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López-Otín: “Estamos capacitados para crear nuevos elixires de longevidad”

El catedrático de la Universidad de Oviedo publica hoy su segundo libro, “El sueño del tiempo”, un ensayo sobre las claves del envejecimiento

López Otín

Tras el éxito arrollador de “La vida en cuatro letras”, Carlos López-Otín publica “El sueño del tiempo. Un ensayo sobre las claves del envejecimiento y la longevidad”. Co-escrita con el prestigioso biólogo celular Guido Kroemer, la nueva obra del catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo surge de la constatación de que, aunque la física y la filosofía enseñan que el flujo del tiempo puede ser solo una fantasía creada por la mente, el tiempo biológico vive en nosotros y nosotros vivimos en el tiempo del mundo.

López-Otín atendió ayer a LA NUEVA ESPAÑA para dar algunas claves del libro que hoy llega a las librerías. Y matizó en primer lugar que “no considero el envejecimiento una enfermedad, sino un proceso biológico normal, por tanto no concibo que haya que tratar la vejez. El objetivo que he perseguido durante toda mi carrera científica ha sido la búsqueda de tratamientos frente a las enfermedades que hoy nos abruman, incluyendo las asociadas al envejecimiento. Entre estas hay algunas tan importantes y frecuentes como el cáncer o las patologías neurodegenerativas. En este libro se describen varias estrategias actuales y futuras para intentar dilatar el paso del tiempo y ampliar nuestras opciones de alargar el tiempo de vida saludable. Por resumir varios capítulos en una frase, consideramos intervenciones genéticas, epigenéticas, metagenéticas, metabólicas farmacológicas y nutricionales que pueden aplicarse en este sentido”.

¿De qué forma los avances tecnológicos en la frontera de las ciencias ponen en cuestión principios sobre el sentido del tiempo que se consideraban inalterables? López-Otín explica que en su libro “abordamos el estudio del tiempo cósmico y el tiempo biológico y los estrechos lazos que abrazan estas dos formas de temporalidad. Los estudios de la física han ido deshilvanando el tiempo del cosmos y esta difusa entidad ha ido perdiendo sus atributos más convencionales, y ya no es ni uniforme, ni continuo, ni absoluto, y en una visión extrema ni siquiera real. En paralelo, la biología ha comenzado a intervenir sobre la flecha del tiempo y ha logrado demostrar al nivel celular que el tiempo es reversible y, como ejemplo, mediante un cóctel de cuatro proteínas se puede viajar al pasado y alcanzar un estado cuasi-embrionario pleno de juventud bioquímica”.

"El ser humano está más que capacitado para crear los nuevos elixires de longevidad que se discuten en el libro"

López-Otín

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La pregunta es inevitable: ¿el ser humano está o estará capacitado para crear nuevos elixires de longevidad y caminar hacia alguna forma de inmortalidad física que otros organismos parecen haber alcanzado? López-Otín no tiene la menor duda: “Por supuesto, el ser humano está más que capacitado para crear los nuevos elixires de longevidad que se discuten en el libro. También se aborda en profundidad y críticamente la cuestión de la inmortalidad, algo en lo que hay posiciones antagónicas. Los tecno-optimistas ya han anunciado con gran soporte mediático que en 2045 el ser humano será inmortal. Personalmente, siempre creí que la inmortalidad es innecesaria y que hay otras cuestiones mucho más importantes para la sociedad humana y cuya solución veo muy lejana, que deberían abordarse con urgencia y preferencia, antes de embarcarnos en los que para mí son meros sueños de inmortalidad. En apenas 20 años deberíamos tener respuestas desde los inmortalistas, pero todavía es muy fácil hablar, minimizar u obviar problemas de imposible solución, y prometer cosas que no se pueden cumplir. Un virus minúsculo ha sido capaz de demostrar que no somos capaces de afrontar ni siquiera algunos problemas que muchos creían superados.

Los autores explican en su obra que la primera parte de “El sueño del tiempo” se dedica a “la descripción de los intentos de comprender, ordenar, medir, dominar, ignorar, olvidar y asesinar el tiempo, hasta concluir con la discusión de las enfermedades asociadas con la pérdida de la noción del tiempo. Todo este conocimiento abrirá la puerta a la segunda parte del libro, que comienza con un análisis histórico del concepto de envejecimiento y la definición de las claves moleculares y celulares responsables de este complejo proceso biológico”.

Libro de López-Otín

Libro de López-Otín

El conocimiento de las claves permite “analizar las posibilidades actuales de controlar el aparentemente inexorable paso del tiempo para modular el envejecimiento y extender la longevidad”. Por último, el libro aborda la discusión sobre “si la especie humana camina hacia alguna forma de inmortalidad física o si debería abandonar los improbables y presuntuosos sueños de inmortalidad y enfocar sus prioridades en otras cuestiones esenciales, pero todavía no resueltas, en torno al abrazo cotidiano entre el tiempo del mundo y el tiempo de la vida”.

La obra constata que está emergiendo la noción de que “el envejecimiento humano ya no es un proceso inalterable que hay que sufrir como una condena inapelable. Aunque seamos escépticos a la hora de aceptar que puede invertirse la flecha del tiempo y rejuvenecer los organismos ya envejecidos, parece evidente que los relojes biológicos pueden someterse a una desaceleración para así dilatar el tiempo biológico y posponer el proceso del envejecimiento. Un estilo de vida saludable con restricción calórica, ejercicio físico moderado e ingestión regular de micronutrientes inductores de autofagia y estimuladores farmacológicos de este proceso de reciclaje podría combatir el envejecimiento normal y las enfermedades relacionadas con la edad”.

Y en el horizonte, una conquista: “Con la ayuda de la evolución cultural y tecnológica, hemos creado una civilización planetaria que desde unos humildes orígenes ha llegado a multiplicar la esperanza de vida de nuestra especie. Pero no es suficiente. Partimos, pues, a la conquista de la longevidad. Comenzamos a desarrollar estrategias que buscan ganar tiempo, luchar contra la enfermedad y mejorar la calidad de nuestra vida. Para algunos, tampoco es suficiente. Parten a la conquista de la inmortalidad”.

“Si hubiésemos podido evitar los años de hambruna, de peste y de guerra, seguramente la historia habría cambiado”

Algunos extractos de “El sueño del tiempo”, publicado por Paidós: –“La contaminación del aire en el ámbito doméstico también repercute en nuestra longevidad. Una amplia gama de productos de limpieza en forma de líquido o espray, muchas pinturas y disolventes, perfumes o ambientadores exhalan agentes químicos gaseiformes o micropartículas que vician el aire de nuestras casas, muchas veces ya muy condicionado y bien poco reciclado”. –“Una mirada a la naturaleza que nos rodea nos enseña que los organismos emplean estrategias sofisticadas para detener o ralentizar el avance del tiempo biológico y que así es como afrontan épocas inclementes. Si los humanos hubiésemos podido evitar los años de hambruna, de peste y de guerra, seguramente la historia del mundo habría cambiado. Un patrón común de todas estas estrategias para paralizar o desacelerar el reloj biológico es la parada o, cuando menos, la ralentización del metabolismo”. –“Hace casi cinco mil años, un deslumbrante pionero de las técnicas de publicidad actual sobre el antienvejecimiento escribió en Egipto una frase inmortal (...): ‘Recubra la piel con este ungüento y suprimirá todas las arrugas de la cara; cuando la carne haya quedado bien impregnada, se le embellecerá la piel y desaparecerán todas las manchas y las irregularidades; eficacia garantizada por infinidad de casos’. Este histórico texto, que llegó a nuestras manos tras ser copiado en el famoso Papiro de Smith, está redactado con escritura hierática (una escritura hecha a base de jeroglíficos rápidos y sencillos, y que es una curiosa precursora de los mensajes redactados en nuestros teléfonos móviles). Se trata de uno de los documentos médicos más antiguos que se conservan hoy día”. –“La gran mayoría de las enfermedades del tiempo tiene su origen en el cerebro, lo cual parece lógico porque en esta voluminosa masa temblorosa, gris y blanda se encuentran los relojes maestros y también blandos de nuestro cuerpo, incluido el cronómetro central supraquiasmático del que emanan múltiples señales que marcan nuestros ritmos metabólicos, digestivos, respiratorios, cardíacos y hasta emocionales”.

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