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Gil Parrondo, un centenario fuera de foco

El director artístico asturiano nació el mismo año que Berlanga y Fernán Gómez, pero su efeméride no ha generado los mismos homenajes

Gil Parrondo. | JUAN PLAZA

El cine español está de celebración este 2021. Se habla del “año Berlanga”, el centenario del nacimiento del director valenciano, y probablemente en otoño se acuñe la idea del “año Fernán Gómez”, ya que el polifacético actor y cineasta nació también hace cien años. Pero aquel afortunado 1921 alumbró también a otra figura mayor de nuestro cine, cuyo centenario está pasando, de forma injusta y lamentable, mucho más desapercibido: Gil Parrondo.

El legado del director artístico asturiano, nacido en Luarca el 17 de junio de 1921, tiene poco que envidiar al de sus compañeros generacionales. En términos de éxito profesional, logró romper fronteras inéditas en el cine español de cualquier época. Se formó en la pícara e invertebrada industria de los años 40 y 50, bajo el influjo de Sigfrido Burmann, y, desterrada ya la autarquía, aprovechó el desembarco de Hollywood para ir labrándose un nombre en la industria. Trabajó con mitos del séptimo arte como Orson Welles, George Cukor o David Lean, con quien filmó “Lawrence de Arabia” y “Doctor Zhivago”, y en 1971, hace ahora cincuenta años, logró un hito histórico: se convirtió en el primer español en ganar un “Oscar” de la Academia de las Artes y las Ciencias de Hollywood.

Gil Parrondo obtuvo la estatuilla por su trabajo en “Patton”, dirigida por Franklin J. Schaffner y estrenada en 1970. Esta circunstancia ha provocado que pasase desapercibida esa efeméride, la del medio siglo de su “Óscar”, pero en puridad tendría que celebrarse este año: Parrondo fue premiado en la 43.ª edición de los premios, correspondientes a las películas estrenadas en 1970, pero que se celebró en el Dorothy Chandler Pavillion de Los Ángeles el 15 de abril de 1971. Una curiosidad: el luarquín no recogió el “Oscar”, porque estaba trabajando. Esa dedicación, de hecho, le valió un segundo “Oscar” al año siguiente por “Nicolás y Alejandra”, de nuevo a las órdenes de Schaffner. Ningún cineasta español ha logrado jamás dos premios de la Academia a título nominativo, expresamente por su trabajo. El único que se acerca es Almodóvar: en 2003 obtuvo el “Oscar” por el guion de “Hable con ella”, y tres años antes su filme “Todo sobre mi madre” obtuvo el de Mejor película. Pero este último era a la producción, no a su trabajo propiamente dicho. Los dos “Oscar” de Gil Parrondo premian expresamente su labor, y el asturiano los logró además en años consecutivos, otro hito. Estuvo a punto de hacer un “hat trick”: en la edición correspondiente a las películas de 1972 estaba nominado por “Viajes con mi tía”, de su admirado George Cukor, pero se lo llevaron los responsables de la dirección artística de “Cabaret”.

Completando su particular “viaje del héroe”, Gil Parrondo terminó su carrera en España, transmitiendo su saber a una nueva generación de cineastas. Cosechó cuatro “Goyas”, todos fruto de su prolongada colaboración con José Luis Garci.

A estas alturas de la película, nadie duda de que Gil Parrondo es el mejor director artístico español de la historia, y uno de los más grandes en el conjunto de la historia del cine. Pero tanto su centenario como los cincuenta años de su “Oscar” por “Patton”, el primero logrado por un español, están pasando bastante desapercibidos, acaso por la cercanía de su fallecimiento, a finales de 2016. El Ayuntamiento de Madrid inauguró una placa en su honor en el edificio en el que residía en Chamberí y Filmoteca Española le dedica un ciclo. En Asturias, solo el Ayuntamiento de Valdés está haciendo un homenaje adecuado al más grande cineasta que ha dado la región. Ni el Principado ni la Universidad, con su flamante Cátedra de Cine, han anunciado nada. Luis García Berlanga y Fernando Fernán Gómez centran actividades, seminarios y libros. Pero nuestro titán, Gil Parrondo, se ha quedado fuera de foco.

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