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Pedro José Huerta Nuño Secretario general nacional de Escuelas Católicas

"Limitar la repetición tiene trampa: es bajar el listón y que los alumnos rindan menos”

“Debemos hacer una asignatura de Religión más atractiva y dejarla libre de ideologías y catequesis; los estudiantes que la cursan ven que les ayuda a crecer personalmente”

Pedro Huerta, ayer, en la plaza del Fresno de Oviedo. | Fernando Rodríguez

Pedro José Huerta Nuño (Ciudad Real, 1970) es, desde junio de 2020, secretario general a nivel nacional de Escuelas Católicas, la patronal que representa a los colegios concertados y religiosos. Son, en total, casi 2.000 centros (y 1,2 millones de alumnos), la mayoría de ellos integrados, es decir con todas las etapas: desde Infantil hasta Bachillerato y FP. Huerta estuvo ayer, y continuará hoy, de visita por varios colegios asturianos y ha aprovechado su viaje al Principado para reunirse con el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y la consejera de Educación, Lydia Espina.

–¿Cómo fue el encuentro con la titular de Educación?

–La reunión fue muy afable y correcta. Lo que nos prometió es lo que esperamos de cualquier político sensato: que trabajará por toda la educación. Es decir, por la oferta de varios modelos educativos para que las familias puedan elegir libremente.

–La escuela concertada parece que siempre está cuestionada...

–Yo no creo que esté cuestionada, sino que hay momentos en los que interesa que lo esté para, de ese modo, evitar que las familias puedan elegir con libertad. Por desgracia, llevamos unos años en los que incluso se niega ese derecho.

–¿Qué opina de la reforma educativa que entra en vigor el próximo curso?

–Lo primero de todo: la LOMLOE es una ley que está aprobada por el Parlamento y que, por tanto, nosotros acatamos y respetamos. En segundo lugar, la reforma incorpora formulaciones en algunos artículos que nosotros consideramos que llegan muy lejos, ya que son lesivos contra la libertad de elección de los padres, contra la libertad de enseñanza en sí mima y contra la coexistencia de diferentes modelos educativos. Estos artículos vienen a romper con muchos años de coexistencia pacífica y pluralidad, y de ahí la impresión que se tiene de que la enseñanza concertada está cuestionada. En tercer lugar, la mayor preocupación que tenemos en estos momentos no es tanto por la LOMLOE sino por sus decretos de desarrollo.

–¿A qué se refiere?

–Estos decretos se han sacado demasiado tarde y son excesivamente complejos como para incorporarlos el próximo curso. Y cuando hablamos de próximo curso, no estamos diciendo dentro de un año, sino dentro de pocos meses. Lo que pedimos al Ministerio –aunque no se nos está escuchando– es que retrase al menos un año la implantación de la LOMLOE. Pero que no nos confundamos: nosotros no pedimos que se retrase su aplicación porque no queramos la ley –hay que aceptarla, como decía, porque está aprobada por el Parlamento y no podemos hacer más–, sino porque estamos en mayo y todavía hay comunidades que no han sacado sus currículos (Asturias presentará hoy los de Infantil y Primaria). Y eso repercute en las editoriales que tienen que hacer los libros de texto y, sobre todo, en los equipos directivos de los centros.

–Uno de los aspectos más polémicos de la norma es la repetición: se podrá pasar de curso sin límite de suspensos...

–Hay una parte, que es la autonómica, que todavía no sabemos cómo será. Pero es cierto que el Ministerio propone que haya menos repeticiones y que la decisión la tome el equipo docente. Nos preocupa que esta especie de promoción casi automática pueda provocar un descenso generalizado del rendimiento escolar y de las capacidades de los alumnos, y que esto tenga incidencia en la preparación universitaria. Se nos dijo desde el Ministerio que esta flexibilización de las repeticiones solo era por la pandemia, pero luego se demostró que no, que era un ensayo para incluirlo finalmente en la LOMLOE. En el fondo hay un poco de trampa. Si yo no soy capaz de hacer un salto de altura de 1,60, bajo el listón y puedo decidir saltar 1,20. Si salto 1,20 cien veces, al final podré demostrar estadísticamente que he mejorado mi capacidad atlética. Pues esto es lo mismo: bajamos la barrera y la única herramienta que introducimos para mejorar los índices es limitar la repetición.

–¿En qué situación deja la ley a la asignatura de Religión?

–Supone una pérdida con respecto a la ley anterior, a la LOMCE, pero no en comparación a la anterior, la LOE, que es la que esta norma modifica. Pero solo en un aspecto: la LOMCE volvía a incluir Religión como materia curricular, de forma que contaba para promocionar y para la nota media. Ahora no será así. Sin embargo, la realidad de la asignatura es que la demanda sigue siendo alta y nos preocupa que desde el Ministerio no se ofrezca una asignatura espejo. Es más, en algunos desarrollos autonómicos, la Religión sale del horario escolar. Algo que no sucede en la mayoría de países europeos, en los que nos interesa fijarnos para unas cosas pero para otros no. La asignatura es competencia de la Conferencia Episcopal, no nuestra, y creo que se debería trabajar un poco más en poder ofrecer un currículo que resulte atractivo para familias y alumnos, y al mismo tiempo que esté exenta de toda sospecha de catequesis e ideología. Yo he sido profesor de Religión hasta hace año y medio y los chavales perciben la asignatura de otra forma: les ayuda a crecer, a conocerse a sí mismos y a conocer el entorno, a crear un proyecto de vida... Y esto no puede caer en saco roto. Más aún cuando las enseñanzas en Humanidades contribuyen a tener un pensamiento propio. Por desgracia, los desarrollos de esta ley no favorecen a las asignaturas de esta rama.

–¿Cómo pueden combatir los colegios la crisis de natalidad? La Consejería de Educación prevé para este septiembre 2.000 alumnos menos en Infantil y Primaria en Asturias.

–Y el año que viene será peor, porque entrarán en los colegios los niños que nacieron en el año del confinamiento y en 2020 hubo un descenso mayor de la natalidad. Los colegios necesitamos dos cosas. Por un lado, políticas que promuevan la natalidad y que fortalezcan el empleo para atraer a gente de fuera. Y por otro, a nivel educativo, hay que revisar las ratios; no solo de alumnos sino también de profesores. La experiencia que tenemos del tiempo de pandemia, en el se bajaron las ratios por una cuestión sanitaria y de distancias, es que en la mayoría de casos contribuyó a mejorar el proceso de aprendizaje. Eso sí, nosotros pedimos un modelo de ratios mínimas flexible, no lineales. Porque la bajada de natalidad no afecta a todos los sitios ni por igual. En algunas regiones ya están ensayando una disminución de ratios por centros.

–¿Una salida a la crisis demográfica podría ser que los colegios asumiesen las escuelas de 0 a 3 años?

–Pero con eso la crisis de la natalidad seguiría estando ahí. A nosotros nos preocupa que desde la LOMLOE y el Gobierno central se esté promoviendo la creación de escuelas de 0 a 3 años exclusivamente públicas. Tememos que se esté utilizando esto para facilitar la escolarización de alumnos en colegios gubernamentales. Y la preocupación es que esto sea deliberado y, como decíamos, haya un intento de dejar fuera a otros modelos educativos como el nuestro.

–En los últimos años cada vez más empresas privadas se han hecho cargo de centros concertados- religiosos. ¿Cómo ve el futuro de esta red?

–Que haya ciertos grupos empresariales de carácter privado que consideren la educación un negocio lo ha habido y lo seguirá habiendo. Lo que estamos haciendo en Escuelas Católicas es un esfuerzo, mediante la creación de fundaciones propias, para que nuestras entidades no tengan que recurrir a ceder o vender sus centros a estas entidades. Por ejemplo, en Gijón, hay dos centros (la Milagrosa y San Vicente de Paul) que pertenecen a una fundación nuestra: Edurece. Pero nos entristece que en algunos casos nuestros colegios hayan acabado en manos de empresas que buscan hacer negocio más que otra cosa y trabajamos para que esto no se siga dando.

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