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El praviano Pepe Monteserín gana el premio "Eurostars" de narrativa de viajes

"Donde convergen las paralelas" es la aventura de un viaje familiar e "iniciático" por el Báltico

Pepe Monteserín, ayer en Barcelona.

El escritor asturiano Pepe Monteserín (Pravia, 1952) se llevó ayer la decimoséptima edición del premio "Eurostars Hotels" de narrativa de viajes", dotado con 18.000 euros. "Donde convergen las paralelas", título de la obra ganadora, se impuso a más de un centenar de manuscritos llegados de todo el mundo. La entrega del galardón tuvo lugar en un evento literario celebrado en Barcelona. El premio está dotado con 18.000 euros y dos ediciones, una no venal, de 10.000 ejemplares para distribución en los hoteles del grupo Hotusa, en todo el mundo –entre ellos el Reconquista de Oviedo– y otra venal, con traducciones, para la venta en la editorial RBA.

Monteserín relata en primera persona y en forma de diario un viaje turístico, en julio de 2017, con su mujer, Raquel, y su hijo, Andrés, desde Oviedo y con transbordo en Barcelona hasta Suecia, para iniciar un crucero por el Báltico, con visitas a Helsinki, San Petersburgo, Tallin, Riga y Estocolmo, y de vuelta a casa. La obra describe los pormenores del viaje añadiendo reflexiones personales sobre los lugares y las personas con las que se cruza, con pensamientos sobre los viajes y el turismo, el amor y el dolor, la literatura y el mar, desde la terraza de su camarote hasta "donde convergen las paralelas". Además, "espía" a sus compañeros de viaje y añade algún misterio: “Como siempre, busco una aventura, ir más allá del horizonte, de cualquier horizonte, toparme con algo extraordinario y narrarlo, aunque bien sé que lo extraordinario reside en mi imaginación”.

Recordaba ayer Monteserín a LA NUEVA ESPAÑA que había empezado su carrera literaria a los 42 años, "nunca había escrito una página entera de nada, pero desde el bachiller fui un as de las chuletas porque no estudiaba, y para eso hay que tener una capacidad enorme para resumir una lección sobre Carlos V en un papel pequeño. Fui muy hábil en leer y sacar la esencia de las lecciones, y más hábil todavía para hidratar lo que está deshidratado, meter imaginación. Y con ella podía tomar la sopa de fechas y demás. Eso me hizo escritor: capacidad para buscar la síntesis de las cosas y luego la imaginación para crear una historia sobre esa base".

Monteserín no escribió este libro de viajes para presentarlo a un premio sino para dejar "el recuerdo a mi hijo, porque suponía que sería de los pocos viajes que querría hacer con sus padres. Así que hay un relato en primera persona, con mi nombre y apellidos porque ni siquiera presenté plica, el jurado podía saber quién era el autor, un perfecto desconocido pero con nombre y apellidos. El 99 por ciento de lo que cuento cronológicamente es cierto, y un uno por ciento de fantasía y misterio".

De esa escritura a través del diario y de los apuntes que fue tomando "salió la obra final. Y luego hay un trasfondo, se podría decir, pensando en mi hijo, para que algún día viera lo que pienso de él. Lo que pienso de la familia. Lo que pienso de lo que significa un viaje, que para los padres no dejaba de ser un viaje de placer y de descanso –en un barco no vas cambiando de hotel, apareces en las ciudades muy cómodamente. Pero para él era un viaje iniciático viendo cómo nos comportábamos, cómo disfrutábamos las cosas". Una gran aventura más allá del horizonte.

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