El día que abandonamos el confinamiento domiciliario para adentrarnos en la "nueva normalidad" sabíamos que, en cuanto volviéramos a pisar la calle, el riesgo de contagios estaría de nuevo ahí. Los expertos, de hecho, vaticinaron que tras la primera gran ola de contagios vivida entre marzo y abril, el futuro de la pandemia se parecería bastante a un mar rizado en el que se podían dar varios picos (más o menos grandes), y sobre los que habría que trabajar para frenar su crecimiento antes de que las olas se vuelvan a convertir en otro gran tsunami.

Desde el final del estado de alarma hasta ahora, en España se han producido unos 1.155 brotes de covid-19, con más de 13.000 casos nuevos detectados entre junio y agosto. El Ministerio de Sanidad estima que, entre estos, hay al menos 822 brotes que continúan activos. Esto implica que como mínimo hay 9.217 personas contagiadas a partir de estos focos.

Los datos de los últimos días corroboran que el final de la curva se está sembrando de pequeños picos. Hoy por hoy, el número de casos diagnosticados se ha disparado hasta 2.935, un 97% más que la semana anterior. Los datos, pues, resultan preocupantes. Tanto que el pasado jueves, las sociedades científicas enviaron una carta al Ministerio de Sanidad y también a las comunidades autónomas recordando que este escenario nos aboca a una "alta probabilidad" de un nuevo colapso sanitario.

Las medidas planteadas ayer en común acuerdo entre las autoridades sanitarias, que van desde la prohibición de fumar al aire libre al cierre de discotecas, vienen a sofocar esta inquietud. Sobre todo acordonando aquellos entornos que, en este momento, se han convertido en el escenario de nuevos contagios.

Según los datos recogidos por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, el 40% de los brotes detectados en España se han producido en el ámbito social. Es decir, en las reuniones de amigos y familiares, que posteriormente se expanden dentro de los propios domicilios. Y en los locales de ocio. Entre estos preocupan especialmente los contagios originados en bares, discotecas y restaurantes ya que, al involucrar a grandes grupos de desconocidos, se complican todavía más las tareas de rastreo de contactos.

En Lleida, por ejemplo, todo apunta a que uno de los brotes detectados allá por mayo se originó en un cumpleaños celebrado ilegalmente durante las restricciones de la desescalada. El brote de La Mariña (Lugo), que obligó a confinar durante cinco días la comarca gallega, se originó en un par de locales ubicados en la zona del puerto.

El perfil de los nuevos contagiados de covid-19 ha cambiado y en estos momentos la franja más afectada incluye a personas de entre 15 y 29 años. Pero más allá de los jóvenes, los contagios alcanzan todo el grueso de edades, hasta los adultos de 59 años.

Según refleja el último análisis epidemiológico del Instituto Carlos III, el 56% de los casos detectados presenta síntomas. Por ahora, los pacientes afectados no presentan un pronóstico especialmente grave pero el aumento de las hospitalizaciones, que ahora mismo ascienden a 5.193 casos, hace temer lo peor.

En estos momentos, también preocupan el 8% de los brotes detectados en residencias españolas, por la gravedad en la que pueden derivar los casos y por el miedo a que, en estos ambientes cerrados, el virus se expanda rápidamente entre los residentes. Varias de las medidas presentadas ayer buscan blindar estos espacios para minimizar el riesgo.

También preocupan los rebrotes relacionados con el ámbito laboral, alrededor del 18% del total. Sanidad reconoce que los trabajadores de mataderos y empresas cárnicas, temporeros y empleados del sector hortofrutícola representan un "colectivo de riesgo" para los contagios.

La Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica consigna un 6,4% de contagios entre personal sanitario y sociosanitario, con mayor afectación en las mujeres.

Alemania ha declarado toda España, salvo las islas Canarias, zona de riesgo, para hacer frente a la amenaza creciente de una segunda ola de infecciones de coronavirus por el regreso de las vacaciones de sus ciudadanos.

Esta nueva prescripción supone que el Gobierno alemán considera también las Islas Baleares, destino favorito de los alemanes en España, una zona de riesgo y significa que, a partir de ahora, todas las personas que vayan a Alemania desde España deberán someterse a un test de diagnóstico al llegar al país y respetar una cuarentena a la espera de los resultados. "España presenta un desarrollo de la epidemia muy rápido", declaró una portavoz del ministerio de Sanidad alemán.

La medida asesta un nuevo mazazo al sector turístico español, después de que Italia impusiera la misma medida a partir del pasado jueves.

Solo seis países europeos mantienen de momento la libertad total de circulación hacia España: Portugal, Polonia, Rumanía, Suecia, Luxemburgo y Francia. El país galo, no obstante, sí ha recomendado a sus ciudadanos que no visiten Aragón ni Cataluña y que se hagan una PCR de forma voluntaria si han estado en España.