Tarjeta de crédito obligatoria para reservar: Así quieren poner coto los restaurantes asturianos a los clientes que reservan y no se presentan

Los cocineros, hartos de los clientes que no se presentan pese a tener reserva, se animan a implantar un cargo en la tarjeta de crédito: “No queda otra; es más cuestión de respeto”

Cocineros en la cocina de un restaurante

Cocineros en la cocina de un restaurante / PEXELS

Mariola Riera

Mariola Riera

La mala educación de no acudir a comer o a cenar pese a haber reservado mesa es uno de los grandes males de los restaurantes. Más hoy en día, con los aforos reducidos debido a la pandemia, lo que ha disparado en algunos casos las listas de espera.

El llamado “no-show” (no presentarse en inglés) trae de cabeza a los cocineros, que en Asturias están dispuestos cada vez más a ponerle cerco con sistemas para realizar reservas que son ya habituales desde hace tiempo fuera de la región y, sobre todo, en la alta cocina o los restaurantes con cocina de autor. Más que nada porque es sobre todo a estos últimos a los que más perjudica que no acudan los clientes esperados porque los menús son cerrados en muchos casos y, además de no ingresar, se pierde dinero por el producto adelantado.

“Hará cosa de dos meses, en el mismo día, me fallaron dos mesas de cuatro comensales y otra de dos. Y me dije: hasta aquí llegamos”, explica rotundo Marcos Morán, de Casa Gerardo (Prendes, Carreño). Desde entonces, en su restaurante se debe dar el número de tarjeta de crédito para efectuar la reserva. “Todo se puede hablar y todo es negociable. Pero lo que no se puede permitir es que la gente no nos tome en serio y que deje de venir si está buen tiempo para irse a la playa, y que ni se moleste en llamar para cancelar si cambia de planes”, explica el chef. Antes, en Casa Gerardo pedían solo el correo electrónico y, a través del mismo, confirmaban la asistencia. “Pero ni con esas”.

“Hará cosa de dos meses, en el mismo día, me fallaron dos mesas de cuatro comensales y otra de dos. Y me dije: hasta aquí llegamos”, explica Marcos Morán

El enfado de Morán es extensible a la inmensa mayoría de colegas en Asturias. Fran Heras, cocinero y dueño de Mi Candelita, en Bañugues (Gozón), no ocultó su malestar a finales de julio cuando salió a pedir “respeto, empatía y educación” después de que su equipo de sala le transmitiera el gran problema que afrontan con el “no-show” de algunos clientes. “Mucha gente llama para reservar y después no aparece. Los llamamos al teléfono y no contestan o cuelgan directamente. Esto dificulta mucho nuestro trabajo, ya difícil hoy en día”, explicó Heras, en cuya arrocería es harto difícil habitualmente lograr mesa para comer y las reservas se suelen efectuar con bastante antelación.

Así las cosas, Marcos Morán anima a todos a implantar el sistema de reserva mediante tarjeta de crédito, tanto a los restaurantes de alta cocina (Casa Gerardo tiene estrella Michelin) como los que están en segunda línea: “Ellos deben hacerlo también, lo tienen más fácil que nosotros. La gente tiene que darse cuenta de que venir a comer a un restaurante conlleva ciertas normas que cumplir. Las cosas en Asturias están cambiando, la calidad de la cocina ha mejorado y debemos darnos a respetar”. Admite el cocinero, no obstante, un problema: “La gente mayor no está familiarizada con las reservas online y plantea dificultades. También hay mucha reticencia a dar el número de tarjeta, algo inexplicable hoy en día con todos los sistemas de seguridad. Pero tarde o temprano, se asumirá. No queda otra”.

Otro chef con estrella Michelin, José Antonio Campoviejo (El Corral del Indiano, Arriondas, Parres), lleva ya unos cuatro años con la exigencia de la tarjeta de crédito para reservar mesa. “Es una buena opción, ayuda mucho a disuadir de no acudir sin ni siquiera llamar”, explica. “Entiendo que haya gente reticente a pedirlo, porque el cliente pueda sentirse molesto. Pero es de mucha ayuda. A mí no me gusta cobrar por lo que no doy, y siempre evito el cargo. Pero yo no tengo muchos problemas ni cancelaciones inesperadas, y creo que es por eso”, apunta.

Recién estrenado en la guía Repsol con un sol, Elio Fernández (Ferpel, Coaña), ve buena idea pedir la tarjeta de crédito, si bien él no lo hace aún, ya que cuenta con un servicio externo para gestionar las reservas. “Si les pides la tarjeta logras que la gente anule con tiempo o no te deje tirado. En Asturias, cuando hace sol, muchos prefieren quedar en la playa, lo entiendo. Pero si llaman nos dan opción a abrir la lista de espera”, dice el cocinero. “Si no se te presenta una mesa de ocho te puede hacer bastante daño económico en una jornada. En Ferpel no tenemos grandes problemas. Este verano llevaremos 35 no presentados”.

Además de la tarjeta de crédito (el cargo ronda entre 40 y 50 euros si no se anula, por norma general, antes de 24 horas), los restaurantes tienen otras fórmulas para poner coto al “no-show” como la triple confirmación (por teléfono, un mensaje al móvil y un correo electrónico) o, incluso, listas de fiabilidad de clientes (el que ha plantado al chef difícil lo tendrá para hacerlo por segunda vez).

El debate, y no la mesa en este caso, está servido.

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