitido ofrecer una respuesta con mejores resultados globales. Desde el punto de vista colectivo, la respuesta ha sido buena. Desde el punto de vista individual, muchas personas han perdido mucho. A nivel nacional, mis compañeros sanitarios han dado todo lo que han podido, pero en algunos casos la respuesta política y la gestión organizativa no han estado a la altura.

- ¿Qué fue lo mejor y qué lo más mejorable de los sucesivos protocolos seguidos en Asturias?

-Lo mejor, la capacidad de adaptación a la evolución de la pandemia y su repercusión a nivel de recursos disponibles. Fuimos capaces de montar un hospital de campaña en un pabellón en Gijón cuando la incertidumbre podía aconsejarlo, y hemos tenido la sensatez de no utilizarlo, al menos hasta ahora, cuando la certidumbre nos dice que no hace falta. Por el contrario, lo sucedido en las residencias de mayores demuestra que la integración de la atención sanitaria y el soporte social es inexcusable y francamente mejorable.

- Hubo muchas protestas de profesionales por falta de equipos de protección.

-En un contexto de tanta incertidumbre y falta de evidencia, seguro que todas las protestas están justificadas. En mi servicio no sufrimos desabastecimiento de equipos de protección. Sí procuramos seguir las recomendaciones de uso y racionalizar su utilización. Nuestros resultados en cuanto a contagios de personal sanitario son óptimos y están muy por debajo de los descritos en el resto España.

- Su servicio estuvo muy en primera línea en el primer tramo, el más complicado.

-Mi servicio sigue en primera línea. El 20 por ciento de los pacientes que atendemos estos días lo hacemos en el circuito de sospecha de coronavirus. Esto nos obliga a mantenernos alerta y no bajar la guardia. Todo lo que hemos contribuido en la organización de la respuesta a la pandemia ha sido posible por el excelente comportamiento de los profesionales.

- ¿Hubo miedo?

-Sí, el miedo ha estado presente, y quien diga lo contrario, miente. Somos seres humanos. Pero siempre fue un miedo controlado: no presencié ni un paso atrás, ni una negativa, ni un rehúse del personal de ningún estamento.

- ¿Han visto los médicos, enfermeros y demás profesionales reforzada su vocación o puede haber más desencanto?

-Lo deseable es que la mayoría hayan visto reforzada su vocación, pero creo que hay personas que, cuando pase todo esto, deberían replantearse si realmente tienen vocación para arriesgarse en el cuidado de sus pacientes.

- ¿Ha dado un salto adelante la medicina de urgencias para que se la reconozca como especialidad?

-No hacía falta esta pandemia para demostrar la necesidad de disponer en España de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias. Sin embargo, ha puesto de manifiesto la importancia de no seguir perdiendo el tiempo en controversias artificiales. Durante estos meses, mientras algunos cerraban las puertas de sus consultas, los urgenciólogos mantuvimos nuestros servicios abiertos las 24 horas del día. Y los pacientes se dan perfecta cuenta.

- A la sanidad pública le toca ahora afrontar unas listas de espera gigantes.

-Debe suceder que tanto los ciudadanos como los profesionales seamos lo suficientemente sensibles para aportar todo lo que esté en nuestra mano. Tenemos un sistema sanitario público muy fuerte y contamos con la colaboración de una buena red de centros concertados y privados que nos facilitará salir de esta situación. No tengo duda.

- El consejero de Salud ha dicho que habrá dinero para atajar las largas demoras.

-Conozco al Consejero y lo tengo por una persona sensata, pero creo que a quien hay que preguntárselo es a la consejera de Hacienda. Y dudo mucho que su respuesta sea afirmativa. Además de conseguir disponibilidad económica, hay que analizar y reevaluar esas listas de espera, buscando la priorización basada en criterios exclusivamente clínicos. Puede ser un buen momento para que los ciudadanos asimilen que la respuesta a las demandas de atención sanitaria debe ser ordenada en función del impacto real que tienen en la salud de las personas. El tiempo de espera no puede ser el criterio decisivo.

- ¿Cómo ve la desescalada?

-A eso quería referirme. Para conseguir dinero es imprescindible generarlo. En Asturias tenemos ahora una situación sanitaria privilegiada que debemos aprovechar. Las oportunidades no nos han sonreído mucho en los últimos lustros. No se trata de ser imprudentes o correr más que los demás, pero con toda la serenidad necesaria se puede poner en marcha la actividad económica y hacer una transición más ágil. Nadie puede asegurar que en octubre la situación epidemiológica será mejor que hoy, y lo que sí es seguro es que las necesidades económicas serán mucho mayores. Seguro que otras comunidades lo intentan.

- ¿No estaremos poniéndonos demasiado estupendos con las consultas telefónicas sin contacto directo con el paciente?

-La interacción directa con el paciente es la esencia del acto médico. Si la sustituimos por la tecnología, disminuiremos nuestra capacidad de curar. Esto es compatible con una práctica médica moderna que utilice las tecnologías de la información para facilitar la comunicación cuando esto sea posible y aconsejable.

- La pandemia ha desvelado fortalezas y carencias del sistema sanitario público. ¿Es el momento de implantar reformas?

-Me gustaría destacar dos. La primera, la necesidad de potenciar la Salud Pública y reconocer su papel como autoridad sanitaria en situaciones de alerta. La segunda necesidad que quiero destacar hace referencia a la integración de los cuidados sociosanitarios en las personas institucionalizadas. Abordar la modernización en la gestión de los cuidados que precisan estos ciudadanos y en los controles de salud comunitaria es una obligación que nos ha impuesto la pandemia.

- ¿Qué contará a sus nietos de la pandemia de 2020?

-Les leeré este texto que escribí hace un par de semanas pensando en la experiencia que he vivido: "Asturias es un paraíso natural y los asturianos lo hemos convertido en un paraíso de humanidad". Hemos demostrado que a pesar de nuestra economía, nuestras comunicaciones y de todas nuestras carencias y limitaciones, Asturias es un lugar donde el valor de la vida no tiene precio y la solidaridad intergeneracional es un principio de identidad.

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