"Ha sido todo tan enriquecedor... Totalmente emocionante. Claro que tocar con Dudamel es increíble, pero, sobre todo, doy gracias por haber podido conocer a tantos músicos, haber podido convivir con gente de países tan diferentes, haber compartido experiencias tan bonitas. Siento que todo eso ha ampliado mi mundo. Siempre recordaré las conversaciones con mis compañeros de Colombia, de Uruguay, de California, de otras partes de España... Fue maravilloso".
A Laura Torroba Bachiller, ovetense de 21 años, se le quiebra la voz cuando recuerda lo que ha vivido hace solo unas semanas. La asturiana, que lleva desde los 7 años tocando la viola, ha formado parte de la Orquesta del Encuentro, surgida del proyecto que impulsan desde hace varios años el director venezolano Gustavo Dudamel y su mujer, la actriz española María Valverde, a través de la Fundación Dudamel y de la Filarmónica de Los Ángeles.
El "Encuentro" como proyecto nació con el objetivo de "inspirar y enseñar a una nueva generación de jóvenes líderes a trabajar para edificar un mundo mejor", y el propio Dudamel lo considera la mejor forma de "crear espacios donde encontrarnos y crear belleza y armonía. Va más allá del hecho musical; es una forma de aprovechar que la música es una herramienta ultrapoderosa para la transformación del espíritu". Son sus palabras, tal como lo dijo el propio director a los pocos días de estar dirigiendo a su última generación de jóvenes del "Encuentro".
El programa de este año reunió a un selecto grupo formado por un centenar de jóvenes estudiantes de Música de 22 países diferentes, entre los que se incluyó a la ovetense –que nunca estará lo suficientemente agradecida a todos los profesores del Conservatorio de Oviedo que la ayudaron a lograr su plaza–. Tras dos semanas y media de formación musical y técnica, pero también de formación humanística y de mucha camaradería, la experiencia culminó con conciertos en el Hollywood Bowl y en el Teatro Griego William Randolph Hearst de UC Berkeley. Recitales que fueron, para Torroba, un sueño. "Nunca había tocado con un micro en la viola... así que te puedes imaginar. Verme en el Hollywood Bowl, con 18.000 asientos, rodeada de tanta gente, luces, aplausos... era como una película. Lo disfruté muchísimo", recuerda. Tanto o más que la oportunidad de afrontar una obra de jazz y una obertura latina expresamente realizada para la ocasión, "que bailé todo el rato mientras la tocaba. En ese concierto, además, el público estaba más cerca y fue alucinante", añade Laura Torroba.
Hacia Gustavo Dudamel, director multipremiado y una de las grandes batutas del mundo, solo tiene palabras de admiración. "Trabajar con él es muy motivador. Desde el primer momento transmite que le gusta estar con una joven orquesta y nos dijo que quería hacer un concierto histórico. He podido valorar su enorme capacidad de trabajo, que me pareció inmensa. En la misma semana se dedicaba a nosotros, a otras dos orquestas jóvenes de Los Ángeles, y además tenía ensayos con la Filarmónica de Los Ángeles, ya que es su director. Y aun así siempre estaba ilusionado y con mucha energía. Y, claro, nos la transmitía".
Laura Torroba tuvo además la fortuna de "estar en el primer atril, así que lo tenía frente a mí; sentía su ánimo, le veía disfrutar muchísimo y eso a ti te hace tocar mucho mejor". Por no contar, además, que "es un gran comunicador y todo te lo pide muy detallado, muy argumentado técnicamente, pero también sabe filosofar sobre lo que piensa de tal o cual fragmento, para que tengamos también esa idea abstracta mientras tocamos". El resumen: increíble.
