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Fogones kilómetro cero

Todo queda en Casa Chuchu

La cocinera Natalia Menéndez se abastece de las verduras y la carne que su padre, Juan José, produce en Oviedo para su restaurante de Turón, de marcada tradición familiar

Fogones Kilómetro Cero: En Chuchu todo queda en casa

Fogones Kilómetro Cero: En Chuchu todo queda en casa Víctor Alonso

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Fogones Kilómetro Cero: En Chuchu todo queda en casa Mariola Riera

El día que Natalia y Rafa se conocieron y comenzaron a cortejar allá por los años 80 de alguna manera empezó también a cocinarse, nunca mejor dicho, la tercera generación femenina al frente de los fogones de Casa Chuchu.

Porque es Natalia Menéndez la tercera cocinera con mando en plaza en este bar restaurante de La Veguina (valle de Turón, Mieres), fundado y heredado por hombres, pero siempre capitaneado por mujeres, “todas ‘apegadas’ por decirlo así, de fuera de la familia, ajenas al negocio, casadas con ellos, los dueños”, explica la hoy esposa de Rafa, Rafael Rodríguez.

Es este hijo de Rafael y nieto de Jesús, más conocido por Chuchu, el abuelo fundador, cuyo nombre pervive casi un siglo después –desde 1931, salvo una época que se cambió por bar Toli– en un negocio que ha mudado hasta tres veces de ubicación, siempre dentro del valle.

Pero hay que hablar de ellas para centrarse en el aspecto gastronómico, que de eso se trata. De Iluminada, la mujer de Chuchu y primera cocinera, quien dio el relevo a Guillermina, una moza de familia ganadera que al casarse con su hijo Rafael no dudó en ponerse a servir comidas y que, años después, sus recetas inspirarían a otra moza, esta de Oviedo, la citada protagonista de este reportaje, Natalia, que se casaría con su hijo (y nieto de Iluminada) también llamado Rafael, y que finalmente tomaría el testigo.

Y ahí siguen ambos. Ella, de cocinera en jefe; él, de jefe de sala, “y lo que me ordene, Natalia se hizo con el mando, le dio a esto un vuelco espectacular y ha puesto en valor Casa Chuchu”, resume orgulloso Rafa Rodríguez.

Muchos se preguntarán a cuento de qué tanta historia familiar cuando de lo que se trata en esta serie Fogones Kilómetro Cero es de hablar del producto asturiano de cercanía y de temporada que eleva la gastronomía a los altares gracias al buen hacer de los chefs de la región. Pues resulta que en Casa Chuchu todo queda en casa y no hay otra que hablar de la familia, tanto para explicar la historia del restaurante como para describir la forma de llenar la despensa del mismo.

Es Juan José Menéndez quien “firma” gran parte de la verdura y de la carne utilizados en la carta, que sin olvidar el origen y la tradición tiene el toque maestro y especial de su cocinera. “Guisa bien, le saca buen sabor a todo de forma distinta. Ha cogido mucha fama”, describe este agricultor de 70 años jubilado de Carreteras con huerta y cuadra en la casa familiar en Vidayán, cerca de San Esteban de las Cruces (Oviedo).

Plato de setas de Natalia Menéndez, en Casa Chuchu. | VÍCTOR ALONSO

Lo dice muy serio y muy orgulloso también. No iba a ser menos, pues esa cocinera a la que provee es su hija. “De toda la vida me ha gustado la huerta y en casa siempre se ha consumido lo que plantamos, también criamos vacas, cerdos...”, explica el satisfecho padre, si bien no estaba él muy convencido de enseñar en estas fechas en LA NUEVA ESPAÑA sus cultivos. “Es que ahora, poca cosa hay”, se queja, y enumera todo lo que cosecha a lo largo del año, desde fabas (ahora secan en el hórreo) hasta sabrosos tomates, pasando por puerros, lechugas, pimientos, arvejos...

Mucho va directo a Casa Chuchu, a la despensa de su hija, que se acerca con él a la tierra a buscar esas berzas que para el padre son poca cosa quizás, pero que cada vez cotizan más en Asturias, pues su cultivo reducido al ámbito casero hace que los cocineros no tengan tan fácil hacerse con ellas para el famoso pote.

No es el caso de Natalia Menéndez, a quien el producto de cercanía y de temporada no le falta. Nunca le faltó en su familia, siempre lo vio en casa y por eso lo aprecia y, lo que es más importante, sabe tratarlo y valorarlo: “Mi güela llegó a los 100 años pensando en la huerta; ella, mi madre, mi suegra, me inspiran en la cocina. Pienso ahora en aquel pisto con bonito que hacían en casa en verano y me parece mágico...”.

Y ahí se queda la cosa en cuanto aprendizaje, porque el éxito de la chef de Casa Chuchu –fue en 2014 cuando ella y su marido dieron un giro de 360º al negocio, pues “tocaba cerrar y dejar la casa, que se quedaba vieja, o arreglarla, e hicimos lo segundo”– es completamente suyo.

Natalia Menéndez es autodidacta cien por cien, ni escuela de hostelería ni chef de renombre junto al que se haya formado. “Nada, antes de conocer a Rafa yo nunca pisé un bar”, resume esta ovetense que puede presumir de haber conquistado con sus guisos al Premio Nacional de Gastronomía de este año, el asturiano Nacho Manzano, quien al igual que su hermana Esther son amigos y compañeros de oficio: “Casi nos da mal al oírle decir en una entrevista que Chuchu es uno de sus restaurantes de referencia, ¡madre mía!”.

Sus claves para saber de cocina y hacerlo bien son mucha lectura, mucha curiosidad y mucho apetito. “A ver, tiene que gustarte comer para dedicarte a esto. Y a mí me gusta mucho probar cosas, me fijo, leo, investigo...”, explica esta defensora de la cocina estacional, sometida al producto que haya en cada momento, fresco y de confianza. Pero también interesada en darle su sello personal a cada plato, aunque sea este unas típicas cebollas rellenas que ella logrará que tengan una digestión nada pesada –no como suele ser habitual con esta receta– y que sepan a gloria gracias a echar horas leyendo sobre química y componentes.

Pote de Natalia Menéndez, en Casa Chuchu. | VÍCTOR ALONSO

Y si no tiene tiempo a leer, le informa directamente su hijo mayor Rafa, que encarrila su tercer año de estudios en el Basque Culinary Center y ayuda a su madre en la cocina de Casa Chuchu en vacaciones. Relevo asegurado. O tal vez habrá que esperar a que el bisnieto de Chuchu llegue con una moza a Turón. “Nosotros encantados, por tradición así debería ser”, zanja divertido su padre. Lo dicho: todo queda en casa... Chuchu.

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